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El aumento de la cotización interna del maíz, obedece a la creación por parte del Gobierno de un tipo de cambio específico para el maíz. En la cadena láctea, el cereal es un insumo clave para alimentar el rodeo lechero. Algunos datos sobre la consolidación de las posiciones de mercado, entre los proveedores de insumos y las “usinas lácteas”.

Redacción

Estaba al caer la situación. Ya lo habían dicho meses atrás cuando se había anunciado el tipo de cambio especial para el maíz. A mayor precio de exportación por tonelada en la relación entre dólares y pesos, dicho cereal aumentaría su precio y disponibilidad para el mercado interno.

El maíz es fundamental como insumo base en varias cadenas del complejo agropecuario. Ejemplos tenemos varios a mano: el engorde por feed lot vacuno, la cadena porcina, la avícola y los tambos. Su incidencia en la estructura de costos de cada una de ellas varía en importancia, porque obviamente no es el único elemento para la composición de costos de producción.

Pero al ser in insumo clave – estratégico o crítico, entiéndalo como le parezca -, los aumentos repercuten directamente sobre los productores más chicos y con escaso margen. Ese es el caso de los tambos y de la cadena lechera.

Si bien no puede hablarse de una composición del sector en términos de megatambos, sí puede hablarse de mega empresas lácteas que demandan leche diariamente y fijan precio interno, más allá de los tibios e insuficientes intentos estatales por compensar el desequilibrio existente.

Además, según el ángulo desde el que se mire la actividad, hay eslabone a los que no les va tan mal. Por ejemplo, si miramos los informes del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), ese encarecimiento interno del maíz, mejoraría relativamente la capacidad de pago de las denominadas “usinas lácteas”.

Por ejemplo, y siempre según el OCLA, tomando de referencia el precio de la tonelada de leche en polvo para exportación en US$ 3.000; y con una cotización del dólar a $ 350, las empresas decían poder pagar $ 100 por litro. Para el caso de la leche cruda (a US$ 3.400 la tonelada de exportación), el precio interno al tambo por litro era de $ 117.

Con los recientes cambios en el Programa de Incentivo Exportador (PIE) que permite liquidar el 70% a precio oficial y el 30% al denominado dólar libre o Contado con Liquidación, el precio del dólar exportador, llega aproximadamente a $ 540, y por tanto los pagos al productor por litro ascienden a 170 y 200 pesos respectivamente.

Ahora, con el esquema de 70% de la exportación liquidada en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) y 30% a través de una cotización libre (como el Contado con Liquidación), el dólar exportador queda en torno a $ 540 y la capacidad de compra se eleva a entre $ 170 y $ 200, respectivamente; es decir, un 70%.

Las empresas lácteas se encargan de advertir que el “poder de compra” no significa necesariamente que ese sea el precio al productor. Aclaran que hasta antes de la posibilidad de acceder a un “mejor” dólar, estaban pagando al productor – al tambero – $120 peso por litro. Es decir, un 20% por arriba de lo que indicaba su “capacidad de compra”.

Ahora bien, esa es la versión de las empresas lácteas. Los productores están en la otra punta. Directamente afirman que la suba en 72 horas de más del 17% en el recio de la tonelada de maíz para el mercado interno, deja a los tambos directamente sin poder alimentar a los animales. Los precios – en dólares oficiales – pasaron de 238,57 US$/Tn a 280 US$/tn.

Pero además de eso, las asociaciones de productores denuncian que los proveedores de alimento – que al mismo tiempo son las grandes exportadoras de maíz o sus subsidiarias – les cambiaron las condiciones de comercialización: venden con plazo máximo de pago a 60 días y sin ampliación de crédito.

Lisa y llanamente, un abuso de posición dominante de mercado, pero con una denuncia confusa por parte de los perjudicados directos, Además de criticar los tipos de cambio, también critican las políticas de precios fijos que el Gobierno acuerda cada tanto con las cadenas de comercialización y con las principales empresas elaboradoras del sector alimenticio.

Insisten que la traba está ahí. Que si la “usina láctea” no obtiene mayor margen, será difícil acordar o adecuar un nuevo precio que permita al tambero posteriormente, abastecerse de forraje. Está más que comprobado que eso que proponen podría suceder hoy mismo, y no implica que el precio relativo de los insumos descienda.

Lo que sí puede mejorar para el productor, es la ampliación del crédito por parte de sus proveedores, como también una mayor demanda de leche cruda.

Lo real es que cualquier intervención que el Gobierno instrumente en el sector, si continúa con la lógica de las variaciones de tipos de cambio, fideicomiso y cupos de exportación, pueden ser medidas adecuadas en términos transitorios, pero no sirven a largo plazo. Mejor ejemplo que el del trigo y la harina no hay.

Lo que anda es la regulación de los precios de la actividad a partir del propio ejercicio de la misma. Es decir, el Estado podría competir como proveedor de insumos o comprador de leche. Pensado progresivamente, en guita no es tanto, comparado con la cantidad de dinero que deriva en subsidios para equilibrar el sector.

Al sector privado estas ideas no les gustan. A menos que les convenga.

Fuente: OCLA / CARBAP / InfoCampo

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