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Tiemblen los Tiranos 123: Poner en libertad a la amada Patria

Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. El 15 de mayo se cumplen 2012 años de los comienzos de la independencia paraguaya. Una “victoria diplomática” de Manuel Belgrano, que en realidad contenía una de las primeras manifestaciones contundentes de federalismo en nuestro territorio.

El Editor Federal

La tranquila vida colonial paraguaya, de comienzos del siglo XIX, se vio turbada entre 1810 y 1811 por diversos acontecimientos exteriores que repercutieron en ella.  En primer lugar, la invasión de la península ibérica por los ejércitos napoleónicos, que dejó caduco el poder central.  Luego, la revolución del 25 de mayo en Buenos Aires, que buscó proyectarse hacia todas las provincias que integraban el Virreinato del Río de la Plata.  Asunción se rebeló en 1811 por las mismas razones que Caracas, Charcas y Buenos Aires.

El nuevo mundo maduraba tempranamente. Una minoría selecta, imbuida de la filosofía moderna y contagiada por los ejemplos de las revoluciones francesa y norteamericana, propugnaba por la emancipación, siquiera usara en los primeros momentos la máscara del juramento de fidelidad a Fernando VII.

En el Paraguay ese partido estaba integrado por criollos educados en Buenos Aires y Córdoba, por sacerdotes de regular cultura y por algunos jóvenes militares que tuvieron actuación en la defensa de Buenos Aires contra los ingleses y en la resistencia contra el ejército de Belgrano.  Rodeados de prestigio heroico, estos soldados fueron los realizadores del pensamiento.

La Junta constituida en Buenos Aires, a raíz del 25 de mayo, por circular del 27, pidió su adhesión al Paraguay y el envío de un diputado al Congreso en que se reunirían los representantes de todo el Virreinato.  Al mismo tiempo llegaba por vía Montevideo la circular de la Regencia peninsular.  El Gobernador, D. Bernardo de Velasco y Huidobro, convocó a una Junta General de vecinos, para determinar la conducta de la provincia ante tan graves sucesos.

La Junta de Buenos Aires, apremiada en asegurarse la cooperación de todas las provincias, incurrió en el error de enviar al Paraguay como emisario al coronel José de Espínola y Peña, paraguayo, que gozaba de pocas simpatías entre sus coterráneos y que despertó la desconfianza de los realistas crudos.  Espínola tuvo que salir huyendo.

El 24 de julio de 1810 se reunió en el Real Colegio de San Carlos, la anunciada Junta General.  Se dio lectura a un manifiesto del Cabildo y en medio de aclamaciones fueron aprobadas las siguientes resoluciones: (1)

1) Reconocer el Supremo Gobierno de la Regencia, como representante de Fernando VII.

2) Guardar armoniosa correspondencia y fraternal amistad con la Junta de Buenos Aires, sin reconocer su superioridad.

3) Formar una Junta de Guerra (2).

El primer punto era un triunfo netamente realista, puesto que daba satisfacción a la circular recibida del Consejo de la Regencia, por vía Montevideo-Misiones.  Asimismo, la resolución de formar una junta de guerra era una prevención, en vista de las noticias recibidas de las pretensiones de la princesa Carlota Joaquina, sediciente heredera de su hermano Fernando, prisionero de Napoleón.

La Junta de Buenos Aires inició una política de amenazas contra el Paraguay.  Cerró la comunicación fluvial y decretó la separación de las Misiones de la dependencia asunceña, vale decir, pretendió aislar al Paraguay para someterlo (3).

En el mismo año decidió enviar una expedición militar al mando de Manuel Belgrano.  El Paraguay resistió.  Belgrano fue vencido en las batallas de Paraguarí (19 de enero) y Tacuarí (9 de marzo) por las fuerzas provinciales dirigidas por el teniente coronel Manuel Atanasio Cavañas.  Firmó una capitulación honrosa y repasó el Paraná.  Le acompañaron hasta Corrientes varios oficiales paraguayos.  Desde Candelaria envió dinero para las viudas y huérfanos de los soldados muertos en las dos acciones, gesto de nobleza que le captó muchas simpatías.

