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Las relaciones entre los emergentes. El Eje de la Resistencia. Un planteo norteamericano que evidencia sus preocupaciones. Israel, Rusia, Irán (EEUU y China). Siria e Irak. Argentina: Atlántico Sur y Energía Nuclear

Por Gabriel Fernández*

El vínculo entre China, Rusia e Irán se sigue desplegando en profundidad. Sin alharacas ni pronunciamientos, con tareas concretas destinadas a afrontar las circunstancias que configuran el rumbo general. Hay un enlace destinado a vencer en el “largo juego” sobre regiones esenciales en base a configuraciones variables pero con bordes, atravesadas por el vector que unifica estado, ciencia y producción.

ECONOMÍA Y SEGURIDAD. Las confusiones observadas en el tramo reciente dan cuenta de la versatilidad de los protagonistas y de su determinación -asentada en una filosofía pero también en necesidades- de dialogar con quien sea, sin perder la orientación. Necesidades y orientación; combinación difícil de absorber para quienes afrontan cada presente con recetas duras e inmediatismos que derivan en estilos compulsivos.

Esta complicada realidad internacional puede develarse. No por completo, claro, pero si en sus lineamientos más hondos. La tríada señalada viene articulando relaciones económicas internacionales fundamentadas en inversión y comercio, y acciones defensivas basadas en tareas enfocadas sobre las zonas candentes. Algunas de las fases que componen el primer punto resultan aceleradas; muchas de las que forjan el otro ítem priorizan la paciencia firme.

El despliegue de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, aunque ralentizado por las tensiones bélicas impuestas por Occidente, no se ha detenido. China ofrece al planeta inversiones energéticas, sostén financiero y comercio equilibrado. Todos, más sus notables cercanías (en el BRICS, la OPEP, la OCS y más) venden y compran combustibles fósiles según sus necesidades, apuntalan con fervor las creaciones surgidas de las nuevas tecnologías, desplazan sin furia la hegemonía del dólar.

En materia de seguridad, los multipolares se sienten conformes con el desempeño ruso en Ucrania y con el fino tejido iraní en Asia Occidental. Saben que no pueden descuidar ningún espacio porque el capital financiero que canaliza intereses y labores sobre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está armado hasta los dientes y puede prodigar sorpresas dramáticas en lugares inesperados. Como resultado de la fuerza coaligada entre la Federación y la República Islámica, Siria está por obtener una victoria decisiva que agrupa sus éxitos previos.

Hay bastante más. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán se ha evidenciado como un eje vigoroso capaz de vertebrar a Hezbollah en el Líbano, las numerosas agrupaciones militantes en Irak, Yemen, Afganistán, Pakistán. Ese bordado es atribuido, con razones, al comandante del grupo élite Quds de la Guardia, Qasem Soleimani, asesinado en territorio iraquí por los Estados Unidos. La enunciación de esos núcleos puede llamar a engaño: no se trata de bandas ni de terroristas. Son organizaciones político militares que, cuando les resulta posible, participan en elecciones, forman parte de los parlamentos y congregan miles de adherentes.

En los años recientes la incidencia de este Frente o Eje de la Resistencia se ha extendido sobre varias regiones africanas. En algunos casos forman parte de gobiernos que están desarrollando un intenso proceso descolonizador. Desde el otro perfil, varios de sus componentes poseen presencia diplomática en Turquía, otra nación clave en la pulseada, y vínculos con numerosos integrantes de la Liga Arabe. El reingreso sirio a ese organismo, encarnó una victoria política de sumo interés para el mapa regional.

Este panorama explica el sentido del reciente bombardeo sobre un edificio en la calle Fayez Mansour, en el oeste de Damasco. El edificio consular de la Embajada iraní en la capital siria fue destruido completamente, y 13 personas murieron. Entre ellas, dos mandos de la Guardia Revolucionaria. Se trata de una continuidad de las provocaciones destinadas a ampliar la guerra en Asia Occidental y comprometer a Irán -por tanto, a sus aliados- en una hecatombe con numerosos actores.

