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Como siempre, nadie es Haití

Haití se encuentra actualmente sin Parlamento, con un gobierno que no ha sido elegido en las urnas y con una cúpula judicial inoperante para hacer frente a la profunda crisis política y la mayor ola de violencia que ha vivido el país caribeño en décadas. Nota de Victoria Korn.
Redacción
Un magnicidio, un terremoto y el agravamiento de la inseguridad recrudecieron la dramática crisis en Haití, cuya economía languidece sin un plan de rescate a la vista.
Los enfrentamientos entre pandillas han paralizado y teñido de sangre un sector de Puerto Príncipe, capital de Haití, cuya población sufre una inflación desatada y una escasez crítica de combustible que complica la crucial ayuda humanitaria. En la última semana, los choques dejaron al menos 89 muertos, 16 desaparecidos y 74 heridos de bala o armas blancas en el sector de Cité Soleil,
Estos enfrentamientos entre bandas, ante la pasividad del gobierno, afectan las actividades en toda la capital, pues en Cité Soleil se encuentra la terminal petrolera que alimenta Puerto Príncipe y el norte de Haití. Ni un gota de gasolina se abastece en las estaciones de servicio de la capital, lo que ha disparado los precios del combustible en el mercado negro. Ante esta situación motoristas levantaron barricadas en las principales carreteras de Puerto Príncipe.
Cerca de la mitad de los 11 millones de habitantes de Haití sufren inseguridad alimentaria, de los cuales 1,3 millones se enfrentan a una emergencia humanitaria que precede a la hambruna, según la clasificación del Programa Mundial de Alimentos. En este contexto, la Iglesia episcopal de Haití negó estar implicada en tráfico de armas luego que estalló un escándalo por la incautación de contenedores supuestamente relacionados con la institución y en los cuales se descubrieron municiones.
Desde hace una semana, ráfagas de armas de fuego se escuchan durante todo el día en ese empobrecido y densamente poblado vecindario de Puerto Príncipe, donde dos facciones rivales se enfrentan mientras la policía, escasa de personal y equipos, se mantiene al margen.
En los últimos 40 años, miles de familias no han tenido otra opción que resguardarse en sus casas de los barrios marginales, sin poder aprovisionarse de comida ni agua.
Algunos habitantes caen víctimas de las balas perdidas incluso dentro de sus precarias viviendas de láminas de metal, pero las ambulancias no están autorizadas para circular libremente en la zona para ayudar a los heridos. Sólo es posible realizar cortos desplazamientos en moto dentro de los barrios
«Llamamos a todos los beligerantes a permitir el paso de la ayuda hacia Brooklyn», zona de Cité Soleil donde se concentra la violencia, «y a perdonar las vidas a los civiles», pidió el jefe de la misión local de Médicos Sin Fronteras, Mumuza Muhindo, una ONG obstaculizada en sus operaciones de evacuación de víctimas, que atiende a una media de 15 heridos al día desde el viernes, en su hospital cerca de Cité Soleil.
«A lo largo de la única carretera que lleva a Brooklyn, hemos encontrado cadáveres en descomposición o quemados», agregó Muhindo. «Puede tratarse de personas asesinadas en los enfrentamientos o intentando escapar que fueron abatidas. Es un verdadero campo de batalla», añadió.
Difícil para los habitantes de la capital organizar sus actividades cotidianas, de por sí obstaculizadas por el riesgo de secuestro, multiplicado en los últimos dos años,  apuntando a personas de todo origen socioeconómico y cualquier nacionalidad.
La bandas gozando de una impunidad generalizada. Al menos 155 secuestros se registraron en junio con comparación con mayo, que sumó al menos 118, dijo el Centro de Análisis e Investigación de Derechos Humanos . Muchos haitianos tratan de huir a República Dominicana o Estados Unidos.
Otros, sin medios económicos o visados, arriesgan sus vidas subiéndose en embarcaciones improvisadas con la esperanza de llegar a Florida, mientras cientos más quedan varados en las costas cubanas o bahameñas o son detenidos en el mar por los guardacostas estadounidenses.
Más de mil 200 migrantes en situación irregular fueron devueltos a Haití en junio. Y al volver, se encuentran con dificultades para sobrevivir, tomando trabajos informales en este país donde la inflación anual puede superar 30 por ciento al término de este año.
«Constatamos un aumento significativo del hambre en la capital y el sur del país, siendo Puerto Príncipe la más duramente golpeada», indicó el martes Jean-Martin Bauer, director del Programa Mundial de Alimentos en Haití, agencia de Naciones Unidas usa rutas aéreas y marítimas para enviar la ayuda al sur y al norte del país, para evitar cruzar Puerto Príncipe, en manos de las bandas.
Mientras, la semana anterior, cientos de manifestantes llevaron a cabo protestas desde la plaza Carrefour de l’Aeroport hasta la residencia del exmandatario Jean Bertrand Aristide, a quien pidieron que encabezara un gobierno de transición, equipados con pancartas, la bandera del país o la foto de Aristide, denunciando la inacción del actual gobierno de Ariel Henry, quien asumió tras el asesinato –por bandas mercenarias de colombianos y estadounidenses- del entonces presidente Jovenal Moïse.
Otro de los graves problemas del país es la situación carcelaria. Según la ONU, la tasa de ocupación estimada de las prisiones era del 287,77 %, con una población reclusa de 11.531 personas, entre las que se encuentran 405 mujeres, 247 niños y 19 niñas. 9.549 presos, el 82,81 %, se encuentran a la espera de juicio.
El informe relata que en las prisiones haitianas hay hacinamiento, condiciones antihigiénicas, escasez de servicios, falta de alimentos adecuados, agua, instalaciones sanitarias, medicamentos básicos y equipos médicos. Detrás de esta grave realidad se encuentra, además de la falta de fondos, una difícil situación del sistema de justicia, con juzgados paralizados.

* Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Fuente: CLAE / Rebelión

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