En el viaje inició conversaciones con sus acompañantes, a quienes explicó el alcance de la expedición, les garantizó la autonomía de la provincia y les prometió facilidades para el comercio, sujeto entonces a odiosas restricciones, como el Puerto Preciso de Santa Fe, el estanco, etc.  Cambió correspondencia con Cavañas y cultivó la amistad del comandante Fulgencio Yegros, cuya personalidad comenzaba a despuntar como el caudillo militar criollo. (4)

Entretanto declinaba el sol de los hombres del viejo régimen.  Al iniciarse la batalla de Paraguarí, Velasco huyó en forma poco digna hasta la cordillera de los Naranjos.  El mayor Juan de la Cuesta huyó también de Paraguarí, antes de decidirse la acción, y llevó a Asunción la falsa noticia de la derrota de los paraguayos.  Los miembros del Cabildo y las familias españolas asaltaron los buques surtos en el puerto, y cargaron en ellos sus riquezas para escapar.  Entretanto los criollos acudieron a los cuarteles para armarse y defender la Capital.  Los jefes criollos crecieron en prestigio al finalizar la campaña. (5)

Algunas medidas desacertadas completaron el desprestigio de Velasco y de sus allegados, como la censura formulada en el seno del Cabildo a la capitulación de Belgrano (6) y la remisión de los prisioneros argentinos a Montevideo, en lugar de ponerlos en libertad. (7)

Los españoles no apreciaban con exactitud los acontecimientos ni la naciente solidaridad de los criollos del continente.  Tacuarí fue una resistencia colectiva, pero los paraguayos no iban a ser llevados a la guerra contra la tendencia emancipadora.  Surgía una conciencia nacionalista-criolla.

El espíritu revolucionario ganaba la provincia.  En Villa Real, el Dr. José Mariano Báez, José de María y el Pbro. José Martín Sarmiento se pronunciaban contra el régimen y criticaron el reconocimiento de la Regencia, declarado por el Congreso del 24 de julio.  El Dr. Manuel Granze, de Yaguarón, fue sospechado de conspirar.  El 4 de abril fue descubierto un complot encabezado por los jóvenes Manuel Hidalgo y Pedro Manuel Domecq, en connivencia con Vicente Ignacio Iturbe (8), quien aparece desde los primeros momentos como el precursor de la revolución, su agente más decidido.  Iturbe habló ya del movimiento a la vuelta de Tacuarí, donde actuó con brillo.  Otro movimiento de mayor envergadura se preparaba, con la jefatura de los comandantes Yegros, de Itapúa, y, posiblemente, Cavañas, que residía en su establecimiento de las cordilleras.  Indicio comprobatorio de ese movimiento fue el estallido casi simultáneo de la revolución, en Asunción, Corrientes (ocupada entonces por los paraguayos), donde se levantó Blas J. Rojas, e Itapúa, del comando de Misiones.  Otro indicio es que el comandante Yegros, sindicado como Jefe, llegó a Asunción el 21, en un plazo breve que muestra su connivencia con los autores del golpe.  A la sazón estaba en Itapúa, a más de 350 km de la Capital.  Yegros venía a ponerse al frente del movimiento y recibió un aviso de Caballero, en Timacá.  Un enigma de la historia constituye la no intervención del coronel M. A. Cavañas, jefe posiblemente iniciado en el movimiento, como revela su correspondencia con Belgrano y Blas José Rojas. (9)

La Revolución de Mayo en el Paraguay

Un suceso imprevisto apresuró los acontecimientos.  El general Diego de Souza, Capitán General de Río Grande del Sur, había enviado como emisario confidencial al Tte. José de Abreu, para ofrecer su apoyo al Gobernador Velasco.  El realismo refugiado en el Cabildo recibió con complacencia el ofrecimiento.  Velasco hesitó ante la responsabilidad, pero terminó aceptando que las fuerzas portuguesas ocuparan las Misiones de la margen izquierda del Paraná, para interponerse entre el Paraguay y Belgrano, que a la sazón actuaba en la Banda Oriental y pasar la mano en caso necesario. (10)

La noticia de las gestiones de Abreu alarmó a toda la ciudad.  El 13 de mayo sesionó el Cabildo para escuchar el informe del Gobernador.  Se susurraba la existencia de una conspiración.  Los patriotas ante el doble peligro de la cooperación portuguesa y el de ser descubiertos, resolvieron precipitar los acontecimientos en ausencia de Yegros. (11)

En la noche del 14 de mayo, Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio Iturbe y otros compañeros, se presentaron al cuartel de la plaza y se apoderaron de él en connivencia con el oficial de guardia, Mauricio José Troche.  Pusieron en libertad a más de treinta presos políticos (12), e iniciaron las medidas revolucionarias.  Quedaba en pie, fiel al Gobernador, el Cuartel de los Miñones y la guardia de Velasco.  Se intentó una débil reacción de los allegados de Velasco.  Una patrulla realista comandada por el mayor Cabrera fue arrestada por Iturbe.  Al comandante Gamarra le cerraron las puertas del cuartel cuando se presentó para averiguar noticias.  Lo mismo al fraile español Cañete, que intentó hacer desistir a los rebelados.  El 15 de madrugada, el capitán Caballero envió la primera intimación a Velasco por intermedio del alférez Iturbe.  Exigía la entrega de todas las armas, la admisión de dos Diputados adjuntos al Gobernador, que serían designados por el cuartel general, la separación de los funcionarios españoles Benito Velasco y José de Elizalde y de todos los miembros del Cabildo, así como del comandante José Teodoro Fernández.  Además de ello, imponía que Abreu no abandonara la ciudad sin su conocimiento, ni que buque alguno saliera de Asunción antes de la llegada de los oficiales de la plana mayor.

