El INTA, la UNCo y productores patagónicos, trabajan desde hace una década en la restauración de estos ecosistemas estratégicos para la ganadería y las pasturas de la Patagonia Norte.
Redacción
A los humedales de la Patagonia de los denomina – y nombra comúnmente – como «mallines». Son sitios de pradera que aportan agua y brindan humedad a las áreas que los rodean. Durante décadas, la desidia en materia de planificación productiva gubernamental, sumada a la falta de recursos de los productores o – su otra cara – el sobrepastoreo, han deteriorado estos “oasis” aunque los mismos pueden ser recuperados a través de la redistribución de agua. El uso sostenible de estos ecosistemas es clave para mantener los flujos de agua naturales en la Patagonia, principalmente en zonas de estepa y meseta, alejados de los sistemas de riego derivados de los grandes ríos y arroyos de la región.
Desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Bariloche, los investigadores sostienen que «los mallines son muy importantes en nuestros sistemas productivos ganaderos porque concentran hasta 10 veces más de producción de forraje que toda la estepa que los rodea».
Desde el punto de vista ganadero, son fundamentales para la productividad. Pero, asimismo, son significativos porque contribuyen a la regulación de las cuencas reteniendo el agua, favoreciendo a la biodiversidad y por su importancia en la conservación de los suelos.
Así el INTA y la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), viene organizando desde hace más de una década distintas instancias de capacitación y relevamiento con los productores regionales, apuntando al uso y el manejo del agua, de cara a la restauración de los mallines.
Desde la entidad universitaria, detallaron que la estrategia principal, ha sido restaurar la captación de humedad de los mallines, de una manera económica, conveniente y ambientalmente sustentable, elevando la capa freática, mediante la construcción de diques y represas con las herramientas disponibles y los materiales del lugar. Además, se van construyendo complementariamente, regueras (acequias o surcos) de pendiente cero, que no erosionan el cauce, y maximizan la infiltración de agua que pueden captar.
La planificación de cada mallín es fundamental para el productor. Según el INTA, el momento óptimo de uso sería a partir de mediados de primavera y durante principios del verano, dado la mayor productividad del pastizal y calidad forrajera de la vegetación. Así, los usos productivos de estos ecosistemas serían el pastoreo directo o el corte para reserva de forraje.
El manejo elegido dependerá del objetivo de producción y de la superficie de mallín disponible en el establecimiento. Si eso está acompañado por una coherencia productiva de tipo regional e integral, no debería haber inconvenientes en la manutención de estos oasis patagónicos.
Fuentes: INTA / UNCo