La contraofensiva encaminada a derrocar los gobiernos revolucionarios de Burkina Faso, Mali y Níger, destruyendo así la alianza de estas naciones, que amenaza seriamente los intereses de Francia y sus socios, en África no se detiene. Por lo que estos tres países se han visto ante la necesidad de establecer un pacto de seguridad, para luchar, tanto, contra el terrorismo integrista, como contra el terrorismo colonial.
Por Guadi Calvo*
Mientras se conocía que los 1.400 efectivos franceses, que hasta hace pocos días el gobierno de Emmanuel Macron se negaba a retirar de Níger junto a su embajador, ese repliegue comenzará en breve. La decisión de Macron, podría leer, en una primera y superficial lectura, como un logro de la junta liderada por el general Abdourahamane Tchiani; quebrándole el brazo al presidente francés, quien bajo cualquier artilugio pretendía permanecer inicialmente hasta fin de este año, para después ver…
Los primeros militares franceses, que abandonaran el país saheliano, son los cuatrocientos efectivos de la base de Ouallam, al oeste del país, en el área de la triple frontera (Níger, Burkina Faso y Mali), centro de actividades e irradiación de la khatiba del Daesh, Sahil Wilāyat (Estado Islámico para el Gran Sahara).
De todos modos, los otros mil efectivos de base aérea de Niamey, la capital del país, permanecerán, casi seguramente, hasta finales de año.
También se conoció que el presidente de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani, se ha negado a recibir las tropas francesas que abandonan Níger: “No me parece, ni estratégica ni geográficamente, el mejor país para acoger a soldados dedicados a la lucha contra el terrorismo en el Sahel”. Los dichos de Ghazouani, tienen razones más importantes y secretas, por lo que su país está fuera del radar terrorista.
Mauritania, a pesar de que, en 2005, se convirtió en el primer país saheliano, en ser víctima de ataques terroristas, por parte del Grupo Salafista para la Predicación y Combate (GSPC), liderado por, el mítico Abdelmalek Droukdel, muerto en 2020, desde 2011, no se han vuelto a repetir esos ataques. Según Nouakchott, gracias a sus estrategias; aunque, algunas fuentes insisten en recordar, que los comandos norteamericanos, que asesinaron a Osama bin Laden, en su casa de Abbottabad, (Pakistán) habrían encontrado documentación que confirmaba, cierto pacto, entre las autoridades de Nouakchott y el emir de al-Qaeda. Otro dato significativo es el que, cuando Daesh, establece su franquicia de África Occidental, no incluye a Mauritania entre sus intereses. (Ver: Mauritania, libre del azote muyahidín).
Ya hemos visto, como la expulsión de Francia, de esas tres excolonias, han incentivado acciones políticas y militares en contra de esos gobiernos (Ver: Sahel, la contraofensiva imperial).
La contraofensiva imperial, sigue intensificando. En Mali, repentinamente diferentes organizaciones tuaregs, que conformaban la Coordinación de Movimientos del Azawad (CMA), anunciaron el mes pasado, el “estado de guerra” contra el gobierno del coronel Assimi Goita. Acusando a las FAMa (Fuerzas Armadas de Malí) que, apoyadas por mercenarios del Grupo Wagner, habían atacado sus posiciones.
Rápidamente, el grupo autodenominado Marco Estratégico Permanente (CSP) miembros de CMA, lanzó diversos ataques contra bases de las FAMa, en diferentes sectores del norte malí, como en Amoustarat, a escasos kilómetros de Tombuctú, y Nampalari, a más de cuatrocientos al noreste de Bamako.
Lo concreto es que una gran columna de la FAMa, se moviliza hacia la región de Kidal, en el norte del país, donde los rebeldes separatistas, se han hecho fuertes. Por lo que para los próximos días podrían producirse fuertes combates. El convoy del ejército, salió el lunes de Gao hacia aquella región, unos cuatrocientos kilómetros que se demoran en recorrer cerca de un día, y su objetivo principal serían recuperar las localidades de Tessalit y Aguelhok, para ocupar las bases, recientemente abandonadas por la MINUSMA (Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí). Dichos objetivos, tienen importancia estratégica, ya que desde allí se controlan las rutas hacia Argelia, aunque también, tiene un valor simbólico para Bamako. Allí en 2012 y 2014, el ejército sufrió derrotas humillantes a manos de los separatistas tuareg.
La rebelión tuareg del 2012, ha sido la génesis del actual conflicto, que hoy incendia el Sahel. La aparición, en ese escenario, de diferentes grupos fundamentalistas, que se unirían en 2017, bajo las banderas del Grupo de Apoyo al Islām y los musulmanes (al-Qaeda), por lo que con la excusa de su contención llegaría en 2013 la Operación Barkhane, con cinco mil efectivos franceses junto a unos cuarenta mil hombres de las FAMa, y en 2015, se sumaría, al conflicto el Estado Islámico para el gran Sahara, (Daesh), desde entonces nadie contuvo a los terroristas.
Es llamativo este nuevo levantamiento tuareg, que se estima, lo componen entre tres y cuatro mil hombres, que desde hace prácticamente doce años, no han tenido participación en combates, ni se les conoce su poder de fuego; por lo que, de ser ciertas las rápidas y exitosas operaciones contra las FAMa, estos grupos tendrían que no sólo haber recibido de manera secreta semanas de entrenamiento militar y más y mejor armamento y equipos de comunicación.
