En diciembre se anunció que la PIAP se reactivaría para producir agua pesada, y a demás se reconvertiría una de sus líneas de producción de cara a la fabricación de urea e insumos derivados del hidrógeno. Mientras tanto, la Planta está parada hace varios años y 120 trabajadores realizan tareas de mantenimiento. Estos, podrían quedarse sin empleo el próximo 31 de marzo.
Redacción
La noticia llegó a nuestra redacción el pasado martes. No entendíamos muy bien de qué se trataba. Supuestamente, en diciembre se había anunciado con bombos, pito y matraca la reactivación de la Planta Industrial Agua Pesada (PIAP).
El plan, decían, era de reactivar una de las unidades de producción para abastecer de agua pesada a las tres centrales atómicas en funcionamiento (Embalse Río tercero, Atucha I y Atucha II), hasta su cierre. Solamente esto, implicaba trabajo con tarea real para los actuales operarios que solamente realizan mantenimiento, y la generación de una mayor cantidad de puestos de trabajo.
Nuestra esperanza, estaba puesta, en que en el interín, se tomaran las decisiones políticas necesarias para que Argentina no abandona el plano energético nuclear basado en el uranio natural. Ciclo que nuestro país domina palmo a palmo, y es altamente conveniente para enriquecer nuestra matriz energética.
Asimismo, la segunda unidad de producción comenzaría paralelamente a ser adaptada para la producción de urea e hidrógeno. Es decir, fertilizante para la industria agropecuaria, y otros insumos derivados de la producción de “energías limpias”. Eso generaría una cantidad adicional de puestos de trabajo en obra y en ciclo; en primer lugar porque el reacondicionamiento implica un programa de tareas cercano a los cinco años.
Nuestros lectores ya saben que no somos muy entusiastas, respecto de las denominadas “tecnologías limpias”, porque no lo son tanto. Pero tampoco somos gorilas: será trabajo con cierta calificación para la población; en un contexto donde más de 15 millones de habitantes poseen una situación de empleo poco esperanzadora. La dirección de esa línea de desarrollo deberá ser conducida políticamente hacia canales convenientes, pero el trabajo es sagrado.
Sin embargo, todo esto al día de hoy estaría al borde de quedar en la nada. Los contratos y acuerdos que debían firmarse en enero aún duermen el sueño de los justos. Los distintos funcionarios del Gobierno nacional y de la provincia de Neuquén estuvieron todo el verano entretenido entre las vacaciones y la interna propia del año electoral.
En criollo: si no se pasan a nafta, el próximo 31 de marzo (el viernes que viene), se cae el contrato de servicios de los trabajadores que realizan el mantenimiento de la planta. Es decir, la fábrica no anda y sólo se hacen tareas de limpieza y conservación. Si se cae el régimen laboral de más de un centenar de personas que las llevan adelante, la PIAP de ser la mayor fábrica de agua pesada del mundo, pasará a ser un galpón abandonado.
Ante esto, 120 trabajadores se encuentran en Asamblea permanente, se cara a realizar acciones ante el peligro de la pérdida de sus empleos. Desde el gremio ATE, explicaron que tras los acuerdos de diciembre, en enero se deberían haber firmado los compromisos contractuales para la ejecución del presupuesto asignado para la reactivación y reacondicionamiento de la PIAP. Los mismo implicaban, asimismo, la continuidad del personal afectado.
El actual contrato que vence el próximo viernes 31, se trató en realidad de una “adenda por tres meses” al contrato de servicios original, de cara a que en esos 90 días el mantenimiento de la Planta continuara normalmente mientras se realizaban todos los preparativos para la nueva etapa. Sin embargo, además de las demoras, los trabajadores no hay recibido los pagos de los salarios de los dos primeros meses del año y nada asegura que puedan cobrar los haberes de marzo.
Según se comunicó, tales contratos se deben firmar entre Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI) con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). En diciembre del 2022 el gobernador Omar Gutiérrez y la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis, acordaron elaborar un plan de reactivación de la PIAP.
En su momento, Gutiérrez anunció que la provincia destinaría una partida de 1.000 millones de pesos para este plan en la PIAP, con motivo de que era una “decisión política del gobierno provincial de avanzar en la puesta en marcha del complejo industrial de Arroyito, uno de los más importantes del país». Además, la titular de la CNEA había afirmado con las dos líneas de producción, “se aplicaría una de ellas a la producción de 80 toneladas por año de agua pesada; mientras que la segunda línea se orientaría a la producción de Urea, proyecto en el cual se trabaja en la elaboración de un plan de negocios y participa también Y-TEC”.
Durante el día de ayer – jueves -, los trabajadores realizaron una volanteada sobre la Ruta Nacional 22, de cara a poder visibilizar el conflicto. Al momento de cierre de nuestra edición, no había novedades respecto de anuncios de parte del Ejecutivo neuquino o de la CNEA.
Fuente ATE-PIAP / La Mañana de Neuquén / Archivo Chasqui Federal