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Energía nuclear argentina y los hilos geopolíticos

El Gobierno Nacional está empeñado en comprarse un conflicto internacional por sostener un contrato no conveniente con el gobierno chino para la construcción de un reactor nuclear con tecnología a base de uranio enriquecido. OTAN y Rusia observan el asunto de cerca. Además, el complejo atómico argentino dejó de lado la línea CANDU de desarrollo nacional, aunque todavía pervive el CAREM.

Redacción

Se conoció que volvió a prorrogarse por 18 meses el contrato comercial por el proyecto Atucha III entre la empresa de participación estatal Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA) y la China National Nuclear Corporation (CNNC) del gigante asiático. El compromiso denominado EPC (contrato de ingeniería, compras y construcción) para llevar adelante el proyecto Hualong seguiría en pie hasta abril de 2025.

Desde el ministerio de Economía plantearon que la decisión fue correcta de cara a poder renegociar algunos términos del contrato, que ya había sido prorrogado durante octubre de 2022. Según las fuentes, el mismo prevé que China aporte el 85% de los recursos para la construcción, y Argentina el 15% restante. Desde la cartera de Energía afirman que si China no se hace cargo del 100% de la financiación el proyecto no puede llevarse adelante.

Así, el contrato EPC para la construcción de un reactor Hualong de 1200 MW de potencia sigue formalmente en pie hasta fines de abril de 2025.

Geopolítica nuclear

Lo interesante de esta instancia de acuerdo de prórroga es que volvió a trascender el conflicto interno que subsiste en el sector y las implicancias y perspectivas geopolíticas que lo motivan. Lo que hace diferente a esta oportunidad, es que tuvo repercusión mediática porque las discusiones fueron “filtradas” por personalidades de peso. Antes, los cometarios, trascendidos e información certera provenían de otras fuentes del área de energía atómica.

Desde la Redacción ya lo hemos planteado: el reactor Hualong funciona a base de uranio enriquecido. Es decir, tecnología nuclear no conveniente e innecesaria para Argentina que, por sí misma, hace cuatro décadas que domina el ciclo de uranio natural.

La información trascendida, que en parte también confirma el portal especializado en energía “Econojournal”, es que desde algunos sectores de peso en el entramado del sector nuclear ligados a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), afirman que la permanente improvisación con el asunto del reactor chino, hizo perder al país la línea de desarrollo respecto de la tecnología CANDU y la posibilidad de construcción de una nueva central de ese tipo. Esto no es menor; porque las CANDU funcional a uranio natural y agua pesada. Es decir, la tecnología que Argentina domina de punta a punta. Embalse, Atucha I y II, son tipo CANDU.

Otro de los debates es el poder que tiene el prestador NA-SA, que al mismo tiempo es diseñador, constructor y operador de las centrales y las futuras posibles. Afirman asimismo que, parte de los acuerdos conformados en 2014, incluían el financiamiento chino para una cuarta central de tipo CANDU y una quinta central de tipo Hualong.

El proyecto CANDU fue dado de baja en 2018 y las conversaciones para la central Hualong entraron en pausa. Recuerden los viajes de Macri a China por ese tema en 2017, acompañado por el entonces Gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck – actual Senador nacional y nuevamente electo mandatario provincial -. Supuestamente, el Hualong, se iba a construir en la localidad rionegrina de Sierra Grande. Entre varias idas y vueltas que ocurrieron en aquél momento en Viedma – de las cuales esta redacción estuvo muy cerca –, derivaron en que no se concrete absolutamente nada por presión de ONG’s internacionales que participaban de reclamos ambientalistas; supuestos escenarios de hipotéticos “bombardeos enemigos” que se azuzaban desde la oposición al Ejecutivo Nacional; y quedó como saldo una ley antinuclear en la provincia que no sirve para nada.

Dato que, teniendo en cuenta lo sucedido después en torno a los distintos proyectos que tomaron como eje a esa localidad, nos da la pauta de que el Golfo San Matías, el Puerto Punta Colorada, y los yacimientos de mineral de hierro vuelven a estar dentro de los planes geopolíticos de unos cuantos países – menos de los gobiernos de la propia Argentina -.

Por otro lado, se dice que aquellos acuerdos de 2014 no tenían ningún destino de avance posible.  Que sólo fueron construidos para “tranquilizar” al sector interno plegado a la línea histórica de desarrollo nacional y soberano de reactores tipo CANDU (PHWR); pero que en realidad lo que apuntaban era a formalizar un contrato para una central de uranio enriquecido y agua liviana (PWR), que sea financiado por China mediante la construcción de un Hualong, e incorporar a Argentina en el espectro de negociaciones del gigante asiático.

Por otra parte, hay todo un conflicto internacional en ciernes sobre Argentina que los reactores tipo CANDU hubiesen evitado. Por un lado, la feroz competencia entre potencias nucleares por la prestación de servicios de construcción y operación, venta de reactores y/o transferencias de tecnologías. Todo eso junto o por partes. No importa.

Entonces, tenemos a Rusia como el principal actor en la exportación de reactores de potencia y de combustibles nucleares; los intentos de China por posicionarse; y la postura de Estados Unidos para reactivar su industria nuclear. Además, y máxime desde el conflicto entre Ucrania y Rusia, la Comisión Europea impulsa una reforma del mercado eléctrico entre sus países miembros, que incluye a la energía nuclear entre las tecnologías beneficiadas.

Pero además, por estas cuestiones que corresponden a los organismos supranacionales en materia de tecnología nuclear y que también se alinean a OTAN y los diferentes acuerdos que sostiene el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos se arroga la potestad de suponer que cada país que posea reactores nucleares de uranio enriquecido, automáticamente es un potencial constructor de armamento bélico de destrucción masiva. Por tanto, los yanquis se creen con el poder de policía para “controlar”, intervenir y tener voz y voto en los desarrollos de tecnología nuclear supuestamente soberanos en cada país.

Para muestra, busquen el caso de Irán. Nación a la cual Estados Unidos y la OTAN en conjunto le viene haciendo la vida imposible, acusándola de desarrollar material de uso bélico.

El consenso alrededor de los CAREM

Hasta donde sabemos, no hay demasiados cuestionamientos hacia el desarrollo del proyecto CAREM. Es decir, reactores modulares de baja y mediana potencia eléctrica, que la CNEA está construyendo como prototipo de 32 MW en el complejo Atucha.

Según los especialistas, los reactores modulares (SMR por sus siglas en inglés) como el CAREM posicionan a nuestro país en un sitial de avance privilegiado en el mundo. La construcción de un prototipo, implica el paso previo a una versión comercial de este tipo de reactores. Los directivos de la CNEA ven a la Argentina como fabricante, constructor y proveedor mundial de este tipo de tecnología.

Fuente: Secretaría de Energía de la Nación / CNEA / Econojournal / Archivo Chasqui Federal

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