Crónica breve, enumeración histórica y reflexión de la coyuntura actual boliviana y su relación con las naciones imperialistas del pasado, del presente y del futuro. Excelente del que recomendamos su lectura.
Por Albaro Gonzales Quint
Es usual escuchar cada 23 de marzo cómo la oligarquía anglochilena invadió el Litoral y despojó a Bolivia. Siempre me pregunté por qué los intereses ingleses se asentaron en Chile y no en Bolivia, país que era dueño de la rica costa. ¿Será que Melgarejo tuvo la culpa, cuando lo puso al embajador británico a dar vueltas en un jumento y luego la Reina Victoria nos borró, literal, del mapa?
La Pax Británica financió la colonización de Antofagasta. Uno de sus migrantes, John Thomas North, un ilustre pirata empresario, se convirtió en el Rey del Salitre y del agua potable; amasó una gran fortuna gracias a la Guerra del Pacífico y sus consecuencias.
También me contaron que la Guerra del Chaco fue promovida por dos empresas multinacionales del petróleo. La Shell en Paraguay y la Standard Oil, que se encontraba en Bolivia desde la década de 1920, era una operadora del imperialismo norteamericano que, además de negar su apoyo económico a Bolivia en la contienda, se dedicó a contrabandear millones de barriles de petróleo a la Argentina, a través del río Bermejo.
Aparecieron luego los amigos de Hitler. Hubo muchos en Bolivia que lo querían vencedor. El mundo bélico necesitaba estaño para la siempre próspera industria de armamentos, y en Bolivia se inventaron un Putch Nazi mediante una carta fraguada, enviada supuestamente por un fundador de Radepa, el mayor Elías Belmonte, desde la Embajada de Bolivia en Berlín, al jefe de la misión diplomática del régimen nazi en La Paz, llamado Ernst Wendler, en junio de 1941.
Alberto Osrtia Gutiérrez, uno de nuestros más preclaros diplomáticos era el Canciller. No podría haber creído en semejante y grosero ardid, sin embargo, el Servicio Secreto de Inglaterra exhibió la carta y se convirtió en un asunto de Estado. Querían apurar el ingreso de los Estados Unidos a la Guerra. Belmonte, expulsado del Ejército por alta traición a la patria, no pudo volver a Bolivia por largos años.
Estados Unidos tenía una dependencia total del estaño y el presidente Roosevelt quiso instalar refinerías en Texas, con miles de toneladas de estaño desde Malasia, pero Japón se adelantó y ocupó ese país. Vino la presión diplomática y Bolivia le cedió ingentes cantidades de estaño a los Aliados, es decir a Estados Unidos, y a precio bien democrático, léase barato. Luego el conflicto mundial se definió, entre otros, por el poderío atómico. Entonces Bolivia no ganó la guerra, pero las reservas de estaño ya estaban en los Estados Unidos, y le permitieron controlar el mercado y precio internacional por décadas.
Recibimos un nuevo regalo del espectro nazi, luego apoyado por la CIA: Klaus Barbie, muy importante en tiempos de las dictaduras y sus paramilitares. Don Hernán lo entregó a Francia ya en democracia.
¿Qué decir de los chinos? Eran lejanos y respetuosos. Hoy son muy osados y depredan lo que no es suyo. En su momento hubo un Partido Comunista ML y Maoista muy venido a menos con Don Motete Zamora. Desde el hermano Evo se les abrió las puertas de los grandes negocios. Zapata y CAMC fueron precursores. No vienen a nombre de la Revolución Cultural, pues son los mejores exponentes del Capitalism vulture y bien buitre. Compran, pero no invierten, a no ser para el saqueo.
No se llevan el guano, el salitre, el petróleo o el estaño. Se llevan el oro milenial y en avión, dejando muerte por mercurio. Nos inundaron de productos y la balanza comercial reporta déficit. China calladita nos vende tres veces más. Trajeron una nueva forma de gleba en el Mutún y tratan a nuestros compatriotas como esclavos. Se llevarán el litio dejando despojos y ninguna industria nacional.
El Gobierno, con un respeto reverente, los admira como salvadores del mundo, a su moneda el yuan como la liberación financiera planetaria, pero Bolivia seguirá pagando su deuda externa en dólares (China se convirtió en nuestro principal acreedor, y en verdes. Le debemos más que a todo el resto de países juntos, incluso los eximperialistas Reino Unido, Estados Unidos y Alemania). Si todavía podemos vender algo de gas, exigiremos dólares y no yuanes.
Claro, como potencia emergente, deberíamos ser parte del BRICS, socios de China finalmente, sin aprender las viejas lecciones de la historia y aunque la Pachamama, cualquier día, se enoje.
Fuente: Página 7