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Continuidad y profundización II: Energía

Llegó el modelo “Lunita Tucumana”. Se viene la descarbonización a nuestras vidas. Los planes de continuidad del modelo energético para exportar los recursos y fuentes de energía de base en Argentina, y reemplazarlas por baterías y paneles solares.

Redacción

No patearon el hormiguero. En ese caso habría un desbande importante y eso no es lo que está pasando. Más bien, levantaron la baldosa floja, y comenzaron a moverse con mayor actividad los bichos bolita que estaban allí acovachaditos, pero haciendo su parte.

Algunos anuncios recientes sobre el plano energético son más que elocuentes. No tanto por los funcionarios que quedarán a cargo de las distintas áreas. Eso, “digamos”, es “de forma”. A alguien tienen que nombrar para que ponga el gancho. Pero los signos son de continuidad y profundización. No habrá muchos cambios de fondo.

En criollo: las grandes obras en materia de infraestructura exportadora de hidrocarburos – oleoductos, gasoductos, obras portuarias, y logística de explotación -, seguirán su marcha. Para eso “sí hay plata”. O bien porque ya estaban vendidas de antemano a yanquis, británicos y chinos; o bien porque conviene poner la guita desde el Estado porque los negocios a concesionar se multiplican a futuro.

Ya sabemos cómo operan los capitales en los países semicoloniales y dependientes como han convertido a la Argentina: se privatizan las ganancias y beneficios; y se socializan las pérdidas materiales, soberanas y pasivos ambientales.

La novedad ahora – que no lo es tanto -, es que se multiplicaron los anuncios en distintos Foros, sobre los proyectos que hasta el momento, se ponían con clave de “futuro” de largo plazo.

Por un lado, pondrán el pie en el acelerador respecto de las famosas fuentes de energía basadas en la captura y almacenamiento de carbono (CAC, o CCS en inglés).

Así, YPF, en conjunto con la multinacional alemana Wintershall Dea – perteneciente a BASF -, y la norteamericana Dow, firmaron un convenio para avanzar en tales proyectos.

La idea es construir infraestructura en torno al puerto de Bahía Blanca, donde las tres empresas poseen enclaves operativos, de cara a facilitar logísticamente producción de hidrógeno de bajo carbono basado en gas natural.

El documento sostiene que la CAC tendrá un rol importante a nivel internacional en la descarbonización de las industrias. El objetivo, por tanto, sería desarrollar la cadena de valor del CAC en el país, partiendo del enclave bahiense.

Sencillamente, sería transformar el dióxido de carbono en energía, luego de un complejo proceso tras la combustión del gas natural. En criollo, no tiran nada.

Lógicamente, no estamos hablando de una fuente energética de base, que además de cantidad posea potencia de uso industrial; sino de una renovable.

“¿Y qué va a pasar con el gas?”, se pregunta el lector. Lo utilizarán como hasta ahora en la cadena petroquímica, o lo transformarán en GNL para venderlo afuera. Es un recurso estratégico para toda matriz industrial de fuste.

“¿Qué? ¿Acá eso no camina?”; insiste el lector. Como caminar, caminaría fenómeno, pero no es la idea del diseño de país semicolonial dependiente.

Pero esto no es lo único. Hay varios anuncios más; y para no abrumar – y/o amargar -, le contaremos otro…

¿Le suena Compañía General de Combustibles (CGC)? Desde esta Redacción le hemos dado bastante difusión a las actividades de este grupo empresario, vinculado a la actividad petrolera en la Cuenca Austral, y operadora del puente logístico entre nuestra Patagonia y Malvinas (de allí que acusar a chilenos, uruguayos y brasileros de colaboracionistas con la invasión no tiene mucho sentido, si permitimos que desde Argentina se haga lo mismo).

CGC pertenece al grupo Eurnekian. Sí; los “patrones y presentadores a la sociedad” del presidente electo. Y salieron fuerte los muchachos. Anunciaron sus pretensiones de exportar GNL a Chile, para dotar al país trasandino del recurso y al mismo tiempo utilizar bocas de exportación sobre el Pacífico. Lo mismo que hace la Shell en sociedad con Chevron e YPF, pero en código armenio.

¿Qué es lo que presentaron los muchachos de CGC? El proyecto de construir plantas de licuefacción de gas natural en torno a Vaca Muerta, y llegar al mercado asiático vía Chile, partiendo desde la terminal portuaria de Quintero (unos kilómetros al norte de Valparaíso).

La mira está puesta en China, la India, Pakistán y Vietnam. No confían en el mercado regional. Primero por su escala de consumo; luego por su fluctuación; y tercero, porque salvo Brasil, el resto de los países no posee suficiente infraestructura industrial que demande energía fuerte. De hecho a Brasil, ya le mandaremos gas a raudales con el “Néstor Kirchner” y la reversión del Gasoducto del Norte.

Pero la propuesta disparatada desde CGC, que va en la línea con lo que comentábamos al principio respecto del carbono, es la de la falsa integración energética con Chile, proponiendo comprarles a los hermanos trasandinos energía eléctrica de origen solar a cambio de gas natural.

Energía renovable, por energía de base. Energía que sirve para alumbrar, pero no para trabajar en potencia industrial; por energía de base para mover lo que sea desde termodinámica, sin contar con el potencial relativo al plano siderúrgico.

Claramente, el sendero que proponen estas empresas es que Argentina exporte energía buena, barata y abundante, para importar o quedarse con la mala, escasa y carísima.

Una matriz productiva primaria, no necesita energía de base y potencia. Alcanzaría con el modelo “Lunita Tucumana”… Porque alumbra y nada más.

Fuente: Econojournal / YPF / Argentports / Archivo Chasqui Federal

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