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Un pueblo menesteroso en un país de abundancia

Ayer por la tarde INDEC publicó los datos sobre los ingresos mínimos que requiere una familia argentina para no ser pobre o no ser indigente. Los parámetros del organismo están un 70% por debajo de lo que las familias realmente necesitan para tener una vida digna.

Por Pablo Casals

En una Argentina posible, una familia “tipo” – compuesta de dos adultos de 35 años y dos menores -, suponiendo que uno de los mayores trabaja en condiciones dignas, debería tener un ingreso mensual promedio de $660.000. Con ese salario, ese núcleo conviviente debería poder cubrir la Canasta Básica Total (CBT), incluyendo el costo de alquiler o cuota de Plan de Viviendas.

Es decir, la CBT incluye todo lo indispensable para la vida de una familia: alimentos, vestido, servicios públicos, comunicaciones, transporte, vivienda y esparcimiento. No debería sobrar nada, pero faltar tampoco. Un ingreso menor al considerado, significaría convertirse en pobre. Por supuesto, imaginen si en esa misma familia trabajasen los dos adultos, el ingreso se duplica, y económicamente estarían más holgados.

Hablamos de una “Argentina posible”, porque hace no mucho tiempo se estuvo a medio camino de eso, porque todo estaba a medio camino. Fue en el punto de máxima bonanza de la “década ganada”, en 2011. En aquel tiempo con una desigualdad galopante y con niveles reales de trabajo en negro que abarcaban al 35% de los trabajadores, la cosa más o menos marchaba en franco mejoramiento.

Faltó la “sintonía fina”, que no era poner en práctica la entrega total de los recursos naturales estratégicos a pocas manos multinacionales. Tampoco era desguazar lo poco que quedaba de industria nacional, y “modernizarla” alrededor de la dinámica del ensamble de partes. La verdadera “sintonía fina”, tuvo que ser la industrialización real: aumento de la capacidad instalada de la mediana industria, expansión de la liviana, y fomento y desarrollo de la pesada.

Las condiciones estaban dadas. No se quiso por miedo a las “presiones internacionales y la restricción externa”, que desestabilizaran al gobierno de turno. Lo que pasó después – y aquí estamos -, fue justamente eso: se cedieron a todas las presiones y se obedeció a todas las restricciones externas. Lo que era una situación de franco ascenso se transformó en caída estrepitosa.

El resultado es un país pensado para el 20% de su población total, con acceso a ingresos decentes y niveles de vida digna. Hay otro 20% que “teclea” cada vez con mayores dificultades y a base de endeudamiento. Lo restante, el 60% se cayó. Lo que varía en ellos es la velocidad de rodada hacia abajo.

Lo anterior viene a cuento de que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), publicó ayer los montos para la CBT y la Canasta Básica Alimentaria (CBA). Así como la primera ya fue descripta – pero INDEC la calcula sin alquileres -, la segunda mide los precios de productos alimenticios necesarios para la subsistencia. Menos que eso, la indigencia.

Con ese parámetro oficial, el informe del organismo dice que la CBA aumentó un 5,2% durante el mes de mayo. La CBT por su parte, un 7,2%. Luego, explica los esquemas familiares – o convivientes – “tipo”, para asignarles los montos.

De esta manera, INDEC define que el modelo “Hogar 1”, está integrado por una mujer adulta, un adolescente y un niño. El “Hogar 2”, dos adultos de 30 a 35 años y dos niños de 6 a 8 años. El “Hogar 3”, dos adultos de 30 años y tres niños menores de 6 años.

Ahora preste atención y no pierda de vista lo escrito en los primeros párrafos. Tampoco se vaya a enojar.

Para la CBA, la de mera subsistencia, según INDEC, el Hogar 1 debe percibir ingresos mensuales por $ 78.857,44; el Hogar 2, $ 99.052,64; y el Hogar 3, $104.181,54.

Para la CBT – la que tendría que ser de más de 650 lucas -, INDEC dice que al Hogar 1, deben ingresar al menos $173.486,36; en el Hogar 2, $ 217.915,79; y en el Hogar 3, 229.199,46.

En criollo, de una Argentina posible – tampoco rimbombante – pasamos a una menesterosa. El Gobierno considera que una familia para tener lo necesario para una vida digna, gana apenas el 33% de lo que debería ser su ingreso correspondiente. De ahí para abajo y en picada.

En dólares, es más elocuente: en el parámetro de la Argentina posible, una familia para tener una vida digna debe percibir ingresos mensuales de U$S 1.200. Para INDEC, eso mismo equivaldría a U$S 395. Para no ser indigente, con 180 dólares mensuales tendría que alcanzar.

¡Ojo! El restante 67% no es que no se genera en el país. Alguien lo tiene y por algún lado se va.

Durante la tarde de hoy, se van a publicar las estadísticas de empleo. A fin de mes – la semana que viene -, los niveles de ingresos familiar. Obviamente que daremos cuenta de esos informes y explicaremos lo necesario.

No podemos adelantar nada, porque son datos que posee INDEC. Pero si nos basamos por los últimos antecedentes, tómese las cosas con humor y paciencia. Nos toman por boludos.

Fuente: INDEC / Télam

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