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La nota la conocimos bajo el título “La ola peligrosa de los millonarios benévolos”, y está firmada por Rebecca Ackermann*. Son multimillonarios y cripto-capos. Suelen ser estadounidenses e ingleses. Financian grandes consorcios de lobbistas y grupos de presión internacional. Ellos deciden qué hay que cambiar.

Redacción

Según la bajada de la fuente, estos ricos “ejercen lo que llaman altruismo efectivo, un tipo de caridad presuntamente basada en la tecnología y los datos duros súper inteligentes. Sus mayores preocupaciones son a largo plazo, en modo ciencia-ficción: la rebelión de la Inteligencia Artificial u otros apocalipsis”. Compartimos la nota.

El candidato del Sexto Distrito para el Congreso de Oregón (EEUU), Carrick Flynn, parecía haber caído del cielo. Flynn no encajaba en la escena política local (a pesar de haber crecido en ese estado) ya que colaboraba con el Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford (Reino Unido), había votado en solo dos de las últimas 30 elecciones y contaba con 11 millones de dólares (11,25 millones de euros) en apoyo por parte de un comité de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) establecido por el cripto-multimillonario Sam Bankman-Fried. Un ciudadano lo llamó “Mr Creepy Funds” (Sr. Fondos Siniestros) en una entrevista con un periódico local; otro afirmó que pensaba que Flynn era un bot ruso.

El fantasma de la influencia de las criptomonedas, una gran cantidad de costosos anuncios de televisión y el hecho de que pocos lugareños habían oído hablar de Flynn o habían hablado con él, generó sospechas de que era una herramienta de intereses financieros externos. Mientras que el candidato rival que lideró las primarias prometía luchar por los problemas, como mejores protecciones para los trabajadores y una legislación más estricta sobre armas; la plataforma de Flynn priorizó el crecimiento económico y la preparación para pandemias y otros desastres. Ambos temas son pilares del largoplacismo, una tendencia creciente de la ideología conocida como “altruismo efectivo” o eficaz (AE o EA, por sus siglas en inglés), que es popular entre una élite del mundo de la tecnología y política.

Incluso durante la pandemia, el enfoque de Flynn a muchos habitantes de Oregón les parecía algo inverosímil y extraño. Como quizás era de esperar, Flynn terminó perdiendo las primarias de 2022 ante la demócrata Andrea Salinas, quien tenía más experiencia política. A pesar de la deslucida actuación de Flynn, este hombre hizo historia como el primer candidato político del altruismo efectivo en postularse para un cargo público en unas elecciones.

Yo la pongo, yo decido qué cambiar

Desde su nacimiento a finales de la década 2000, el altruismo efectivo ha tenido como objetivo responder a la pregunta “¿Cómo los que tienen muchos recursos podrían tener un mayor impacto en el mundo de una manera cuantificable?”, y proporcionó unas metodologías claras para calcular la respuesta. Dirigir el dinero a las organizaciones con enfoques basados en evidencia es la técnica por la que el altruismo efectivo es más conocido. Pero, a medida que se ha expandido de una filosofía académica a una comunidad y un movimiento, sus ideas sobre la “mejor” manera de cambiar el mundo también han evolucionado.

Hoy en día, el largoplacismo -la creencia de que las amenazas poco probables pero existenciales, como una rebelión de inteligencia artificial (IA) para destruir a la humanidad o una guerra biológica internacional, son los problemas más apremiantes de la humanidad- es parte integral del altruismo efectivo.

Últimamente, con la campaña, Flynn, ha pasado de la periferia del movimiento al frente con una nueva cobertura de los principales medios de comunicación y un nuevo tratado publicado por uno de los padres fundadores del altruismo efectivo, William MacAskill. Se trata de una ideología que está a punto de tomar el escenario principal a medida que más creyentes en la tecnología y las clases multimillonarias, que son, en particular, en su mayoría hombres y blancos, comienzan a invertir millones en nuevos PAC (Comités de Acción Política) y proyectos como FTX Future Fund de Bankman-Fried y Longtermism Fund de Longview Philanthropy, que se centran en las amenazas teóricas que aparecen en las páginas de la ciencia ficción.

