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Los proveedores de las provincias mineras vienen avisando que están trabajando a pérdida. Los contratos firmados con las empresas explotadoras y exportadoras de los productos del sector se han convertido en un lastre en función de la política cambiaria que favorece la venta externa. Se está dando el proceso Vaca Muerta: concentración en pocas manos de parte de los prestatarios y abastecedores.

Redacción

No se trató de adivinar, tirar algo hacia arriba sin fundamento porque “total hay tiempo para corregir”. Solamente consistió en hacer nuestro trabajo, evaluando el proceso a partir de una experiencia recientemente anterior, y con la misma vocación de proyección internacional con la que cuenta la minería en Argentina.

Lo que planteamos fue simple y el ejemplo de referencia fue el desarrollo de Vaca Muerta durante la última década. Repasemos rápidamente en pocas palabras.

Primero, reservadas comprobadas muy importantes de hidrocarburos no convencionales y con una manifiesta pretensión internacional por explotar las mismas. Segundo, un contexto inmediato estructural de mediana a baja escala según las dimensiones mundiales de explotación hidrocarburífera y “formateada” para el convencional. Tercero, proveedores de servicios con escaso poder de maniobra en cuanto a capital, frente a un horizonte inmediato de producción de dimensiones mucho mayores a las conocidas.

Cuarto, y final, se dio lo esperable: en la medida en que las multinacionales petroleras se iban instalando en Vaca Muerta, lo proveedores chicos fueron haciendo agua o simplemente quebrando por no poder cumplir con las nuevas exigencias; o no ser solventes para acceder las políticas de crédito; o directamente, los préstamos continuaban siendo insuficientes. Lo inevitable sucedió. Los proveedores con mejor posición fueron absorbiendo a los chicos, cuando no fueron directamente las propias multinacionales que instalaron en el país o crearon fácilmente firmas subsidiarias que las proveyeran de esos servicios.

Hace ya un par de años cuando a partir del “boom” del litio, también tuvo un reimpulso la minería metalífera, en ambos casos gracias aun fuerte impulso del Gobierno nacional a que la actividad se consolide y adquiera proyección internacional, advertimos que estaba todo dado para que se repita la experiencia Vaca Muerta, pero con el plano minero.

Lógicamente, las provincias saludaron con beneplácito el interés extranjero por la actividad y la venia del Ejecutivo Nacional. A medida que el proceso se fu consolidando, comenzaron las proyecciones internacionales y las exigencias hacia y para el desarrollo de proveedores. De hecho, en sendas giras, las secretarias de Minería y Energía – Fernanda Ávila y Flavia Royon respectivamente – mantuvieron reuniones con consultores, aseguradoras y cámaras internacionales de proveedores mineros de origen británico, de cara a escuchar ciertos condicionantes de cara a la explotación: los negocios se pueden hacer si hay servicios; si Argentina no tiene la capacidad de prestar los mismos, ellos están dispuestos a hacerlo. Así fue como funcionó en Vaca Muerta.

Desde nuestro país, se impulsaron distintas herramientas para el desarrollo de nuevos proveedores y el fortalecimiento de los ya existentes. Pero a medida que los distintos yacimientos avanzan en su desarrollo, la necesidad de servicios es cada vez concreta. Tal como se advirtió desde esta Redacción, lo no deseado comenzó a ocurrir: los proveedores trabajan sin margen y no pueden cumplir con los compromisos asumidos.

Durante el fin de semana se conoció la manifestación pública del sector proveedor de la provincia de Salta, una de las provincias que entre el litio y la explotación metalífera esta teniendo un volumen de actividad para el complejo minero de interesante proyección.