De ser así, ¿quién está en condición de haber colaborado con ellos? Inicialmente, habría que, descartar a los muyahidines, que más allá de no tener gran disponibilidad de armamento, ideológicamente no colaborarían con ninguna fuerza calificada con el más infamante de los apelativos, takfir (apostatas) lo que los integristas consideran de cualquier musulmán, y los tuaregs lo son, que no interpreten el Corán del mismo modo de ellos.
Por lo que, en este contexto, no quedan muchos agentes, que pudieran haber participado en el rearme tuareg, de no ser Marruecos, combinado con la Mossad actuando, por delegación de Francia.
Es interesante señalar que la región de Kidal, donde se han hecho fuertes, por sus características geográficas, ha sido, en lo largo de la historia, sumamente permeable al contrabando y particularmente en estos tiempos, al contrabando de armas llegadas desde Libia.
Mientras los tuaregs, siguen intentando establecer un frente de guerra contra Bamako, en ese mismo sector, el Grupo de Apoyo al Islam y los musulmanes (GAIM) asechan las ciudades de Gao, Menaka y Tombuctú, establecido cercos en torno a esas ciudades.
La prolongada crisis de seguridad en Mali, desbordó en 2016 a Burkina Faso, donde el gobierno revolucionario, del capitán Ibrahim Traoré, intenta sortear el doble peligro, del integrismo armado y la puja interna del ejército, donde diez días atrás, se neutralizó un intento golpe de estado, mientras continua los rumores de que algún otro estaría en marcha.
A un año de haber asumido el poder el presidente Traoré, además de expulsar a las tropas francesas, es quién, entre los nuevos líderes sahelianos, más se ha acercado a Rusia, al tiempo que asoma como el líder del nuevo frente anti colonial.
Aunque, más allá de su resolución, Traoré, poco ha podido hacer frente al principal drama de Burkina Faso, la presencia terrorista, que tiene prácticamente tomado todo el norte del país, y sólo en lo que va del año mataron a más de seis mil personas.
Níger, la piedra del escándalo
A medida que avanza el distanciamiento entre Niamey y París, tras el derrocamiento del presidente Mohamed Bazoum, el pasado julio, la actividad terrorista ha ido en constante aumento, superado incluso, desde entonces, las acciones en Mali y Burkina Faso, cuando en Níger, los ataques eran mucho más esporádicos, que en los otros dos países. En 2013, Níger, se convirtió en la plataforma de tránsito para las operaciones antiterroristas francesas en Mali, y centro del sistema de seguridad francés para esa región, por lo que la irrupción de un movimiento de militares nacionalista, no solo afecta ña estrategia militar de París, sino y fundamentalmente los importantes intereses económicos en ese país.
Por lo que el incremento del terrorismo, apunta en convertirse en una constante, con la decidida intensión de provocar un nuevo quiebre dentro del ejército, que depongan al gobierno del general Tchiani, para conseguir reinstalar el sistema que posibilitó a Francia, durante toda la historia, el saqueó de los recursos naturales nigerinos.
Los ataques terroristas han aumentado en los últimos días en el norte del país en regiones de Tillabery y Tahoua, ambas fronterizas con Mali y Burkina Faso.
Dos emboscadas tendidas, el lunes dos de octubre, por la Sahil Wilāyat, en Takanamat, a un convoy del ejército, cuando iban en socorro de un grupo de los guardias nacionales, sorprendidos en una primera emboscada.
Con un saldo definitivo de sesenta muertos, y un número no definido de soldados aún desaparecidos. Todos los caídos pertenecían a las fuerzas especiales. La khatiba que realizó los ataques, se moviliza de manera constante en una amplia zona que abarca desde Tillia hasta Menaka, (Mali).
La presencia de esta rama saheliana del Daesh, se habría fortalecido, según informan medios atlantistas, de manera considerablemente, en la zona de la triple frontera (Níger-Mali-Burkina Faso) desde la retirada de las fuerzas francesas de la Operación Barkhane. Aunque a lo largo de sus diez años de permanencia el ejército francés en esa región, los grupos wahabitas, jamás redujeron su actividad, sino todo lo contrario.
Por ejemplo, es bueno recordar que, en 2019, cuando la operación francesa estaba en pleno desarrollo, en Chinagodar e Inates, fueron asesinados por muyahidines del Daesh en menos de un mes, ciento treinta soldados. En diversos ataques, la franquicia del Daesh se cobró grandes cantidades de víctimas, en Indelimane (Malí) en noviembre del 2020, un ataque dejó 54 militares malíes muertos, en Inates (Níger) al mes siguiente, fueron 74 efectivos de una misión conjunta de fuerzas malíes y nigerinas en Tabankort (Mali). En esas fechas, en Gao, al este de Malí, murieron 24 efectivos del FAMa, y otros 29, resultaron heridos. Menos de un mes después, el 25 de diciembre cerca de Sanam, a unos 200 kilómetros de Niamey, una khatiba del Daesh, atacó un convoy de vehículos oficiales, dejando 18 guardias de seguridad muertos.
Estos ejemplos, casi elegidos al azar, pretenden destacar, que más allá de quien dirija las operaciones antiterroristas, el fenómeno, no se resuelve solo con más acciones militares, sino que se terminara con el terrorismo al igual que con la inmigración, masiva hacia Europa, solo cuando los responsables de la trágica y crónica crisis económica del país, abandonen sus hábitos colonialistas, y que mientras sigan operando en beneficio propio, el terrorismo, encontrar terreno fértil para seguir creciendo.
*Artículo publicado el pasado 6 de octubre. Debe haber evolucionado el conflicto descripto; aunque el tema Palestina ha ocupado la agenda de los analistas durante la última semana.
Fuente: Línea Internacional (Portal del autor en Facebook)