Las ideas del altruismo efectivo han sufrido durante mucho tiempo numerosas críticas de los campos de la filosofía y la filantropía porque reflejan el salvadorismo occidental blanco y evitan los problemas estructurales a favor de las matemáticas abstractas. No es casualidad que muchas de las mismas objeciones se hayan lanzado contra la industria tecnológica en general. Esas críticas solo se van intensificando a medida que los bolsillos del altruismo efectivo se profundizan y su alcance se extiende a una galaxia muy lejana. En última instancia, la influencia de esta filosofía se puede ver limitada por su precisión.

¿Qué es el altruismo efectivo?

Si el altruismo efectivo fuera una especie cultivada en laboratorio, su historia de origen comenzaría con el ADN de tres padres: ética aplicada, tecnología especulativa y filantropía.

Los genes filosóficos del altruismo efectivo provienen del utilitarismo de Peter Singer y de las investigaciones del filósofo de la Universidad de Oxford Nick Bostrom sobre las posibles amenazas para la humanidad. En cuanto la tecnología, el altruismo efectivo se basó en las primeras investigaciones sobre el impacto a largo plazo de la inteligencia artificial realizadas en lo que ahora se conoce como el Instituto de Investigación de la Inteligencia de las Máquinas (MIRI, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Berkeley, California (EEUU). En la filantropía, el altruismo efectivo es parte de una creciente tendencia hacia la donación basada en evidencia e impulsada por los miembros de los nuevos ricos de Silicon Valley (EEUU), que quieren aplicar las estrategias que les ayudaron a ganar dinero al proceso de donación.

Aunque estos orígenes pueden parecer distintos, las personas involucradas están vinculadas por su clase social, económica y profesional, y por una visión tecnocrática. Los primeros miembros de este movimiento -incluidos MacAskill, el filósofo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido); el filósofo de la Universidad de Oxford Toby Ord; el cofundador del sistema de evaluación de organizaciones benéficas GiveWell, Holden Karnofsky; y el cofundador de Facebook Dustin Moskovitz, que fundó la organización sin ánimo de lucro Open Philanthropy con su esposa, Cari Tuna- siguen siendo líderes en la constelación interconectada de las organizaciones sin ánimo de lucro, fundaciones y centros de investigación.

Para los altruistas efectivos, una buena causa no es suficiente; solo los mejores deberían obtener financiación en las áreas más necesitadas. Esas áreas suelen ser, según los cálculos de Altruismo Efectivo (en adelante AE), los países en desarrollo. Las conexiones personales, que podrían alentar a alguien a donar a un banco de alimentos local o al hospital que trató al padre del donante, representan una distracción; o, peor aún, una pérdida de dinero.

El ejemplo clásico de un esfuerzo aprobado por AE es la Fundación contra la Malaria, que compra y distribuye mosquiteras en el África subsahariana y otras áreas gravemente afectadas por esta enfermedad. El precio de una red mosquitera es muy bajo en comparación con la escala de su potencial para salvar vidas, esta proporción de “valor” a coste es lo que busca el altruismo efectivo. Otras primeras causas populares del altruismo efectivo incluyen el suministro de suplementos de vitamina A, medicamento contra la malaria en los países africanos y la promoción del bienestar animal.

Dentro del marco del altruismo efectivo, elegir la carrera es tan importante como decidir dónde realizar las donaciones. El altruismo efectivo define la aptitud profesional según si un candidato tiene ventajas comparativas, como inteligencia excepcional o impulso empresarial, y si un altruista efectivo cumple los requisitos para seguir un camino bien remunerado; su filosofía fomenta la idea de “ganar para donar” o dedicar la vida a construir riqueza para donarla a las causas del AE.

