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Actores preponderantes para el complejo agropecuario argentino estiman que la oleaginosa recuperaría los niveles conocidos hasta hace cuatro campañas atrás. Se anticipan buenos márgenes y un mercado receptor.

Redacción

Las entidades privadas que nuclean la información directa de los avances y perspectivas productivas del complejo agropecuario, afirman que la campaña 2023-2024 de la soja, volverá a niveles conocidos previos a los ciclos de sequía de las cuatro temporadas anteriores. Se estima que la siembra de la oleaginosa superaría las 17 millones de hectáreas y con una perspectiva de obtener 50 millones de toneladas.

En tales pronósticos coinciden tanto la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), como la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Esta última añade, 400.000 hectáreas adicionales que hubieran sido destinadas al maíz temprano, pero que no se habría implantado por lo bajos perfiles de humedad que encontraban las regiones indicadas al momento previsto para la siembra de ese cereal.

Si bien el daño generalizado por la seca se sintió en la campaña 2022-2023, la última cosecha de soja considerada “normal” o “apropiada” se había dado en la temporada 2019-2020.  Recordemos que durante la campaña 2022-2023 el complejo sojero obtuvo algo más de 20 millones de toneladas, por lo cual, el pronóstico para la venidera anticipa rendimientos por encima del 140%.

Si bien desde la BCBA aseguran que tal predicción será posible si en las próximas semanas se dan las lluvias que con el volumen que se pronostican, otro de los factores por los cuales una gran parte del complejo vuelve ala soja, está dada por los márgenes que la oleaginosa está avizorando respecto de otros cultivos sustitutos como el maíz o el girasol.

En condiciones de cierta ecuanimidad, la inversión que se debe hacer para la siembra de soja es menor que para el maíz. Además, independientemente de los precios finales y los rindes potenciales, en las actuales condiciones climáticas irregulares, el paquete tecnológico aplicado a la soja – además de ser más barato – tiene mayor plasticidad. En criollo: el riesgo a perder es menor y las posibilidades de obtener un buen margen final son más probables.

Respecto de los precios, hay algo importante a observar. La soja pre-siembra cayó cerca de un 20% a nivel internacional; y el maíz cerca del 40%. Pero más allá de las cotizaciones internacionales d ellos cultivos, lo que bajó también en forma significativa son los insumos del paquete tecnológico.

Siempre comparando los valores en dólares norteamericanos, la urea y el fosfato diamónico presentaron bajas del 30% en relación con el periodo de pre-siembra del año pasado, mientras que, en la misma línea, el glifosato y el gasoil cayeron de manera más significativa, alcanzando un 54% y 28% menos.

De tal manera que, al momento de hacer las previsiones, se hacen fundamentalmente las cuentas. Allí radica la diferencia, ante un complejo que como hace 170 años – en el fondo – sigue atado al régimen de lluvias y no a una lógica de previsibilidad de factoría.

Fuente: Télam / BCBA / BCR

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