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Tiemblen los Tiranos 98: El Comandante que vivió para servir

Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. Blas Basualdo merece su homenaje en nuestras páginas. Prácticamente ignoto para los argentinos y no demasiado tenido en cuenta por los uruguayos, fue una de las claves de la lucha por la independencia y el federalismo popular. Aquí compartimos un trabajo sobre él, publicado por el portal “Revisionistas” en conmemoración de la victoria de Colodrero.

El Editor Federal

Era nacido en Santiago del Estero, según afirma Andrés Lamas.  No obstante esto, existen otras versiones que lo dan como natural de Misiones, Entre Ríos e inclusive hay autores, como el historiador oriental general Enrique Patiño, que cree que Basualdo era originario de la Banda Oriental, “teniendo por cuna el departamento chaná”.  Esta opinión está fundamentada en el hecho de que el guerrero era poseedor de una estancia en el departamento Soriano, y donde nació el hijo de Basualdo.

Al producirse el alzamiento de Artigas y otros patriotas orientales en 1811 contra la dominación española, Blas Basualdo, capitán de milicias muy renombrado por su audacia, sublevó a los criollos de la región del cerro Lunarejo, ubicada en el actual departamento de Rivera.  Al frente de 200 patriotas se mantuvo al norte de la Banda Oriental, para mantener vivo el espíritu emancipador en el vasto territorio que se extiende hasta el río Ibicuy; mientras Artigas y sus partidarios y las tropas de Rondeau en el sur, batían a los peninsulares en El Colla, San José y en Las Piedras, encerrándolos en la plaza de Montevideo.

Cuando se levantó el primer sitio de esta ciudad, Basualdo marchó a incorporarse con 350 voluntarios a Artigas en el campamento del Ayuí, otorgándole éste el título de jefe de división.  Acompañó al caudillo oriental cuando se inició el segundo sitio de Montevideo, mandando Basualdo un regimiento de 400 hombres, en el que figuraban como capitanes José Antonio Berdún y Juan Bautista Santander.  Participó en un fuerte escopeteo que tuvo lugar en El Córdón con los realistas, el mismo día que Artigas ocupó el sector que le correspondió en la línea sitiadora; así como también en las escaramuzas que diariamente tenían lugar.  En la acción del 9 de marzo de 1813, Basualdo con la cooperación de Rivera y apoyado por alguna infantería, tuvo actuación destacada que afirmó su reputación de valiente soldado.

Cuando Artigas abandonó la línea sitiadora por su desacuerdo con Sarratea, y el gobierno porteño, a principios del asedio, primero, y en enero de 1814 por segunda vez, Basualdo fue uno de sus tenientes que lo acompañaron fielmente, incorporándose en Belén, sobre la margen del Uruguay.  El jefe oriental con las fuerzas de Basualdo y Baltasar Ojeda constituyó una nueva fuerza de importancia.

En tales circunstancias Artigas debió hacer frente a las numerosas tropas que marchaban para destruirlo, y es justo reconocerlo, que en la emergencia reveló condiciones militares naturales para afrontar el peligro que se cernía sobre su cabeza.  Rivera fue destinado a contener a los jefes de Buenos Aires que operaban en la Banda Oriental, y para batir al comandante Hilarión de la Quintana que se hallaba en el Arroyo de la China, se valió de los entrerrianos que le eran adictos, los que lograron el triunfo en el paso del Puente de Gualeguaychú, perdiendo su artillería el jefe porteño.  Contra el coronel Holmberg, en la provincia de Santa Fe, fue destacado Otorgués que, en unión del jefe entrerriano, José Eusebio Hereñú, batió la división porteña entre el Paso del Espinillo y el arroyo Sauce Solo, sobre el camino viejo del Paraná, en la provincia de Entre Ríos, en la cual había penetrado.  Este contraste permitió a Artigas invadir la de Santa Fe, en marzo de 1815.

Basualdo, por su parte, rechazando la vanguardia del intendente Bernardo Pérez y Planes, que amenazaba desde las Misiones, en los campos de Mocoretá, penetró en la provincia de Corrientes, ocupando Curuzú-Cuatiá.  El jefe porteño trató de eludir la columna de Basualdo, remontando el Uruguay hasta el afluente del Aguapey, en las Misiones, lo que motivó su pérdida.