Velasco contestó en términos vagos.  Negó rotundamente el acuerdo con Abreu y procedió a quemar las comunicaciones.  Caballero insistió, en una corta esquela, en el envío de los documentos de Abreu y en la entrega inmediata de las armas.  Luego ordenó la salida de la tropa a la plaza, con las seis piezas de que disponía.  Dos disparos de artillería subrayaron la firmeza de la resolución.

Convencido de la inutilidad de toda resistencia, el Gobernador español tuvo que aceptar las condiciones dictadas por Caballero.  A la tropa de línea se había unido la masa del pueblo.  Al atardecer fue izada la bandera.  Veintiún cañonazos saludaron el triunfo de la revolución.  El 16 fueron designados para integrar el triunvirato, el Dr. José Gaspar de Francia y el capitán Juan Valeriano de Zevallos “hasta que el cuartel con los demás vecinos de la provincia arreglen la forma de gobierno”.  Francia y Zevallos prestaron juramento en el patio del cuartel.  Suscribieron esta primera acta, que es como la fe de bautismo de la República: Pedro Juan Caballero, José Gaspar de Francia, Juan Valeriano de Cevallos, Juan Bautista Rivarola, Carlos Argüello, Vicente Ignacio Iturbe, Juan Bautista Acosta y Juan Manuel Iturbe (13).  El 21 llegó a la ciudad el Tte. coronel Fulgencio Yegros, quien fue recibido, por una gran masa popular, como jefe militar del movimiento.

El triunvirato lanzó un manifiesto en que se habla de conseguir la igualdad con Buenos Aires, de los derechos naturales del hombre, de la libertad imprescriptible, etc., lenguaje típicamente francista.  El 28 se reparten las circulares para la Junta General, fijada para el 17 de junio.  El 9 de junio fue descubierta una tentativa reaccionaria, Caballero procedió con energía.  Velasco fue separado del triunvirato.  El comandante y los oficiales del cuartel general se dirigieron al pueblo en un manifiesto en que se dice que “los depositantes de la autoridad y sus viles secuaces maquinaban el detestable proyecto de someterla a una dominación extranjera.  Habiendo, pues, tomado a nuestro cargo y de nuestras tropas el poner en libertad a nuestra amada patria”, etc… (14)

Los revolucionarios asumieron así la plena responsabilidad histórica.  Estaba escrito el primer capítulo del Paraguay independiente.

Referencias

(1) Varios congresales que llevaron su voto escrito no pudieron leerlo, pues sólo el Dr. Francia consiguió hablar.  (Somellera: Notas de Rengger, Proceso formado a D. José de María en la “Nueva Revista de Buenos Aires”, Tomo XIII; Báez, “Historia Diplomática”, II).

(2) Nota del Congreso del 24 de julio.  Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.  Colección Río Branco.  (Lata 1-22-29).

(3) Registro Nacional de la República Argentina.

(4) Papeles de Belgrano, Tomo III.

(5) Blas Gay – La Independencia

(6) Informe de José de Abreu, en Báez, “Historia Diplomática”, Tomo I.  Revista do Archivo Público de Río Grande do Sul, Nº 4, páginas 67-80.  Octubre de 1921.

(7) Báez, Cecilio – “Historia Diplomática”.  Asunción (1931).

(8) Proceso formado a Manuel Domecq y otros, publicado en la Nueva Revista de Buenos Aires, Tomo XIII.  Miguel Hidalgo murió en la batalla de Chacabuco, en las filas patriotas.  (Ver Somellera).

(9) Archivo General de la Nación Argentina.

(10) Acta del Cabildo del 13 de mayo.

(11) Molas – Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay.

(12) Carta de Marcelino Rodríguez, en Revista Nacional de Buenos Aires, Tomo XIII.

(13) Autos de la revolución del 15 de mayo – Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.  Colección Río Branco, Sección Manuscritos, Lata 1-29-22

(14) Molas – Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay.

Bibliografía y Documentos

Benítez, Justo Pastor – La Vida Solidaria del Dr. José gaspar de Francia – Dictador del Paraguay.

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Fuente: Portal Revisionistas

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