Así como los medios occidentales son proclives a denotar el presunto violentismo persa, aquellos que intentan narrar la verdad caen involuntariamente en el error de anunciar inmediatas y tremendas revanchas emergentes. Los primeros lo saben, los segundos lo ignoran: la única venganza posible para los agredidos se vertebra en el tiempo, que les puede permitir combinar los dos aspectos citados, la economía y la seguridad. Es decir, si arranca un litigio expandido, no será por impulso de China, de Rusia, de Irán.

ESTOS ANÁLISIS. Lo cual, como observamos, no implica dejar de lado las respuestas de contención en los distintos frentes. Es que el control parcial de la producción petrolera ofrece vastas posibilidades de reacción económica. Una escalada entre Israel e Irán podría sumir al mundo en una “desastrosa crisis energética”, planteó ayer el economista petrolero internacional especializado en energía global, Dr. Mamdouh G. Salameh. Los precios del petróleo podrían subir hasta 120 dólares el barril, añadió. La situación es extremadamente volátil, señaló el experto.

Unas hostilidades abiertas entre Irán e Israel generarían enorme golpe sobre el mercado del petróleo, coincidió con horas de distancia el investigador libanés sobre política energética y miembro del Instituto Tahir para la Política de Oriente Medio Marc Ayoub. “En caso de que se produzca cualquier escalada, va a ser mucho peor de lo que ya hemos visto en las tensiones del mar Rojo, porque lo que ocurrió en allí tuvo un impacto mínimo en los mercados del petróleo”, enfatizó.

“Y todos los mercados se han estabilizado hasta ahora. Pero creo que especialmente si el estrecho de Ormuz entra en el juego de las tensiones y si Irán consigue más poder para cerrar el canal de Ormuz, entonces todos los petroleros del Golfo no tendrán salida”. Ayoub puso de relieve el hecho de que los precios del crudo han estado subiendo incluso antes de la posible respuesta de Irán a Israel por el asesinato de sus oficiales de élite. “Esto se debe a las tensiones, pero también a las interrupciones de la cadena de suministro. Miren Ormuz además del mar Rojo. Si Irán entra, los hutíes no se quedarán atrás: formarán parte de esto, y el mar Rojo se cerrará“, pronosticó.

Según El Dr. Shivan Mahendrarajah, miembro de la Royal Historical Society. formado en la Universidad de Columbia y doctorado en Historia Islámica y de Oriente Medio en la Universidad de Cambridge, “en cualquier caso, Irán gana. De manera relacionada, una derrota iraní sobre los Estados Unidos será bienvenida por China, Rusia y decenas de estados adversarios, particularmente en todo el Sur Global. Con sus acciones, Irán ha demostrado ´control reflexivo´ sobre las acciones de Washington. Esto es precisamente lo que la Guardia Revolucionaria iraní está haciendo inteligentemente”.

Las interpretaciones basadas en hechos insertas por este periodista en las Fuentes, poseen la intención de ayudar a comprender que los sucesos que el lector va aprehendiendo sin hilván debido a los errores de construcción informativa, y originan en su espíritu el anhelo de resolución inmediata, no sintonizan con los tiempos de la realidad mundial ni con las tácticas empleadas por sus grandes protagonistas. La orientación al respecto fue deslizada aquí al narrarse los episodios de Nagorno Karabaj en septiembre del 2023, y el asesinato masivo en Kermán acaecido en enero del año en curso.

PEDIDOS ASOMBROSOS. ¿Qué puede suceder a partir de ahora? El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu viene invitando a Irán a participar de una progresión de tensiones que lo lleven a atacar activos militares estadounidenses en la región, arrastrando a los Estados Unidos a zambullirse con más intensidad en Gaza. Si bien es probable que Teherán responda, evitará caer en la trampa. En vez de acciones bélicas directas, Irán está en condiciones de reforzar su presión económica sobre Israel. Es que la República Islámica sabe que la economía hebrea no puede sostener un conflicto prolongado.

Claro que utilizará algunas violencias. Seguramente a través de acciones coordinadas que involucren a Hezbollah, Ansarallah y a otros agrupamientos que, como hemos visto, cuentan con bases en Siria e Irak. Pero, cabe insistir, es la economía productiva y la afirmación de los poderes estatales lo que configura la fortaleza de los multipolares. A su través, no solo condicionan a Israel sino a los mismos Estados Unidos. Los cuales, como si todo esto fuera poco, tienen sus dilemas interiores proyectados hacia el planeta.