Según lo comunicado por la Cámara de Proveedores de Empresas Mineras de Salta (CaPeMiSa), varias de sus empresas miembros, están trabajando por debajo del punto de equilibrio, dado que las referencias financieras quedaron atrasadas ante la realidad cambiaria. Argumentan que los proveedores salteños que quedaron sujetos a contratos con mineras fijados al valor del denominado dólar oficial, hoy trabajan en una realidad “ficticia”

CaPeMiSa afirma que, tras la devaluación posterior a las PASO y los cambios en los regímenes de la política cambiaria, de disponer de un precio diferenciado que incentive las exportaciones – el “dólar minero” -, el tipo de cambio quedó confeccionado entre un 30% que aporta el valor del dólar financiero – el famoso «contado con liquidación», o “contado con liqui” – y el 70% restante en función del dólar oficial. El resultado, de cara a la exportación se conformó un valor por la divisa norteamericana de alrededor de $ 500.

Hasta ahí, todo fenómeno para el segmento exportador minero. Pero los proveedores quedaron “atados” bajo el régimen anterior y con el dólar oficial, cuyo valor ronda los 347 a 350 pesos.

Acá volvemos a lo dicho al principio, en función de cómo funciona la “realidad real” del sector. Las empresas prestadoras, para poder acondicionar sus servicios, deben adquirir, maquinarias, instrumental, insumos y demás bienes que en general son importados.

Entre todas las situaciones, dos son las más comunes. Si el proveedor al mismo tiempo se constituye en importador de tales vienes, debe pagar el impuesto País que en estos casos oscila entre el 25 y 30%. O sea, si el oficial está a 350, pasa a cotizar 437,50 pesos. Ahora, si el proveedor compra la mercadería extranjera al importador, la paga a precio de mercado interno. ¿Y que pasa? El cambio de cotización del dólar ya no utiliza la referencia del “oficial”, sino que se va al “blue” o al “MEP”, cuyas referencias promedias en casi 1.000 pesos. Es decir, al menos un 110% más.

Las explotaciones avanzan

Mientras tanto, las inversiones extranjeras de explotación avanzan a paso firme. La canadiense – asociada a capitales chinos como Chemphys -, Lithium South publicó un informe donde detalla que en el proyecto ubicado en Salta denominado Hombre Muerto Norte, se proyectan 1.583.200 toneladas equivalentes de carbonato de litio a 736 mg/l Li, y un 40% de aumento proyectado en la recuperación de litio al 70%.

Para fines del mes de septiembre pasado, la cotización de la tonelada de carbonato de litio, cotizaba en los 21.300 dólares en un contexto de exponencial caída de precios de dicho mineral. El promedio general de los once meses anteriores, había sido de alrededor de US$ 34.000 por tonelada.

La firma explica que el proyecto está compuesto por cinco concesiones ubicadas en salares que suman un total de 3.287 hectáreas y está ubicado en el Salar del Hombre Muerto de la provincia de Salta. El informe citado, se refiere a tres de esas unidades de explotación: Alba Sabrina (2.089 hectáreas), Tramo (383 hectáreas) y Natalia María (115 hectáreas).

La actividad metalífera también arroja buenos números para las exportadoras. En otro informe publicado por el portal especializado “Panorama Minero”, explica que los números que estaría manejando el proyecto Lindero son auspiciosos.

Lindero es una mina de oro a cielo abierto, también ubicada en Salta, que fuera adquirida por la empresa canadiense Goldrock Mines Corp, y es operada por la también canadiense Mansfield Minera S.A.. Ambas empresas son propiedad subsidiaria de la empresa Fortuna Silver Mines Inc., también del mismo país.

Según informa la fuente, la producción de lamina en el tercer trimestre del corriente año, disminuyó un 30% si se la compara con el mismo trimestre del año anterior. Sin embargo, y a pesar de que se espera que para el cuarto trimestre de 2023 el panorama no cambie, se trata de llegar a acceder a un sector con mayor proporción de oro.

Las cifras publicadas, hablan de una “ley de oro” de 0,62 gramos por tonelada de piedra volcada a la pila de lixiviación. Informan que de 1.467.578 toneladas, se obtuvieron 29.068 onzas de oro (aproximadamente 0,82 toneladas de oro).

El valor de la onza de oro al momento del corte del informe (29 de septiembre) era de 1.860 dólares/Oz.

Fuente: CaPeMiSa / El Tribuno / Panorama Minero / Minería & Desarrollo

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