El destino de los millones

Sin embargo, ¿dónde destinan exactamente sus ganancias los altruistas efectivos? ¿Quién se beneficia? Como todas las donaciones, en el altruismo efectivo, o de otro tipo, no existen reglas establecidas sobre lo que constituye la “filantropía”; y las organizaciones benéficas se benefician de un código fiscal que incentiva a los ricos a crear y controlar sus propios esfuerzos caritativos a expensas de los impuestos públicos, la gobernabilidad local o la responsabilidad pública. Las organizaciones del AE pueden aprovechar las prácticas de la filantropía tradicional mientras disfrutan del brillo de un enfoque eficaz y disruptivo para donar.

El movimiento ha formalizado el compromiso de su comunidad de donar con la promesa Giving What We Can (Donar lo que podamos), que refleja otra práctica filantrópica de la vieja escuela,aunque no hay requisitos de donación para ser incluido públicamente como donante. Calcular la influencia total de la filosofía del AE es complicado, pero 80.000 Hours ha estimado que se comprometieron 46.000 millones de dólares (46.803 millones de euros) para las causas del AE entre 2015 y 2021, con un crecimiento de las donaciones de alrededor del 20% cada año. GiveWell calcula que solo en 2021 destinó más de 187 millones de dólares (190 millones de euros) a mosquiteras y medicamentos contra la malaria y, según las estimaciones de la organización, son más de 36.000 vidas salvadas.

La rendición de cuentas es significativamente más difícil con las causas a largo plazo como la bioseguridad o la “adaptación a la IA”, un conjunto de esfuerzos destinados a garantizar que el poder de la IA se dirija a objetivos entendidos generalmente como “buenos”. Para un número creciente de altruistas efectivos estas causas ya tienen prioridad sobre las mosquiteras y la medicación con vitamina A. “Las cosas que más importan son las que tienen un impacto a largo plazo en cómo será el mundo”, afirmó Bankman-Fried en una entrevista a principios de este año. “Hay billones de personas que aún no han nacido”.

Los puntos de vista de Bankman-Fried están influenciados por los cálculos utilitarios del largoplacismo, que convierten las vidas solo en unidades de valor. Según esta matemática, los billones de humanos que aún no han nacido representan mayor obligación moral que los billones que ya viven. Cualquier amenaza que pueda impedir que las generaciones futuras alcancen su máximo potencial, ya sea a través de la extinción o del estancamiento tecnológico -que MacAskill en su nuevo libro, What We Owe the Future, considera igual de grave- es prioritaria.

En su libro, MacAskill analiza su propio viaje desde el escepticismo largoplacista hasta ser verdadero creyente e insta a otros a seguir el mismo camino. Los riesgos existenciales que expone son específicos: “El futuro podría ser terrible en manos de autoritarios que usan la vigilancia y la IA para mantener su ideología para siempre, o incluso en sistemas de IA que buscan ganar poder en vez de promover una sociedad próspera. O podría no haber futuro en absoluto: podríamos matarnos con armas biológicas o librar una guerra nuclear total que provoque el colapso irrecuperable de la civilización”.

Elon Musk es otro magnate de la tecnología dedicado a luchar contra los riesgos existenciales a largo plazo; incluso afirmó que sus operaciones con ánimo de lucro, incluida la misión de SpaceX a Marte, eran esfuerzos filantrópicos que apoyaban el progreso y la supervivencia de la humanidad. Recientemente, MacAskill ha expresado preocupación por que su filosofía se confunda con la “visión del mundo” de Musk. Sin embargo, el altruismo efectivo se dirige a una audiencia más amplia, y no parece razonable esperar una adhesión rígida al mismo sistema de creencias que sus creadores.

Por qué deberían decidir los ricos

Incluso antes de que surgiera el largoplacismo, el altruismo efectivo había sido criticado por elevar la idea del “capitalista benévolo” (como en 2015 escribiera la filósofa Amia Srinivasan en su crítica del primer libro de MacAskill) y por enfatizar el individualismo dentro del capitalismo sobre las críticas más fundamentales de los sistemas que han hecho que una parte del mundo sea tan rica como para dedicar su tiempo a teorizar sobre la mejor manera de ayudar al resto.

