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El trigo es más que el pan

Con una producción estimada para la campaña 2021/2022 de alrededor de 20 millones de toneladas de trigo, Argentina vuelve a ser considerado uno de los principales actores en materia internacional de la cadena de valor de dicho producto. Precio, innovación y valor agregado son las discusiones del momento. Por Pablo Casals*

Existe la expectativa de que el trigo cotice internacionalmente en torno a los US$ 290 por tonelada. Según las estimaciones de producción, se estaría hablando de un volúmen total de 5.800 millones de dólares para la presente campaña. Asimismo, se pronostica que el alza de los precios y la ampliación de superficie sembrada será una constante en la producción de dicho cereal.

Una de los acontecimientos de mayor repercusión fue la implementación de la variante HB4, que impulsa conjuntamente el Estado nacional con el Grupo Bioceres. Según la información oficial, a partir de la incorporación la transgénesis, de un gen del girasol al trigo, este último sería más resistente a las sequías, ya que necesita menos cantidad de agua para desarrollarse. Asimismo, según los ensayos de campo, se han obtenido rindes hasta de un 20% por arriba de las variantes convencionales.

Según los datos estadísticos del Estado nacional respecto de la campaña 2020/2021, los rendimientos promedio del trigo a nivel país, superaron los 27 quintales por hectárea; es decir, algo más de 2,7 toneladas. Si la estimación de los científicos se confirma en el proceso de producción, dicha cantidad se elevaría a casi 32,5 qq/ha y a menor costo/riesgo relativo dado que la variedad sería más resistente.

Los debates en torno al Trigo HB4 han girado en torno a que éste no evita el uso de glifosato o 2,4D al mismo tiempo que se trata de un Organismo Genéticamente Modificado (OGM) que va directo al consumo humano. Las objeciones respecto de la variedad hacen hincapié en el factor tecnológico y la sustentabilidad del ambiente y el proceso productivo, aunque admitiendo que ese es un camino sin salida. Es decir, la técnica ha superado la política: ya no se discute si dicho cultivo es conveniente para el suelo y los recursos naturales de la Nación.

Tampoco se han escuchado voces contrarias a la “agricultura climáticamente inteligente” que impulsa Naciones Unidas, desde donde se propone el desarrollo de nuevas tecnologías mediante la co-inversión privada, estatal y desde las ONG’s, que luego sean conducidas por Fondos Financieros viligados por la ONU. En definitiva, vestir la fuga de recursos con el traje de “valor agregado”.

¿Qué puede esperar Argentina en este marco? Siguiendo la política del Gobierno Nacional, el rol de la oposición al respecto, y los últimos acuerdos con Brasil -su principal socio comercial-, el país consolida su camino hacia transformarse en el mero primer eslabón de la cadena de valor agroindustrial a nivel internacional; a perpetuar el modelo primarizador de su economía; a fortalecer a los capitales concentrados en materia de exportaciones y propiedad de la tierra; y a multiplicar la cantidad de hectáreas bajo producción.

*Editor Responsable

Fuente: ONU / CONICET / MAGyPN

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