Artigas había concertado con el mandatario del Paraguay, Yegrós, una acción conjunta para contrarrestar la fuerza de Buenos Aires, proporcionándoles los paraguayos al caudillo oriental armas, y al mismo tiempo, el capitán Vicente Matianda, jefe de la guarnición de Candelaria, se unió a Basualdo.  Pérez y Planes que disponía de 600 hombres, de los cuales 200 de infantería, fue alcanzado por ambos aliados en La Cruz, proximidades del río Aguapey, siendo derrotado “completamente después de un combate vigoroso y sostenido –dice el general Patiño- en el que Basualdo lanza en puño y a la cabeza de sus jinetes, cargó a los infantes enemigos hasta rendirlos conjuntamente con el jefe superior que le entregó su espada”.  Este hecho de armas ocurrió en marzo de 1814.

Misiones y Corrientes cayeron en poder del jefe artiguista.  Alarmado el gobierno de Buenos Aires, despachó al coronel Eusebio Valdenegro con 150 Dragones de la Patria; fuerza ésta que desembarcó en el Arroyo de la China, pues fue enviada por la vía fluvial.  A Valdenegro se le incorporaron 300 hombres que ocupaban Paysandú, a las órdenes del teniente coronel José Melián y que repasaron el río Uruguay; más 240 milicianos de Entre Ríos.

Basualdo fue llamado para este teatro de operaciones, donde los artiguistas amenazaban verse afrontados a fuerzas superiores.  Valdenegro marchó inmediatamente contra Basualdo, produciéndose el choque en la capilla de El Palmar, sobre la confluencia del arroyo Pos-Pos, provincia de Entre Ríos, hecho de armas librado el 14 de noviembre de 1814; el jefe artiguista sólo contaba con 400 jinetes, una compañía de infantería y 2 piezas de pequeño calibre; mientras que su adversario disponía de los efectivos arriba detallados, muy superiores, de modo que el resultado fue una derrota para Basualdo, que se replegó combatiendo hasta Yeruá, donde el día 15 tuvo lugar un nuevo hecho de armas, en el que perdió un cañón y prisioneros; pero el coronel Valdenegro no intentó desalojarlo de la posición y regresó a la que tenía la víspera.

Basualdo rehizo sus fuerzas con el apoyo de Francisco Ramírez, y su División tomó el nombre de “Auxiliadora del Norte” y con ella penetró en Corrientes buscando la unión con el comandante de la plaza de Curuzú-Cuatiá, José Gabriel Casco, el cual había sido batido por Perugorria en el mes de noviembre.  El jefe artiguista se unió a Casco y también a Antoñazo y marchó sobre Perugorria con más de 1.000 hombres; el que creyendo que recibiría el apoyo de Valdenegro, se retiró hasta la estancia de Colodrero, situada en las proximidades del Batel, donde se atrincheró, pues la inferioridad numérica de sus tropas le impedía la batalla campal.

Batalla de Colodrero

Basualdo cercó la posición y la atacó el 17 de diciembre de 1814, siendo rechazado con grandes pérdidas en tres ataques consecutivos, en los cuales los asaltantes hicieron gala de arrojo admirable llegando hasta tocar las puntas de las bayonetas correntinas.  El jefe artiguista resolvió entonces sitiar a su adversario, el cual resistió 8 días, realizando frecuentes salidas de sus trincheras, para tentar abrirse paso y también buscando agua, pues la que había en la posición era escasa.  Basualdo le había ofrecido una capitulación honrosa desde el segundo día, propuesta que aceptó el correntino el 24 de diciembre, capitulando con garantía de las vidas.  Su tropa estaba extenuada de fatiga, hambre y sed.  Enviado Perugorria al campamento de Purificación, donde se hallaba Artigas, éste lo hizo pasar por las armas el 17 de enero de 1815.

Entretanto el capitán correntino artiguista, José de Silva, había entrado en la ciudad de Corrientes el 28 de diciembre, habiendo huido la mayoría de los miembros del Cabildo y los restantes reconocido el oficio de Basualdo que “en carácter de comandante general, dirigía al comandante de milicias de la provincia don José de Silva”.

