Columna destinada a mover la cabeza. Si temes hacerlo, no la leas. Un pasaje del Programa del ‘68, decía más o menos así: “Durante años nos exigieron sacrificios. Nos aconsejaron ser austeros. Lo fuimos hasta el hambre. Nos pidieron aguantar un invierno. Aguantamos diez”. A continuación, La Falda – Huerta Grande – 1° de Mayo.
El Editor Federal
Dados los acontecimientos que corren por estos días, volver a los principios de la convertibilidad es inevitable. Por entonces también se le reclamaba al Movimiento Obrero Argentino “más músculo” ante el desguace del Estado Empresario argentino que hacia 1991 daba los primeros pasos hacia el abismo.
Trajimos para compartir un extracto de un trabajo de Guillermo Gallo Mendoza, titulado “Los Programas Históricos del Movimiento Obrero Argentino”*. El artículo no es más que un “esquema” de lo se esperaba de ellos, dados los antecedentes el Movimiento Nacional.
Lo compartimos.
1. LA FALDA
El golpe del 16 de septiembre de 1955 tuvo respuestas en las movilizaciones de las bases, asambleas en fábricas, huelgas y sabotajes, mientras que los «libertadores» intervinieron a la CGT, asaltaron sindicatos, inhabilitaron miles de dirigentes y encarcelaron otros tantos. El objetivo del golpe era la de implementar el plan Prebisch, favorable a la oligarquía y los monopolios. Se liquidó el IAPI, empresas estatales de DINIE y se derogó por decreto la Constitución de 1949. En los años 1956 y 57 la lucha por la recuperación de los gremios se centró principalmente en los sindicatos industriales. Surgieron nuevos dirigentes, como Andrés Framini, Dante Viel, Natalini, Sebastián Borro y Atilio López, entre otros. La recuperación de sindicatos y delegaciones regionales posibilitaron la creación de la intersindical que el 12 de julio de 1957 lanzó un paro general, acatado en todo el País. La intersindical reunió a 94 gremios, de los cuales desertaron 32 (sindicalismo amarillo), dando lugar al nacimiento de las 62 Organizaciones.
En el mismo año, la dictadura convocó a Constituyente para reformar la Constitución de 1949. El Peronismo proscrito llamó a votar en blanco, siendo acatado por más de dos millones de electores.
En el marco de resistencia obrera y lucha política del Peronismo contra las proscripciones y la entrega, la CGT de Córdoba convocó a un Plenario Nacional de Delegaciones Regionales de la CGT y de las 62 Organizaciones, en la localidad de La Falta, donde aprobó un Programa de Gobierno antioligárquico y antiimperialista, algunos de cuyos puntos fueron los siguientes:
a) Comercio exterior
– Control Estatal del comercio exterior sobre las bases de la forma de un monopolio Estatal
– Control de los productores en las operaciones comerciales con un sentido de defensa de la renta nacional
– Ampliación y diversificación de los mercados internacionales
– Planificación de la comercialización teniendo presente nuestro desarrollo interno
– Integración económica con los Pueblos hermanos de América Latina
– Política de alto consumo interno; altos salarios, mayor producción para el País con sentido nacional
– Desarrollo de la industria liviana adecuada a las necesidades del País
– Incremento de una política económica tendiente a lograr la consolidación de la industria pesada, base de cualquier desarrollo futuro
– Soluciones de fondo, con sentido nacional a los problemas económicos regionales sobre la base de integrar dichas economías a las reales necesidades del País, superando la actual división entre provincias ricas y provincias pobres
– Control centralizado del crédito por parte del Estado, adecuándolo a un plan de desarrollo integral de la economía con vistas a los intereses de los trabajadores
– Programa agrario, sintetizado en expropiación del latifundios y extensión del cooperativismo agrario, en procura de que la tierra sea de quien la trabaja
b) Para la Justicia social
– Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional, mediante la participación efectiva de los trabajadores:
– En la elaboración y ejecución del plan económico general, a través de las organizaciones sindicales
– Participación en la dirección de las empresas privadas y públicas, asegurando, en cada caso, el sentido social de la riqueza
– Control popular de precios
– Salario mínimo, vital y móvil
– Previsión social integral
– Estabilidad absoluta de los trabajadores
c) Para la Soberanía Política
– Fortalecimiento del Estado Nacional Popular, tendiente a lograr la destrucción de los sectores oligárquicos antinacionales y sus aliados extranjeros, y teniendo presente que la clase trabajadora es la única fuerza Argentina que representa en sus intereses los anhelos del País mismo
– Dirección de la acción hacia un entendimiento integral con las naciones hermanas latinoamericanas
– Acción política que reemplace las divisiones artificiales internas, basadas en el federalismo liberal y falso
– Solidaridad de la clase trabajadora con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos
Política internacional independiente
2. HUERTA GRANDE
La gran presión popular y la agudización de la crisis obligaron a la oligarquía a dar por finalizada la etapa encabezada por los dictadores Aramburu – Rojas, convocando a elecciones generales con la participación sólo de los partidos «democráticos» y la absoluta proscripción del Peronismo a cuyos adherentes les quedaba sólo la posibilidad de votar en blanco u optar por el mal menor respecto a los partidos «democráticos».