La filosofía de ganar dinero para donarlo del altruismo efectivo plantea la cuestión sobre por qué los ricos deberían decidir adónde van los fondos en un mundo tan inequitativo, especialmente si extraen esa riqueza del trabajo de sus empleados o de la sociedad, como puede ser el caso de algunos cripto-jefes. “Mi orientación ideológica comienza con la creencia de que la gente no gana grandes cantidades de dinero sin que sea a expensas de otras personas”, resalta el fundador y presidente de la Fundación Chorus, Farhad Ebrahimi, quien principalmente financia las organizaciones estadounidenses que trabajan para combatir el cambio climático al transferir el poder económico y político a las comunidades más afectadas por él.

Muchos de los beneficiarios de la fundación son grupos dirigidos por personas racializadas, lo que se conoce como fundación de gran gasto (spend-down); en otras palabras, según Ebrahimi, el trabajo de Chorus tendrá éxito cuando sus fondos se redistribuyan por completo.

Ebrahimi se opone al enfoque del altruismo efectivo de apoyar las intervenciones específicas en vez de dotar a las organizaciones locales para que definan sus propias prioridades: “¿Por qué no apoyar que las comunidades elegidas tengan el dinero para generar poder económico? Es similar a una persona que dice: ‘Quiero construir mi poder económico porque creo que voy a tomar buenas decisiones sobre qué hacer con él’… Me parece como un dictador muy benévolo’”.

Los altruistas efectivos responderían que su obligación moral es financiar los proyectos transformadores más demostrables según lo definido por su base, sin importar qué más quede atrás. En una entrevista en 2018, MacAskill sugirió que para recomendar priorizar cualquier cambio de poder estructural, necesitaría ver “un argumento de que oponerse a la desigualdad de alguna manera concreta será lo mejor que hacer”.

Sin embargo, cuando un pequeño grupo de personas con antecedentes similares ha determinado la fórmula para las causas más críticas y las “mejores” soluciones, el rigor imparcial por el que se conoce al altruismo efectivo debería ponerse en duda.Aunque las nueve principales organizaciones benéficas que aparecen en la web de GiveWell trabajan en los países en desarrollo con comunidades racializadas, la comunidad del AE consiste en un 71% de hombres y un 76% de blancos, y el mayor porcentaje vive en EE UU y Reino Unido, según una encuesta de 2020 realizada por el Centro para el Altruismo Efectivo (CEA).

Modelos sesgados

Si bien los defensores del altruismo eficaz indican que su enfoque está basado en datos, los cálculos del AE desafían las mejores prácticas dentro de la industria tecnológica en torno a la gestión de datos. “Esta suposición de que vamos a evaluar qué es lo mejor que se puede hacer en el mundo (tener todos estos datos y tomar estas decisiones) es muy similar a los problemas de los que hablamos en el aprendizaje automático, y por qué no hay que hacerlo”, asegura la líder de ética de IA y fundadora y directora ejecutiva del Instituto de Investigación de IA Distribuida (DAIR por sus siglas en inglés), Timnit Gebru, que se centra en la diversidad en su investigación de IA.

Gebru y otros expertos han escrito extensamente sobre los peligros de aprovechar los datos sin realizar un análisis más profundo ni asegurarse de que provengan de diversas fuentes. En el aprendizaje automático, eso conduce a modelos peligrosamente sesgados. En la filantropía, una reduccionista definición de éxito recompensa la alianza con el sistema de valores del AE sobre otras visiones del mundo y penaliza a las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan en otras estrategias más complejas o más a largo plazo que no se pueden traducir a las evaluaciones del altruismo efectivo.

El cambio climático ocurre en todo el mundo y en la actualidad ya afecta a personas de escasos recursos más que a la élite , no es una causa fundamental largoplacista, como señala el filósofo Emile P. Torres en sus críticas. Aunque representa una amenaza para millones de vidas, los largoplacistas argumentan que probablemente no acabará con toda la humanidad; aquellos con la riqueza y los medios para sobrevivir pueden seguir desarrollando el potencial de nuestra especie. Los multimillonarios tecnológicos como Thiel y Larry Page ya tienen planes y propiedades para sobrellevar un apocalipsis climático. En su nuevo libro, MacAskill menciona el cambio climático como una preocupación seria para los que viven en la actualidad, pero lo considera una amenaza existencial solo en la forma “extrema” donde la agricultura no sobreviviría.

