Hubo revuelo en el Mercado de Cañuelas al inicio de la semana. Los distintos eslabones de la cadena ganadera se responsabilizan entre sí y apuntan contra el Gobierno. Agricultura desmiente sin que nadie los tome en serio, y el precio de la carne sigue sin bajar.
Redacción
Los problemas derivados del no ejercicio de la actividad, tienen episodios como el que se desarrolló durante el paso martes en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (MAC), reemplazante del centenario Mercado de Liniers. Lo sucedido fue “de libro”: un supuesto apriete de parte de autoridades gubernamentales para que los precios de venta de hacienda no superen determinada barrera; lo cual – como toda la vida – generó un importante revuelo en todos los sectores de la cadena, fundamentalmente en los productores y consignatarios.
¿Qué sucedió? Durante las primeras horas del pasado martes, los operadores del MAC leyeron un mensaje de texto que decía más o menos lo siguiente: “Buenas noches, se informa que a partir de mañana se sugiere no pagar más de 999 pesos el kilo en pie en el mercado con las matrículas propias y las demás. Cualquier operación que supere dicho importe por favor realizarla por otra vía alternativa. NO PUEDE SUPERARSE EL PRECIO DE $ 999, se corre el riesgo de que PROCEDAN A LA BAJA DIRECTAMENTE DE LAS MATRICULAS”.
En criollo, el mensaje “sugería” que las operaciones de compra venta de los distintos remates no superaran la barrera de los $ 1.000 pesos por kilo vivo.
Automáticamente, surgieron las versiones oficiales, las del sector privado y sus derivados. El Gobierno desmentía la autoría del mismo; las entidades ganaderas (y los medios especializados) acusaban de intento de intervención del mercado; los matarifes manifestaban el alto perjuicio que tales mensajes anónimos causan en la actividad; y al mismo tiempo, todos los demás – menos ellos mismos, se entiende – no descartaban que tal “sugerencia” proviniese de los propios matarifes de cara a poder operar más barato y tener una semana pos-electoral relativamente estable.
¿Cómo funciona la cadena ganadera? Para aquellos que no estén al tanto, el asunto es más o menos así: están los productores ganaderos en sus diferentes fases (cría, engorde, etc.); los consignatarios de hacienda (intermediario entre el productor y el mercado); los matarifes (generalmente los compradores de ganado en pie que luego envían a los frigoríficos para su faena); los frigoríficos; la distribución a puntos de venta (que también hacen los matarifes y los frigoríficos, según el caso y la infraestructura que cada cual posea); y finalmente, supermercados y carnicerías.
Hay más actores, pero los eslabones básicos de la cadena son esos.
¿Qué fue o de dónde provino ese mensaje? Tampoco se sabe del todo. Lo importante en todo caso serían los resultados.
Según la información publicada por el MAC, salvo en los ganados de primera calidad, el resto mantuvo los niveles de la semana pasada y no superaron el techo de los precios “sugeridos”.
Cosa que reforzó la teoría de la mano interventora estatal en el asunto, particularmente señalando a dos funcionarios: uno, Luciano Zarich, subsecretario de Mercados Agropecuarios desde marzo de 2021, de quien depende la ex Oficina de Control Comercial Agropecuario (ONCCA) y el Registro Único de la Cadena Agroalimentaria (RUCA) (Registro de Operadores); y encargado de regular las exportaciones de productos agropecuarios – sean carnes o granos -, y por ende, manejar con cierto criterio desconocido para las mayorías de repercusión en los precios de mostrador al público.
El otro, el propio Guillermo Michel, titular de la Aduana, y a cargo de la Unidad de Control de Precios; de quién Zarich dependería políticamente.
Como desde el ámbito del complejo agropecuario, todo ese tipo de relaciones y conexiones se conocen, algunos sectores apuntaron directamente sobre el responsable de la Aduana.
Por ejemplo, desde Confederaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), una de las principales entidades vinculadas a la actividad, la hicieron corta: “defenderemos la normal operatoria del Mercado Físico de Ganados, el cual es una importante referencia de los valores del precio de la ganadería en todo el país y rechazamos la intervención e imposición de precios de sugerencia o al oído”.
¿Qué efectos reales sobre el precio de la carne puede tener todo esto? Es indeterminado, porque en algún punto es una pulseada permanente, donde no siempre gana el más fuerte sino el que puede manejar mejor la tensión y la tracción.
Lo que seguramente no va a suceder, es que el precio de la carne en el mostrador baje. No se haga ilusiones.
Otras repercusiones serán que los productores no envíen hacienda al mercado, o que los matarifes (como principales compradores) realicen sus maniobras; y que mientras tanto se avive la discusión sobre quiénes acceden a los cupos de exportación.
En definitiva, si dicho mensajito con “sugerencias” provenía del Gobierno, de los matarifes, de los consignatarios, o de quién sea, ya poco importa. El Gobierno tardo en poder reencausar el conflicto, mandando al secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación a desmentir las versiones y no mucho más.
¿Cómo se podría evitar este tipo de reyertas innecesarias en la cadena? Desde y con el mero ejercicio de la actividad, total o parcialmente.
Es decir: que el Estado posea desde campos propios de cría y engorde, hasta puntos de venta al público. Eso sería integrar la cadena verticalmente y podría competir como un actor más en el mercado con sus propias vacas. También podría hacerlo parcialmente activando en alguno de los eslabones de la cadena descriptos más arriba.
Lo que de seguro no puede seguir haciendo, es actuar de mero espectador/contralor/recaudador. En el actual estado de situación, es continuar favoreciendo a los eslabones y protagonistas con posición dominante en la actividad.
Y no hay muchas excusas a esta altura del campeonato. Los precios en la carnicería están a la vista. Los conocemos todos.
Fuente: SAGyPN / MAC / CARBAP / NA / Bichos de Campo