Vaca Muerta, Neuquén, el agua, Mekorot, Israel, petróleo, gas, energía, territorio, geopolítica, historia, y muchas cosas más en una nueva crónica de la entrega del patrimonio estratégico y la soberanía nacional.
Redacción
La información oficial dice que el pasado jueves 4 de abril, el gobernador de la provincia de Neuquén, Rolando Figueroa firmó el convenio marco de cooperación con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) para la elaboración de un plan maestro para el sector hídrico de la Provincia del Neuquén.
El mismo, forma parte del encadenamiento de distintos “convenios marco” de este mismo signo que se han firmado – o están por firmarse – por más de la mitad de las provincias argentinas con el CFI. ¿Casualidad? En absoluto. ¿Política pública nacional direccionada a la soberanía hídrica? Tampoco; más allá que las distintas firmas, anuncios y planes se enuncien en esos términos.
¿Qué encierran entonces estos acuerdos? Hagamos un poquito de memoria reciente, aunque podríamos remontarnos algo más de cuatro décadas atrás. Ya lo hemos publicado: durante los años 2021 y 2022, el gobierno nacional, a cargo de los Fernández Massa, comenzó a reconstruir un camino técnico-diplomático que reunió rápidamente el apoyo de casi todos los gobernadores, de cara a planificar e impulsar los distintos planes directores provinciales y regionales en materia de obras y infraestructura hídrica.
Más allá de algunos criterios para establecer prioridades, tal planificación, obras y puesta en marcha son absolutamente necesarias en nuestro país. Casi que ninguna de las distintas propuestas “sobra”. Si alguna duda invadiera la curiosidad del lector, alcanza con repasar los títulos de los desastres, daños, carencias y derivados que conllevan las sequías y las inundaciones extremas. La enumeración de todos y cada uno de los matices de este tema trascienden lo poco que abarca una nota periodística. Se trata fundamentalmente de transformar el territorio en pos del uso y cuidado del agua, porque – como hemos desarrollado en otras oportunidades -, el agua es territorio.
El asunto es que el impulso gubernamental no pasó por ahí. Ni cerca. Recordarán una de las primeras reuniones de los gobernadores del llamado “Norte Grande”, donde en palabras del entonces ministro del Interior, Eduardo De Pedro, se presentó la propuesta marco en conjunto con la embajadora del Estado de Israel en Argentina, donde se anunciaba que tales planes se llevarían adelante mediante un trabajo conjunto con la empresa estatal israelí Mekorot.
Recordarán también, las distintas comitivas encabezadas por De Pedro, donde acompañado de distintos gobernadores y funcionarios del CFI, iban y venían de Tel Aviv. En aquellas tierras, los paseaban por las aguas del Jordán y toda la serie de obras y sistemas de aprovechamiento del recurso hídrico.
Hay algo que debe reconocerse de Mekorot. Tal vez sean los que mejor y más alternativas tienen diseñadas para el manejo de cuencas y reservorios hídricos. Pero que lo hagan bien, no significa que sea conveniente para otros pueblos que no sea el del Estado de Israel.
Pregunten – cualquier cosa – a palestinos, sirios, jordanos y libaneses. Una parte fundamental del avance de Israel sobre los territorios habitados ancestralmente por esos pueblos, se pudo garantizar con la apropiación de las fuentes de agua y sus tierras circundantes. De allí, uno de los fundamentos para nuestra postura que define al agua como territorio.
Volviendo al asunto que nos ocupa hoy, Neuquén fue una de las provincias firmantes de aquellos grandes acuerdos marcos nacionales, que luego fueron particularizándose por provincia. En total, ya hay 14 con mayor o menos grado de avance, y dos más a por sumarse.
Monsergas
El cantito es más o menso el de siempre: la empresa nacional del agua de Israel, Mekorot, oficiará de “consultora” de cara a diseñar un plan de optimización para el uso del agua en la provincia de Neuquén – en este caso -, en beneficio de los habitantes de la provincia, y las distintas actividades productivas y sus empresas.
De hecho, el gobernador Figueroa cargó tintas en su discurso: “Poder manejar el agua en una provincia petrolera, en un país que pasó a ser petrolero gracias a Neuquén, es fundamental. [Es fundamental] que el agua que se maneja para la industria también se cuide y se optimice su utilización. Por eso, para nosotros es fundamental que en Vaca Muerta se comience a producir con un buen manejo del agua”.
Clarito el hombre. Argentina es petrolera y no una nación con recursos petroleros para su propio desarrollo. Y debe dotarse al complejo Vaca Muerta de una racionalidad en materia hídrica para potenciar su desarrollo. Dos ejes que se vienen “amasando” desde 2012/2013.
Es más, Figueroa, volvió a despacharse con la monserga de que el agua es un recurso provincial y están bajo su responsabilidad. Dijo además que, a partir del petróleo y el gas, el rol de la provincia para las próximas tres décadas es determinante: “Neuquén es una de las usinas del mundo y, sin lugar a dudas, le va a otorgar el superávit financiero y fiscal que necesita la Argentina. En los próximos años va a estar generando, a partir de la sustitución de importaciones energéticas, 20.000 millones de dólares de superávit, que equivalen a una pampa húmeda sin riesgo climático”.
Así, en función del acuerdo firmado con el CFI, la Provincia recopilará información sobre los recursos hídricos y en un plazo de 60 días la pondrá a disposición para el desarrollo del plan maestro. Lógicamente la información ya la tienen. Recordemos los impulsos de la provincia por cobrar un canon por uso de agua a las hidroeléctricas; como también el juicio que perdió un municipio neuquino por cobrarle una tarifa de uso de agua a una de las operadoras petroleras, a causa de extraer el recurso de los canales de riego destinados a la producción de frutas y hortalizas.
Con esa lógica, imagine el lector sobre qué vereda se parará el gobierno provincial ala hora de tener que interceder entre la población y las empresas. Ahí no hay Constitución que valga. De lo contrario, Mekorot no tendría el protagonismo alcanzado en el país.
Por lo demás, desde el CFI se comunicó que una vez reunida la información que proporcionará Neuquén, se incorporará a los acuerdos ya firmados con Mekorot. Además, mencionaron que “gestionarán la contratación de expertos nacionales que colaborarán con la israelita, para la transferencia del conocimiento”. Si hay algo que Argentina tiene y con sobrado conocimiento, son profesionales y personal calificado en materia de manejo de aguas tanto superficiales, como subterráneas y glaciares.
No hace falta Mekorot en Argentina. No conviene que Mekorot esté en Argentina. Pero la verdad es que Israel viene intentando establecerse en nuestro país desde la época de la construcción de grandes obras como “El Chocón”, “Alicurá”, o Salto Grande. En prácticamente medio siglo, las excusas y los motivos fueron tan diversos como las estrategias desplegadas.
Para terminar, sólo enumerar a los presentes en el acoto de firma del convenio. Toda gente conocida: el actual embajador de Israel en Argentina, Eyal SELA; el presidente de la Cámara de Comercio Argentino Israelí, Mario Montoto; el ministro jefe de Gabinete neuquino, Juan Luis Ousset; y la secretaria de Planificación y Vinculación Institucional, Leticia Esteves; y Diego Berger, director de proyectos de la empresa Mekorot, entre otros ilustres invitados.
La suerte está echada.
Fuente. Gob de Neuquén / CFI / +E / Archivo Chasqui Federal