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Virtuosos despachantes

Energía y minerales. Son principales puntos de acuerdo y acercamiento con el Brasil de Lula, así como lo eran con el de Bolsonaro. El dilema de ser terminal fabricante o proveedor de materia prima y servicios. No es una cuestión de costos; es geopolítica pura.

Redacción

Tal esta Redacción viene advirtiendo desde mediados de 2021, la relación económica con Brasil sigue estrechándose de un modo poco conveniente para nuestra parte. Argentina, afianza la propuesta que impulsó Macri mientras compartieron liderazgo con Bolsonaro, y que continuó desplegando Scioli desde su puesto de Embajador en el hermano país. En síntesis: Argentina se convertirá en un gran proveedor de energía y minerales para la industria brasileña, en detrimento de que nuestra propia matriz energética se vuelque al desarrollo industrial nacional.

Los anuncios se vienen sucediendo, y durante el fin de semana, se conoció que en el marco de las líneas de “integración regional” acordadas por los presidentes Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado 23 de enero, las autoridades de la Secretaría de Energía y Minería analizaron con sus pares brasileños la actualidad del panorama energético de ambos países, las proyecciones y las posibilidades de profundizar la cooperación en una serie de áreas.

La actividad minera fue uno de los ejes principales del temario de la reunión. La delegación argentina resaltó el potencial en materia de reservas y recursos materiales con los que cuenta el país. Se hizo principal hincapié en la producción de litio, cobre y potasio, entre otros.

Según la subsecretaria de Minería, Pamela Morales, “las exportaciones mineras argentinas han crecido, en 2022 alcanzaron los 3.857 millones de dólares, traccionadas por las crecientes demandas mundiales de cara a la transición energética mundial. Tenemos la intención de coordinar acciones junto con el principal socio comercial del país y la ciencia para potenciar el desarrollo de la actividad, impulsando la industrialización del litio”. Lo que no quedó del todo claro, es si nuestro país enviará a Brasil las baterías ya integradas, o mandará el mineral en bruto.

También de las ruedas de negociaciones formó parte la secretaria de Energía de la Nación, Flavia Royón; quién afirmó: «Vamos a trabajar para aumentar la importación energética. En el mediano plazo, la idea es que la industria crezca y que se agregue valor a la minería, fortaleciendo la transición energética en nuestros países, así como las infraestructuras energéticas. En el largo plazo, la idea es tornar a nuestros países proveedores energéticos de relevancia mundial con hidrógeno verde».

Si bien desde ambos lados, existió un consenso sobre la importancia de potenciar programas en la cadena de valor de litio a nivel local y regional, frente a los desafíos de la electromovilidad y la necesidad de garantizar una transición hacia energías más limpias de manera justa, se sabe que del lado que queden los “fierros” industriales, se tendrá mayor poder de maniobra y volumen de generación de valor.

Argentina puso a disposición de las negociaciones y proyecciones a un puñado de sus más prestigiosos organismos es instrumentos como son YPF Tecnología, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el Servicio Geológico Minero Argentina (SEGEMAR).

Más allá de las declaraciones, habrá que observar los hechos concretos. Si el desenlace va en consonancia con lo desarrollado respecto del gas, entonces nuestro país se encarama como el proveedor estratégico de materia prima y tecnología para el complejo industrial brasileño.

Fuente: Poder Ejecutivo Nacional

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