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Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. Un poco en conmemoración a Belgrano y otro poco en honor a todos los soldados que ejercieron honradamente la defensa de la Patria, es que cada 3 de junio se celebra el “Día del Soldado Argentino”.

El Editor Federal

Ayer fue 3 de junio. Fecha de nacimiento de Manuel Belgrano allá por 1770.  También es el “Día del Soldado Argentino”. Conmemoración que fuera sancionada mediante la ley N 24.323, el 11 de mayo de 1994.

Uno de los artículos de la ley explica que “se considera soldado «sobresaliente» al ciudadano que, durante la prestación del servicio militar obligatorio, se hubiera destacado por su moral, ética, espíritu de sacrificio, contracción al trabajo, camaradería y compromiso con los ideales republicanos, valores todos que identifican al General Manuel Belgrano».

Valga la fecha además de la conmemoración, para recordar y reconocer la labor de todos los que han servido y sirven a la patria, como lo fueron nuestro héroes y veteranos de Malvinas.

Hoy queremos compartir un reportaje que tiene más de 100 años. Fue realizado al último soldado de San Martín que quedaba con vida para principios de siglo XX.

La fuente original es la vieja revista “Caras y Caretas”. Pero si se ponen a buscar, encontrarán unas cuantas reproducciones del mismo, con distintos agregados al margen.

Nosotros, estuvimos mirando varias de ellas, con el objeto de agregar datos que le den contexto al reportaje.

Disfruten de la lectura.

Un soldado de la Independencia – Por Eduardo Rosa*

Don Eufrasio Videla es un viejo alto, flaco, nudoso, erguido, casi tan erguido como los álamos que cortan las perspectivas en los alrededores de Mendoza.

Apenas un saludo y le espeté mi invariable pregunta:

– ¿Cuántos años?
– Treinta y ocho
– ¿Nada más?

El viejo sonríe, baja la cabeza para detener la mirada en el sombrero de anchas alas, color té con leche, al que sus dedos retorcidos como sarmientos hacen girar con porfía. Pienso en que el pobre hombre ha perdido la noción del tiempo, que desvaría su cabeza, que su memoria, más flaca que su cuerpo, yace tendida bajo la nieve de muchas décadas, porque me dijeron que Don Eufrasio es hombre que ha traspuesto los cien, y recupero mi actitud de moderno inquisidor.

– ¿Treinta y ocho nada más Don Eufrasio?

Sus labios mascullan un “ciento” y sale de nuevo, bien nítido, el “treinta y ocho”.

Ahora me parecen muchos los años, mas no me detengo a aclarar el punto y prosigo el interrogatorio, haciendo que repita las respuestas dos y tres veces -y hasta cuatro y cinco-, a fin de alcanzar su sentido, pues resultan ininteligibles la mitad de las palabras en el lento balbucir de sus labios. Dijéronme que fue soldado de San Martín, pero no estuvo en el Plumerillo, ni se acuerda del general.

-Yo estaba en San Juan, entonces, cuando decían que en su Mendoza se formaba el ejército, y pasamos por ahí arriba, por Los Patos.
– ¿Peleó usted?
– ¿Y cómo no? Ahí en el Zanjón de Maipú, cuando ya no quisieron pelear más.
– ¿Pero, se acuerda de Maipú?
– Si que me acuerdo. Fue allí, pues, la última batalla, donde se rindieron.
– ¿Y cómo empezó la cosa?
-Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan. Después fueron viniendo otros grupos de prisioneros y así se fue formando el ejército (pudiera el relato muy bien referirse a la llegada de dispersos de Cancha Rayada). Nosotros estábamos de la parte de aquí –prosigue Don Eufrasio-, y al hacerlo sale al descanso de la escalera, poniendo cara a Los Andes, -y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos.
– Flojanazos, ¿verdad?
-Hum… ¡Fieros habían sido! Peleamos y peleamos y no aflojaban… Después no quisieron pelear más cuando vieron que nosotros tampoco aflojábamos. Entonces corrimos atrás pa’ que se rindieran.
– ¿Y se rindieron?
– ¿Y cómo no? Si ya no tenían más ganas de pelear.
– ¿Y se entregaban?
– Muchos se entregaban, otros querían escapar. Pero nosotros los alcanzábamos.
– ¿Y no decían nada, los españoles?
– ¿Quiénes, los godos? Si, decían: “¡No mate, corcho, no mate!”, cuando los alcanzábamos.

Brillaron un punto sus pupilas, las arrugas dibujaron con gran esfuerzo una sonrisa y luego enmudeció el hombre, bajó la cabeza, y el sombrero retornó a girar entre los dedos.
Lo demás que nos contó forma un maremagnum de hechos y episodios confundidos, en que se mezclan sin distinción de épocas, Rozas y Quiroga y las montoneras y la Guerra del Paraguay.
El viejecito Videla vive en la casa del ingeniero Fossati en la calle San Martín, 1778. Nos dijo este caballero que Videla no conserva papel alguno, y que las medallas que poseyó en un tiempo las ha perdido o regalado, según relato del mismo Don Eufrasio, y que el coronel Morgado, guerrero del Paraguay, lo conoció en el ejército y de aspecto casi tan viejo entonces como ahora.
El gobierno de Mendoza le pasa una pequeña pensión, que le alcanza para cubrir sus modestos gastos. Lo demás se lo otorga la caridad de las personas que le recogen en su casa.
No podemos establecer a ciencia cierta si ha sido o no guerrero de la independencia porque ni siquiera la edad consta por documento público, pero si los 138 años son muchos años, es en cambio verdad que por estos pagos no son escasos los hombres de 110 o 115 años, y Videla bien puede oscilar entre estas dos últimas cifras y haber pertenecido a alguna de las milicias o cuerpos auxiliares del ejército de San Martín.