La característica más misteriosa de la versión del altruismo eficaz sobre la visión a largo plazo es cómo su lógica termina en una lista específica de amenazas lejanas para la civilización, basadas en la tecnología que casualmente se alinea con muchas áreas de investigación del grupo original del AE. “Soy investigadora en el campo de la IA -señala Gebru- pero llegar a la conclusión de que, para hacer el mayor bien en el mundo, hay que trabajar en la IA general es muy extraño. Es como tratar de justificar que queremos pensar en el escenario de la ciencia ficción y no en las personas reales, en el mundo real y en los problemas estructurales actuales. Se quiere justificar cómo sacar miles de millones de dólares mientras la gente se muere de hambre”. MacAskill y otros miembros especificaron que sus cálculos son estimaciones (“Son nuestras mejores conjeturas”, resaltó MacAskill en un podcast de 2020) y que tienen ganas de mejorar a través del discurso crítico. Tanto GiveWell como CEA tienen páginas en sus webs tituladas “Nuestros errores”.

La política y el futuro

A pesar del brillo de ciencia ficción, el altruismo efectivo actual es un proyecto conservador, que refuerza la toma de decisiones detrás de un sistema de creencias tecnocráticas y un pequeño grupo de personas, potencialmente a expensas de las visiones locales e interseccionales para el futuro. Pero la comunidad y los éxitos del altruismo efectivo se construyeron en torno a metodologías claras que pueden no transferirse a la matizada arena política que algunos líderes del AE y unos importantes donantes están impulsando. Según Wise, la comunidad en general todavía está dividida sobre la política enfocada a alcanzar los objetivos del altruismo eficaz, y algunos críticos creen que la política es un espacio demasiado polarizado para un cambio efectivo.

Aunque los fondos largoplacistas sin duda causan gran sensación entre bastidores, la derrota de Flynn en las primarias de Oregón puede indicar que los esfuerzos electorales más visibles del altruismo efectivo se deben basar en estrategias nuevas y diversas para ganarse a los votantes del mundo real. Vanessa Daniel, fundadora y ex directora ejecutiva de Groundswell, uno de los mayores financiadores del movimiento de justicia reproductiva de EE UU, cree que las grandes donaciones y las intervenciones de última hora nunca competirán con la base de la organización para lograr un cambio político real. “La organización lenta y paciente dirigida por mujeres afroamericanas, comunidades racializadas y algunas comunidades blancas pobres creó el punto de inflexión en las elecciones de 2020, que salvó al país del fascismo y permitió una ventana de oportunidad para lograr que se aprobaran cosas como el acuerdo climático”, indicó Daniel, quien no está de acuerdo con la idea de que el uso de métricas es ámbito exclusivo de los enfoques liderados por los hombres blancos ricos.

El dinero puede mover montañas y, a medida que el altruismo efectivo adquiere plataformas más grandes con mayores cantidades de fondos de multimillonarios y expertos de la industria tecnológica, es probable que la riqueza de unos pocos multimillonarios continúe elevando las causas y los candidatos favoritos del AE. Pero si el movimiento tiene como objetivo conquistar el panorama político, los líderes del AE pueden descubrir que, independientemente de sus estrategias políticas, sus mensajes no se conectan con las personas que viven problemas locales y actuales, como falta de vivienda e inseguridad alimentaria. Los orígenes académicos y de la industria tecnológica del AE como un plan filosófico vertiginoso para distribuir la riqueza heredada e institucional pueden haber llevado al movimiento hasta aquí, pero es probable que esas mismas raíces no puedan respaldar sus esperanzas de expandir su influencia.

*Escritora, diseñadora y artista residente en San Francisco. Colabora con MIT Tech Review, Los Angeles Times y The New York Times.

Fuente: Socompa / MIT Technology Review.

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