Cual comadre de Helsinki y otras “cositas”…

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Desde el lunes todos los cortes están liberados para la exportación y como salgan. Mientras el carniza amigo hace lo que puede para vender, hay otro factores que vienen de la mano o a propósito de los precios.

Redacción

No sabemos qué dicen los carteles de la imagen ilustrativa y estimamos que los precios son en euros. Tampoco sabemos si la referencia es en kilos, libras o alguna otra medida. Pero a comparación del bolsillo argento, los precios se ven caros. Suponemos que para los bolsillos fineses también lo son.

Pero prepárese. A partir de que se instrumenten las nuevas medidas emanadas de la caducidad del Decreto 911/21, cualquiera de nosotros ante el carniza amigo tendrá la mismas reacciones que los habitantes de Finlandia.

¿Qué pasó? Es que el lunes 1° de enero, dejó de tener vigencia el mencionado Decreto firmado en su momento por Alberto Fernández, que prohibía la exportación de los denominados “cortes populares”: asado, vacío, falda, matambre, tapa de asado, nalga y paleta, entre otros.

Es más, como ya no está vigente esa medida, ni tampoco hay otra norma que la reemplace o modifique, toda la carne que esté enviada a faena, podría ser pasible de exportación. Por lo tanto, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) habilitó a partir del pasado lunes los procedimientos para permitir la venta externa de todos los cortes de carne bovina, sean frescos, enfriados o congelados.

Según el propio SENASA, caída la norma, el organismo “actualizó los procedimientos a la nueva situación y adecuó a las nuevas condiciones los servicios de inspección veterinaria y los sistemas informáticos”. Por lo tanto, ahora, al no haber ni restricciones ni cupos, se pueden exportar reses enteras, medias reses, cuarto delantero con hueso, cuarto trasero con hueso, medias reses incompletas con hueso y cuartos delanteros incompletos con hueso. También se pueden enviar al exterior asado con o sin hueso, falda, matambre, tapa de asado, nalga, paleta y vacío.

¿Y los precios? Probablemente altos como en Helsinki y como en la esquina de su casa. El objeto de la medida que caducó recientemente, era que justamente los valores de exportación no corrieran también para los mostradores de nuestras carnicerías.

El lector va a decir que eso no es probable ni posible. Sin embargo, pregunte a cualquier productor de pollos o porcinos a cuánto debe comprar la tonelada de cereal u oleaginosa para alimentar los animales. Verá que si le saca los costos de operatividad portuaria y aranceles de comercio exterior, la tonelada en el mercado interno cuesta lo mismo que la destinada a exportación.

Es muy probable por lo tanto -porque también alguna vez pasó -, que con la carne suceda lo mismo.

La lectora nos va a decir, “en Argentina hay vacas a rolete”. Sí, señora. Tiene razón. Pero no son suyas. Por lo tanto, usted no pone el precio.

La única alternativa que queda es no comprar. Un dato de mercado, además d ellos que ya venimos comentando en ediciones anteriores. Ayer Cañuelas cerró en 1.440 pesos el kilo vivo promedio entre novillo y novillito. Por lo tanto, para el fin de semana espere – en AMBA – un precio promedio de 5.700 mangos el kilo de asado.

Ese sería el precio, siempre y cuando los frigoríficos no apelen al “viva la libertad carajo” y pidan lo mismo que en Finlandia.

Usted pensará que es un disparate lo que estamos diciendo. Pero tenga en cuenta que, entre fines de noviembre y principios de diciembre, la cadena vacuna argumentaba que el kilo de carne en Europa promediaba los 25 euros los cortes más baratos; y que por lo tanto, eso era lo que valía la carne.

Otro disparate, pero lo dicen en serio. Y repetimos: las vacas son de ellos.

Pero hay otra cosita…

Por un lado, la “Ley Bondi” (u Ómnibus”), impulsa un arancel de exportación para carnes del 15%. Obviamente el sector está en pleno pataleo para que eso se modifique porque “afectará la competitividad en los mercados internacionales”. ¿Por qué? Porque la carne argentina estaría un 15% más cara que la de otros países oferentes – siempre y cuando ellos tampoco pongan arancel -; o bien, los precios internos de la cadena que luego derivan a la exportación, deberían estar un 15% más bajos.

Por lo tanto, en el imaginario de la patria ganadera, matarifera, y frigoríficos, sería un “perder-perder”. Lo cual no es cierto. Lo que sucede es que a lo mejor no ganen tanto; o que la diferencia, la pongan las comadres argentas. ¿Cachai’?

Pero hay otra cosita más…

Hasta el momento, y según lo que se conoce por los proyectos presentados, se intentaría instrumentar en nuestro país, el mismo sistema que tienen los uruguayos: un estándar sanitario único en todo el territorio nacional, que cumpla las condiciones que requieren los mercados externos y que se implemente para el interno también.

Eso implica que las instalaciones de faena y conservación deben tener determinado tipo de características de infraestructura. Medida que sólo beneficia a los frigoríficos grandes, con perfil exportador. En criollo, la faena se concentrará en pocas manos y las ventas internas y externas también.

Fíjese una cosa que aportan los colegas del portal “Bichos de Campo” a partir de cifras oficiales: entre enero y noviembre de 2023, se faenaron en cooperativas y matarifes provinciales y municipales 752.425 y 1.067.559 vacunos, lo que representa, sumando ambos, un 13,3% de la faena nacional. El resto, lo hacen los grandes.

Si hay que adaptar todo a los nuevos estándares sanitarios, lógicamente los mataderos chicos no podrán costear la infraestructura necesaria. No les da la escala de faena que pueda soportar la financiación de la inversión. Por tanto, están condenados a la quiebra.

Y otra cosita más, y última…

Si esos mataderos desaparecen, la hacienda debe ser trasladada muchos más kilómetros para ser faenada. Por tanto, o aumentará el costo logístico, o las vacas se trasladarán de región. Eso implicará una suba de costos generales que repercutirán en el precio del kilo vivo y por ende en el mostrador.

Recuerde lo que venimos diciendo. Habrá poca oferta interna porque hacen falta 1,5 millones de vientres que fueron faenados en 2023, y casi otro tanto en 2022. Eso hará subir el precio de mostrador.

Si a esto le suma todo lo explicado anteriormente, estaremos cual comadre de Helsinki: paralizados por el frío y por los precios.

Fuente: SENASA / Mercado de Cañuelas / Bichos de Campo / Archivo Chasqui Federal.

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