***

Algunos datos que ayudan a la lectura

Como ya se dijo, el reportaje fue publicado en la edición N° 607 de la revista “Caras y Caretas” del 21 de mayo de 1910. El mismo fue realizado por el periodista Eduardo Rosa.

Según se dice también, Eufrasio Videla fue el hombre más viejo que hasta ahora haya pisado el territorio mendocino, y se cree que vivió unos 130 años. Puede que hay tenido menos edad, pero su relato coincide con hechos históricos a esta altura no cuestionados.

Videla no formó parte de Granaderos a Caballo, sino que habría sido integrante de las tropas y milicias auxiliares del Ejército de los Andes. Es decir, no estuvo en El Plumerillo. Varios historiadores que analizaron la entrevista, afirman que por un lado Eufrasio no consta en los listados de revista de Granaderos; pero que su relato coincide con las columnas de milicianos que partieron desde San Juan hacia Chile en 1817; y además tomaron parte en Maipú en abril de 1818. Videla, habría integrado la milicia de caballería comandada por el capitán Cano; que a su vez formaba parte de la columna bajo el mando de Cabot. Es decir que Eufrasio Videla fue uno de los primeros en cruzar Los Andes.

¿Qué más se sabe de Eufrasio Videla?

Según algunos trabajos, Videla habría nacido en Mendoza a fines del siglo XVIII, aproximadamente entre 1778 y 1786. Provenía de una familia cuyana acomodada, y habría participado de los acontecimientos de la revolución en 1810, momento en el cual rondaría los 30 años de edad.

Además, en el Ejército de los Andes, habría tomado parte en Chacabuco y Maipú; e incluso habría participado en parte de la campaña al Perú.

Una de las fuentes consultadas, dice que el testimonio de Videla es real, dadas una serie de coincidencias y tiempo y espacio de los acontecimientos narrados.

En primer lugar, la referencia al Zanjón de Maipú y Cerrito Blanco:  “Ahí, en el Zanjón de Maipú” “…Y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos”, decía Videla en el reportaje. Al sur de Santiago se desarrolla una lomada baja, que por su aspecto lleva el nombre de “Loma Blanca”. Sobre la meseta de esa lomada avanzó el Ejército de los Andes.  Justo enfrente, hay otra lomada más alta que el día de la batalla de Maipú ocuparon las tropas realistas. Las dos lomadas están separadas por una depresión en el terreno o zanjón.

Una segunda referencia, son los datos sobre las columnas sanjuaninas: “Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan”. La Expedición del Norte bajo el mando de Cabot, se movió de San Juan el 12 de enero de 1817.

Tercero, la mención a la columna al mando de Las Heras, cuando Eufrasio narra que, “Después vinieron otros grupos de prisioneros, y así se fue formando el ejercito…”. Videla llamó “prisioneros” a los integrantes de los batallones que habían sufrido la derrota de Cancha Rayada y habían padecido una marcha bajo fuego enemigo de tres días. El 28 de marzo llegó al nuevo campamento la columna salvadora de Las Heras.

La cuarta referencia fue el “Peleamos y peleamos y no aflojaban (…) entonces corrimos pa’ que se rindieran…” “No mate corcho, no mate”. Según los historiadores, uno de los batallones carga sobre los realistas pasando por las bayonetas todo lo que se ponía adelante. El enemigo comenzó a dispersarse en pequeños grupos, y allí intervino uno de los batallones auxiliares de milicias, que comenzó a apoderarse de prisioneros.

De regreso a Mendoza, Eufrasio Videla sólo contaba con dos condecoraciones que extravió en el terremoto de 1861; aunque otros aseguran que las regaló.

Videla ofició durante su vida como cortador de adobes hasta cumplir los 100 años. Se dice que luego de ello, caminaba las calles mendocinas mendigando y se alojaba en la vivienda del ingeniero Fossatti, que se ubicaba en plena ciudad de Mendoza.

En 1908, abrumado por la indigencia, acudió a la redacción de un diario local en busca de alguna ayuda. Allí fue entrevistado por un cronista, a quien le comentó que tenía 133 años. Videla le pedía una insignificante pensión al gobierno en consideración al aporte que había hecho a la Patria.

La noticia se publicó y a los pocos días tomó trascendencia nacional. De allí fue que se produjo después la entrevista con “Caras y Caretas” en 1910 con producción fotográfica incluida.

En la nota del medio local, también manifestó otros relatos históricos como las guerras entre unitarios y federales; e historia de facundo Quiroga y Chacho Peñaloza.

Dada repercusión de los reportajes, Eufrasio Videla protagonizó uno de los primeros cortometrajes realizados en el país, donde aparece él junto al monumento al General San Martín.

Finalmente, el gobierno de Mendoza habría otorgado una pensión a Eufrasio, que habría fallecido en 1916.

Un último dato que despeja confusiones. Eufrasio Videla tuvo un homónimo en San Luis. Este fue un gobernador puntano que peleó en el bando de los unitarios, y que fuera derrotado en “Las Quijadas”, en enero de 1841 por parte del mendocino Aldao.

Fuentes

Ciudadano.News (nota de Carlos Campana)

La Gazeta Federal

Portal Genealogía Argentina

Revista Caras y Caretas Nº 607 (Mayo de 1910)

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