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De vuelta al trigo, la OTAN, el Imperio, británicos, norteamericanos, no escatiman en meter la cola en las cuestiones de soberanía, territorios y relaciones entre Argentina y Chile. Así como lo hiciera en dirección inversa durante 2023, este año, tras la estadía de Richardson en nuestro país, las acusaciones provienen desde el otro lado de los Andes.

Redacción

Argentina y Chile tienen una disputa territorial por el reclamo de una zona común en la Antártida. El Tratado Antártico “frenó” hasta su vencimiento tal encono, como medida para no llevar adelante los acuerdos entre Perón e Ibañez del Campo que llevarían a blindar con soberanía los intereses británicos y norteamericanos sobre el continente blanco.

Pero, dadas la eternas y cansadoras disputas entre ambos países hermanos; sumadas a las divisiones y discrepancias internas entre diversos sectores tanto en Argentina como Chile, Gran Bretaña y Estados Unidos – es decir, la OTAN – sacan ventajas permanentes sobre nuestros territorios, riquezas y soberanías.

Ahora la excusa son los chinos, Milei y la mencionada Organización del Tratado del Atlántico Norte. Otro conflicto diplomático de baja intensidad con los chilenos, que nos lleva a ambos países, a minar la capacidad de acción y reacción conjunta.

¡Ojo! No es sólo responsabilidad de Argentina. Ellos también se las mandan cada tanto. Lo fundamental no es señalar lo que haga uno u otro, sino ir al problema.

Repasemos para aquellos que no están al tanto….

A propósito de la estadía en nuestro país de la generala del Comando Sur norteamericano, Laura Richardson, y sus preocupaciones respecto del avance chino de sobre el Atlántico y el pacífico Sur, además de su cercanía a la Antártida, la señora sembró cizaña. Hizo lo mismo que hace un año atrás en Chile: comunicar sus intenciones geopolíticas, condenar a China, y acusar de colaboracionista al país vecino.

Oportunamente, en coincidencia con ejercicios militares en la boca oeste del Estrecho de Magallanes y Punta Arenas compartidos con Chile, la generala tildo se cierta pasividad al gobierno argentino por la gran influencia china en el Atlántico Sur, en detrimento de la seguridad regional y particularmente de los intereses chilenos.

Un disparate de varias dimensiones que Richardson no desconoce, pero como nadie le dice nada “todo pasa”. Es decir, ella sabe que China es socia de Gran Bretaña en el saqueo pesquero del Atlántico Sur; así como el gigante asiático lo es de Estados Unidos en el desarrollo de las redes logísticas que vinculan a nuestra región con el resto del mundo.

Lógicamente, los chinos son chinos, no boludos. Tienen las mismas pretensiones territoriales que la OTAN y avanzan a su manera y sin portaviones. Por lo tanto, más allá de las sociedades transitorias entre potencias, en algún momento dirimirán quién tendrá supremacía en la región. Por el momento, está claro es el eje tory-yanqui.

Los recientes dimes y diretes

Ante las declaraciones y anuncios de Milei y Richardson, como era esperable la cancillería chilena puso el grito en el cielo ante algunas versiones. Las críticas de la oposición y medios de comunicación trasandinos, se basaron en que Argentina está incurriendo en una concesión de soberanía y participa de una carrera de construcción de infraestructura de logística para la guerra contra China en regiones de Sudamérica.

Y no están muy errados en realidad. Lo que causa gracias, es que, desde los mismos ámbitos en Argentina, el año pasado se acusó de lo mismo a Chile.

La Cancillería del país trasandino trató de bajar esa espuma, sin desconocer los riesgos que implican estos alineamientos. Desde la oposición al gobierno de Boric, manifestaron que los Estados Unidos “estarían también instalando una base militar en el sur de Argentina”. Lo mismo hicieron desde acá, cuando se acusó al gobierno hermano de instalar una base militar norteamericana en Punta Arenas.

Lo real cae de maduro: las pretensiones de OTAN sobre el Atlántico, el Pacífico sur y la Antártida son evidentes: la base más grande de la alianza militar fuera de Europa se encuentra en Malvinas. Las explotaciones pesqueras, mineras e hidrocarburíferas en la región también son palpables. De ellas, también participa China.

Lo que sigue sin resolverse a pesar de todo el camino recorrido es el conflicto argentino-chileno y la protección del territorio soberano de ambos países. Eso repercute en las proyecciones sobre la Antártida.

A menos de un cuarto de siglo del cese de vigencia del tratado Antártico, es más que urgente que ambos países retomemos lo mejor de nuestras gestas conjuntas. El ABC y el acuerdo entre perón e Ibáñez del Campo son un enorme antecedente.

Es eso o la puesta de rodillas. A la cizaña se le responde con astucia.

Fuente: Cancillería de Chile / Agenda Malvinas / Archivo

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