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Los muchachos se entretienen

La cadena de la carne bovina, decretó sin reparar en “las fuerzas del mercado”, que el kilo vivió estará caro por al menos dos años más hasta que se vuelvan a recuperar los rodeos, tras la masacre de vientres realizada durante los últimos meses de 2022 y 2023. Para empezar, según ellos, hay que recuperar 1,5 millones de madres para estabilizar nuevamente el mercado.

Redacción

Lo dicen ellos. El precio de la carne estará alto por al menos dos años. Es decir 2024 y 2025. La afirmación partió de uno de los principales dirigentes de la Cámara de la Industria y Comercio de Carne de la República Argentina (CICCRA).

La afirmación coincide con el análisis de esta Redacción. Lo que varía son las explicaciones y los fundamentos.

Para nosotros sintéticamente, la ecuación es simple: dados el aumento exponencial de la población nacional en los últimos 50 años y los avances tecnológicos, Argentina podría ser una gran fábrica de carne a cielo abierto, con precios adecuados para la familia argentina y exportar el excedente. Para ello, habría que aumentar el rodeo a casi el doble.

La técnica hoy lo hace posible si al mismo tiempo se planifica la evolución, y no caer en el “embuche” de corral. La innovación en materia de genética y tratamiento de pasturas y balanceados facilita aún más las cosas.

El problema es que, así como la población creció al doble en el último medio siglo, el rodeo vacuno se mantiene relativamente estable. Por lo tanto, la carne de vaca siempre es insuficiente para la demanda nacional, “mal paga” en relación con el mercado externo, y oscilante por la sucesión de crisis estructurales que también afectan a la ganadería.

El complejo ganadero lo fundamenta de otra forma. Su mirada “hacia atrás” es tan cortoplacista como su hacer hacia adelante.

La justificación que mantiene más fuerza es la crisis ocasionada por la sequía (antes de esa había sido la pandemia, y la anterior – incluso con Macri – el tipo de cambio). Así, se habla de un 2023 malo y de un 2024 con escasez de animales.

Respecto de la sequía que caracterizó todo el 2022 y buena parte de este año que termina, argumentan que los productores tuvieron que “saltearse etapas”. Es decir, no pudieron completar el ciclo lógico que consiste en cría, recría y corral para terminar. Sino que pasaron directo de la cría al corral.

Eso significó que el “engorde” durase menos tiempo y se liquidaran los animales rápidamente, con los argumentos tales como la ausencia de pasturas, y/o encarecimientos de fardos y balanceados. Como cuando conviene, lo que manda es “la lógica es la de mercado”, al aumentar la oferta de carne, la misma estaba “barata” y su precio estuvo “estable” durante al menos un año.

Más allá de lo que se considere “caro”, “estable” o “barato” en lo real ocurrieron dos cosas. Se rompió transitoriamente el equilibrio histórico de 1 kilo vivo de novillo = 1 dólar. Es cierto que al menos en faena, dicho valor estuvo más abajo respecto del valor “dólar real” (un promedio entre el MEP y el “blu”).

Pero antes que eso se rompió hace mucho tiempo el primer equilibrio fundamental: la hora de trabajo del laburante promedio dejó de ser equivalente al kilo de asado en mostrador (1 hora de trabajo = 4 dólares = 1 kg de asado). Por lo tanto, los “desajustes” no son de ahora, y el que siempre perdió y sigue perdiendo es el trabajador.

Por otra parte, tras la corrida cambiaria de los primeros días de noviembre el kilo vivo aumentó un 20%. Los ganaderos lo llamaron una “recuperación de precios insuficiente, pero recuperación al fin”. Sin embargo, entre el 6 y el 15 de diciembre la hacienda aumentó un 60%, y la semana pasada bajó un 30%.

El análisis de los productores es que la sociedad – “el mercado” – no convalidó los aumentos. Sin embargo, números más, número menos entre subas y bajas, el precio “estabilizado” quedó un 50% más alto que en los primeros días del corriente mes; y un 65% arriba respecto del 24 de noviembre. No contamos acá, los picos eventuales de cerca del 100% que alcanzó por momentos el precio de faena.

Teniendo en cuenta el cierre de ayer de Mercado de Cañuelas, el promedio entre novillo y novillitos cerró en $1.410 el kilo vivo. Lo cual implicará un precio promedio de mostrador de 5.600 a 5.650 pesos por kilo para los próximos días.

Como conclusión de parte de los ganaderos, es que los precios a este nivel, continuarán al menos hasta finales de 2025. El motivo es que hay pocas vacas, pocos vientres, dado que se enviaron a faena más de 1.500.000 hembras por lo explicado anteriormente.

Entonces por una cuestión de ciclo biológico bovino, volver a estabilizar el rodeo a los números de fines de 2021 – que ya era muy malo desde nuestro punto de vista -, llevará al menos dos años.

Mientras tanto, lo muchachos se entretienen. Como ya ocurrió los últimos días de la semana pasada, durante la corriente, el Gobierno nacional y los “fuertes” de la industria frigorífica reunidos en el Consorcio ABC, acordaron con los grandes supermercadistas (Chango Más, Carrefour, La Anónima, Disco, Vea y Jumbo – los tres últimos del grupo Cencosud -, y carnicerías FriAr), las promociones en algunos cortes de carne: asado, matambre, vacío, tapa de asado y falda

Los precios que estarán vigentes hasta el 31 de diciembre, son más o menos los siguientes en el área metropolitana de Buenos Aires: asado, $ 4.900; matambre a $ 5.900; vacío a $ 5.900; tapa de asado a $ 4.900; y falda a $ 2.900.

Tampoco se la juegan tanto, al precio de mostrador promedio indicado párrafos arriba, en el caso del asado el descuento transitorio sería del 13%. Para el caso del vacío el matambre corre el mismo porcentaje, dado que tradicionalmente, ambos cortes tienen un precio que va de el 15 al 20% más arriba que el asado y la tapa.

Ahora bien, respecto del 24 de noviembre a esta parte, el precio del kilo vivo aumentó un 65%, con picos que alcanzaron por momentos el 100%.

Fuente: Mercado de Cañuelas / CICCRA / Noticias AgroPecuarias

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