El razonamiento de la oligarquía consistía en que el Movimiento Peronista se iría disgregando, lo que daría oportunidad, a los otros partidos, de conseguir el apoyo de dirigentes gremiales a través de persuasión, presión, dádivas y corrupción. Esta política fue seguida por Frondizi – Frigerio, dando lugar al surgimiento de la tendencia «integracionista» en el sindicalismo, encabezada por Eleuterio Cardozo. Luego sería Vandor quién más se adaptaría al nuevo escenario político.
Así, en 1958 los votos Peronistas se dividieron entre los emitidos en blanco y los que apoyaron a Frondizi, debido al compromiso de éste de devolver la CGT y sancionar una ley de asociaciones profesionales que respetara la estructura y principios del sindicalismo nacional, entre otras promesas que fueron rápidamente incumplidas.
Así, ya en enero de 1959 debió enfrentarse a una huelga general de solidaridad con los obreros del frigorífico municipal Lisandro de la Torre (que se oponían a la privatización), lanzada por las 62 Organizaciones. Frondizi respondió poniendo en marcha el tristemente célebre Plan CONINTES que desató una represión masiva contra los Trabajadores, dando inicio a una etapa de violenta lucha contra la represión y el régimen pro-imperialista. La defensa de la Soberanía Nacional y la reconquista de la CGT constituyeron las grandes banderas del movimiento obrero que alcanzó en marco de 1961 la devolución de su central sindical.
En lo político, en el año 1962 el Movimiento Peronista se preparó para enfrentar al régimen dentro de sus propias leyes y armas, librando la batalla electoral para elegir gobernadores y legisladores provinciales. Como resultado de ello, el 18 de marzo, no obstante, la defección de dirigentes sindicales como Vandor (Metalúrgico) y de políticos como Iturbe, el Peronismo consiguió un aplastante triunfo en la provincia de Buenos Aires, llevando como candidatos a trabajadores como Andrés Framini (textiles), a Gobernador, Sebastián Borro (Frigorífico Nacional), Jorge Di Pascuale (Farmacia), Roberto García (Caucho) y Eustaquio Tolosa (Portuarios) a diputados nacionales, entre otros. Los «democráticos» respondieron anulando el resultado que expresaba en las urnas la voluntad popular.
Sobreviene el derrocamiento de Frondizi por los militares, poniendo en su lugar al Presidente del Senado, el Dr. Guido, ya que aquellos no se decidían a tomar directamente el gobierno
Se realiza en Huerta Grande (Córdoba) un Plenario Nacional de las 62 Organizaciones, aprobando un Programa que implicó una profundización de los contenidos antioligárquicos del Peronismo, expresados en un discurso de Andrés Framini.
El mencionado Programa expresaba la voluntad y decisión de:
2. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario Estatal y centralizado
3. Implantar el control Estatal sobre el comercio exterior
4. Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderúrgica, electricidad, petróleo y frigoríficos
5. Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales
6. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del Pueblo
7. Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción
8. Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación
9. Implantar el control obrero sobre la producción
10. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales
11. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.
3. EL PROGRAMA DE LA CGT DE LOS ARGENTINOS
Este Programa constituyó uno de los resultados de la lucha contra la dominación oligárquico-imperialista y fue elaborado en los tiempos de la «dictadura de los monopolios», como se denominó a la mal llamada «revolución argentina» que encabezó Onganía a partir del golpe del 28 de junio de 1966. En estos tiempos se acentúo el proceso de dependencia ocasionando una brutal etapa de reajuste económico como instrumento que garantizaba la profundización de la política de concentración monopólica. Las economías regionales virtualmente quebradas, los cierres de ingenios azucareros, la crisis de las PYME fueron algunas de las consecuencias de la política económica conducida por Adalbert Krieger Vasena.
Para eliminar oposición a la implementación de su programa, la dictadura disolvió los partidos políticos, eliminó las legislaturas, intervino las organizaciones gremiales y reprimió violentamente la protesta social, cobrando sus primeras víctimas en Córdoba (Santiago Pampillón) y Tucumán (Hilda Guerrero de Molina).
