Con una de otras latitudes y con soluciones inexplicables, Argentina será sede de las cumbres de la CEPAL y la CELAC en la misma semana. Hasta acá, el que la rompió toda fue Cafiero, y no justamente por sus remeras.
Redacción
A partir de hoy, lunes 24, Buenos Aires será la anfitriona de la 39° Asamblea Bienal de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). En el acto inaugural, Argentina recibiría la presidencia pro témpore de manos del canciller Arnoldo André Tinoco, de Costa Rica.
El temario se ajusta a discusiones y a una agenda económica por lo visto no demasiado anclada en las realidades profundas de los países miembros; sino más bien, están ordenadas en función a los bloques de poder económico globales que interactúan con mayor o menor autonomía, y para los cuales, América Latina es mero proveedor de materias primas sin valor agregado.
Así, según se anunció, los temas principales serán la inflación, el desarrollo inclusivo, el multilateralismo y cooperación en seguridad; y el impacto de la guerra en Ucrania en la región. El Canciller argentino, Santiago Cafiero anticipó las posturas del Gobierno Nacional respecto de estos temas.
El funcionario explicó que el diagnóstico gubernamental se basa en “que estamos teniendo un problema de shock de oferta fuerte», donde la inflación viene por el lado del corte de la cadena de suministros y no por el lado de la demanda.
En criollo: el aumento indiscriminado de los precios internos se debe a que hay mucha mercadería disponible para comprar, pero que la misma es retaceada por las cadenas de comercialización. Por lo tanto, el razonamiento de Cafiero coincide en parte con el de esta Redacción: el aumento de precios – la inflación – obedece a movimientos antojadizos de los que ejercen el control y dominio de la distribución y venta de alimentos, indumentaria, y demás artículos de consumo masivo.
La solución para el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, es echar nafta al fuego: la aplicación de tasas de interés altas (imán para que la guita se derive a los círculos especulatorios financieros); junto a políticas que expandan la oferta, apuntadas al desarrollo industrial en clave de “clusters” – actividades que desarrollan su ciclo productivo completo o parcial, exclusivamente en un sólo ámbito geográfico.
Biri Biri puro: la oferta no se va a expandir si el ciclo productivo orientado a la exportación se atomiza en un sólo rincón del territorio. Es más, ocurrirá todo lo contrario. Tenemos casi 200 años de evidencia disponible. Miré nomás la distribución poblacional del país. Además, si el capital elije “jugar a la tasa”, no va a ser canalizado hacia la industria, a menos que la capacidad de demanda del mercado sea seductora (cosa que no está sucediendo en absoluto porque el pueblo no tiene dinero para el consumo y está sobreendeudado a plazo).
El broche lo pone la CEPAL con sus cifras. El organismo estima que el crecimiento para la economía argentina del 3,9% para 2022 y de 1% para 2023, al tiempo que proyectó una expansión regional de 3,2% para este año y de 1,4% para el año próximo. Es decir, se desinfla el globo. No sabemos de qué país hablaba el ministro Cafiero.
Es más, el nuevo secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, afirmó ante Télam que «no hay mucho espacio para aplicar políticas fiscales expansivas, porque ya se aplicaron en la pandemia, pero donde hay que seguir mitigando los impactos sociales y donde las tasas de interés subieron para combatir la inflación y esperamos aumentos», resumió. Al horno.
Finalmente, el 27 de octubre, sesionará la cumbre de cancilleres de Celac y la Unión Europea. Según fuentes de Cancillería, se trata de «un logro bajo la presidencia argentina de la Celac, ya que no se reunían desde hacía cinco años, con una potente agenda basada en la recuperación económica inclusiva y sostenible post-pandemia; en la Ciencia, Tecnología, cambio climático, multilateralismo y cooperación en materia de seguridad y gobernanza».
Fuente: Cancillería Argentina / Télam