El 1º de enero de 1815 entraba en la capital el propio Basualdo al frente de 230 hombres de Antoñazo, donde se tomaron algunas medidas violentas, entre ellas, la del fusilamiento del comandante José Ignacio Añasco, el que fue realizado en la plaza de San Cosme.  El 6 de enero investía a Silva “de facultades omnímodas de justicia, política, guerra y hacienda”, de viva voz, ante el vecindario convocado.  Hecho esto, Basualdo se retiró de la capital, y el 17 de aquel mes, se hallaba en Saladas cuando tuvo conocimiento de la victoria alcanzada por Rivera sobre el coronel Manuel Dorrego, el día 10 del mismo, en Guayabos.

Basualdo regresó a Entre Ríos en busca del coronel Valdenegro, el que trató de negociar con aquél, renovando las proposiciones que antes hiciera a Artigas, de no inmiscuirse en los asuntos de Entre Ríos y Corrientes, las que fueron completamente rechazadas por Basualdo.

Valdenegro trató de marchar con sus tropas sobre el último para imponerle la paz por la fuerza, pero desmoralizado por las continuas deserciones que raleaban sus filas y frente a la perspectiva de un nuevo combate, pues Basualdo se aproximaba con su División, Valdenegro acató la orden que tenía de regresar a Buenos Aires y se embarcó con los 300 hombres que le quedaban.  Sin combate formal, Basualdo ocupó el Arroyo de la China a mediados de febrero de 1815.

El vencedor de los campos de Colodrero fue elegido representante de Entre Ríos al congreso de la liga federal de los pueblos “orientales del Paraná”, que debió reunirse en Mercedes, pero que fracasó por la invasión lusitana a la Banda Oriental.

Basualdo se hallaba gravemente enfermo en aquella época, falleciendo en su guarnición el 21 de mayo de 1815.  Al morir Blas Basualdo, dice José Gervasio de Artigas desde el campamento de Purificación:

“Cuartel General, 21 de mayo de 1815”. Dice Artigas: “Acabamos de perder el virtuoso ciudadano, Comandante de División Don Blas Basualdo. La muerte le arrancó de nosotros después de una dolencia dilatada, y el lleno de sus destinos señalando su carrera con mil servicios brillantes que reclaman el reconocimiento de la patria y el llanto de los hombres de bien.

“Yo he regado su sepulcro con mis lágrimas y he tributado a su memoria todas las honras debidas a su mérito admirable, sin embargo, sus trabajos y sus glorias piden una demostración más general.  La Provincia le debe fatigas de cinco años, la victoria coronó tres veces sus esfuerzos y sus resultados bienhechores halagaron la consolación pública.

“Excito todo el civismo, la ternura y la gratitud de esa ilustre corporación, a que acompañe el justo dolor y el del Ejército, lleve a su memoria al pie de los altares, dedicando un día la piedad religiosa en su obsequio.

“Y para eternizarlo, como corresponde a nuestra historia, y a la gloria particular a que es tan dignamente acreedor, he tenido a bien determinar un convite fúnebre que deberá seguirse a las exequias del templo. V. S. tendrá la dignación de celebrarlo en su casa consistorial haciendo sentir con la mayor frugalidad, concurriendo con ropa de ceremonia y presentando al fin la única copa que habrá a la memoria de aquel ciudadano fiel. Derramará todo su licor sobre una palma que ocupará desde el principio el centro de la mesa.

“Llevemos así su nombre glorioso a la posteridad y uniendo constantemente nuestras lágrimas, démosle un ejemplo de gratitud y enseñémosla a honrar la virtud de un hombre que vivió para servir a sus hermanos y bajó al sepulcro con tan preciosos anhelos……  – José Artigas al Muy Ilustre Cabildo de Montevideo.” 

Según el historiador Manuel Florencio Mantilla, el coronel Blas Basualdo era indio de raza pura y de tan baja estatura que le llamaban “Blasito”.  El general Patiño en la obra que se ha mencionado, no encuentra fundamento histórico a esta última afirmación.

Bibliografía
Cutolo, Vicente Osvaldo -Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires (1968)

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Lamas, Andrés – Memoria de los sucesos de armas que tuvieron lugar en la Guerra de la Independencia de los orientales con los españoles y portugueses, en la guerra civil de la provincia de Montevideo con las tropas de Buenos Aires desde el año 1811 hasta el de 1819” – Biblioteca de El Comercio del Plata, Montevideo (1849).

Patiño, Enrique – Los tenientes de Artigas – Montevideo (1936).

Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

Fuente: Portal Revisionistas

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