En los últimos meses del año 1967, con el retiro de la personería gremial a varias organizaciones sindicales (portuarios, textiles, ferroviarios, telefónicos) y la amenaza de la creciente desocupación, se posibilita el desarrollo de una intensa gestión negociadora con la dictadura, gestión que es encabezada por la burocracia sindical «vandorista», pero también por los «participacionistas» que encabezaban Rogelio Coria (UOCRA), Armando March (Comercio) y Loholaberry (Textiles); mientras otros dirigentes y sus sindicatos continuaban con una oposición inflexible al gobierno, conducidos por Peronistas combativos como Amado Olmos (Sanidad) y Raimundo Ongaro (Gráficos), además de nucleamientos independientes.
Al aproximarse la fecha de la reunión del Congreso Normalizador de la CGT, en marzo de 1968, se manifiestan dos posiciones: a) los que buscaban el reconocimiento del gobierno y no admitían la participación de los sindicatos intervenidos por su luchas reivindicativa, y b) los que sostenían que, como la reunión era soberana, no debía ser tenida en cuenta la opinión oficial y se debía permitir el acceso de los sindicatos privados a su personería gremial.
No obstante la oposición realizada por los seguidores de Vandor (UOM) y Alonso (Vestido), así como por el Secretario de Trabajo Rubens San Sebastián, se reunió el Congreso denominado «Amado Olmos», que designó un nuevo Consejo Directivo encabezado por Raimundo Ongaro (Gráficos), secundado por Julio Guillán (FOETRA) y Ricardo De Luca (Navales), dando origen a la «CGT de los Argentinos».
En respuesta a ello, Vandor, Alonso y Pomares (Bancarios) convocaron a un Congreso paralelo instando a la participación con el gobierno.
El 1º de mayo de 1968 la CGT de los Argentinos dio a conocer el Programa que se inserta a continuación:
«Los trabajadores de nuestra Patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras. Para ello retomamos pronunciamientos ya históricos de la clase obrera Argentina, a saber:
– La propiedad sólo debe existir en función social
– Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no solo en la producción sino también en la administración de las empresas y en la distribución de los bienes
– Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados
– Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos
– Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie
– Sólo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja
– Los hijos de obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de la educación de que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas».
El Programa fue acompañado con un mensaje que, en síntesis, expresó lo siguiente:
Durante años nos exigieron sacrificios. Nos aconsejaron ser austeros. Lo fuimos hasta el hambre. Nos pidieron aguantar un invierno. Aguantamos diez.
Un millón y medio de desocupados y subempleados es la consecuencia de la política económica de este gobierno elegido por nadie. La clase obrera vive su hora más amarga. Convenios suprimidos, derecho de huelga anulado, gremios intervenidos, conquistas pisoteadas, personerías suspendidas, salarios congelados.
La mortalidad infantil es cuatro veces mayor que en los países desarrollados y veinte veces mayor en áreas de Jujuy; más de la mitad de la población está parasitada por la Anquilostomiasis en el Litoral Norteño; 40 % de los chicos de Neuquén padecen de bocio; la tuberculosis y el Mal de Chagas causan estragos en numerosas provincias; la deserción escolar en el ciclo primario alcanza al 60%; las puertas de los colegios secundarios están entornadas para los hijos de los trabajadores y definitivamente clausuradas las de la Universidad. La década infame de los años 30 resucita en todo el País con su cortejo de miseria y de ollas populares.
A los desalojos rurales se suma ahora la reaccionaria ley de alquileres, que coloca a decenas de miles de comerciantes y pequeños industriales en situación de desalojo, cese de negocios y aniquilamiento del trabajo de muchos años.
No queda ciudad en la República sin numerosas villas miserias, donde el consumo de agua potable y energía eléctrica es comparable al de las regiones interiores del África. Un millón de personas se apiñan alrededor de Buenos Aires en condiciones infrahumanas, sometidas a un tratamiento de ghetto, y las razzias nocturnas nunca afectan las zonas residenciales donde algunos «correctos» funcionarios ultiman la venta del país y jueces «impecables» exigen coimas millonarias.
Si un destino de grandeza, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidación de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qué duda cabe de que los aceptaríamos en silencio?.
Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del País a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. La empresa que en 1965 alcanzó la cifra más alta de ventas en el país, en 1968 dejó de ser Argentina. Viejas actividades nacionales, como la manufactura de cigarrillos, pasaron en bloque a intereses extranjeros. El método que posibilitó este escandaloso despojo no puede ser más simple. El gobierno, elegido por nadie, rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva, el «dumping», los fabricantes nacionales se hundieron. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros, ejecutaron luego a los deudores. Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega. Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada nacional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera.
Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros Derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas de la lucha.
* Extraído de «Notas respecto a la parte de una historia muy parcialmente difundida», artículo firmado por el autor en 1991, y publicado en el ya desaparecido portal www.argentinazo.com.ar
Fuente: El Ortiba / Archivo Chasqui Federal