Cómo es esto.

El presidente Joseph Biden está pagando localmente el haberse erguido como vanguardia atlantista. Su imagen ante el electorado norteamericano se viene deteriorando con rapidez cuando faltan ocho meses para las elecciones generales. Esto se debe a una plancha económica grave y a la comprensión de una parte de la sociedad de que las enormes remesas de ayuda a Ucrania y a Israel resultan decisivas en esa caída. Entonces, el gobierno del Norte pretende dos movidas tan simultáneas como razonables: la emisión necesaria para insertar recursos en una comunidad asfixiada y el despegue de la imagen de Biden de ese liderazgo belicista.

Ante la emergencia, el intento de una recuperación parcial y momentánea de la producción estadounidense cuenta con la aquiescencia de las grandes corporaciones del capital financiero. La movida se enlaza con dos acciones sorprendentes, que evidencian la versatilidad de los principales actores en el plano diplomático, sin que sus jefaturas pierdan el curso de mediano plazo. Por un lado, frente al inocultable malestar europeo por sumar la guerra en Palestina a la ya costosísima contienda en Ucrania, la OTAN no logra detener las protestas contra Netanyahu de su subordinada Unión Europea. Así, por debajo, se recurre al vínculo ruso con Israel para hacerle saber que si no afloja el torniquete, Irán subirá la apuesta al ahogo económico. Si admite una distensión, Europa y la Federación pueden facilitarle una salida serena del litigio.

No juzgue, lector. ¿Y la otra acción? La situación insostenible de Biden, explica la realización urgente de una reunión pedida por el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, el viernes y el sábado en Tailandia. Extenso cónclave ¿no? Aunque parezca extraño, el trasfondo del encuentro se hizo público, y los medios occidentales hicieron lo imposible para opacar su difusión. Fíjese. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, explicó así la prisa de Washington: “China tiene influencia sobre Teherán; Tiene influencia en Irán. Y tiene la capacidad de mantener conversaciones con los líderes iraníes que nosotros no podemos. Lo que hemos dicho repetidamente es: Daríamos la bienvenida a un papel constructivo de China, utilizando su influencia y su acceso”.

Pero qué curioso. Los Estados Unidos han estado preocupados durante mucho tiempo por la creciente influencia de China en Asia occidental, y ahora necesita esa influencia para que, si Israel baja el calor de sus ataques sobre la Franja, Irán haga lo propio con respecto al país ocupante. Mientras incentiva los ataques provocativos sobre la nación persa, a modo de amparo para sostener la negociación, admite estar contra las cuerdas ante la imposibilidad de vencer. Es que el gran capital financiero observa que puede perder la influencia sobre el desterritorializado estado norteño. Aunque necesita la guerra para subsistir y frenar el ímpetu económico multipolar, pretende un paréntesis hasta fin de año para mejorar sus perspectivas electorales.

¿Una locura? Sin moneda de cambio, sí. Entonces ¿qué ofrecen los norteamericanos? El inicio de una retirada ordenada de Irak y de Siria. Aunque resultaría una derrota histórica en toda la línea, equivalente y más que la de Afganistán, será presentada en público como una decisión pacifista de Biden y como el sendero que abre las puertas a la recuperación interna. No piensan pagar derechos de autor a Donald Trump, pero deberían. El problema es que, aunque Rusia e Irán celebrarían con más pasión ese desenlace que los argentinos la Copa Mundial de Qatar, conocen al interlocutor y entienden que, una vez garantizada la continuidad demócrata y globalista, los Estados Unidos, impulsados por los intereses aquí descriptos, retornaría a las andadas. Conocen al escorpión.

Este narrador no sabe qué sucederá, pero si lo que sucede. Otra vez: están más claros el presente y el mediano plazo que el corto tramo del año en curso, durante el cual pueden acaecer cosas aún más extrañas. Y riesgosas.

ATLÁNTICO SUR Y ENERGÍA NUCLEAR. En modo alguno se dejará pasar en estas líneas el asombroso accionar de una potencia multipolar trunca como la Argentina. El país sureño que preside Javier Milei está entregando el estratégico Atlántico Sur, cuya propiedad es reconocida por el conjunto de las naciones del mundo, a los Estados Unidos. Allí se incluyen las grandes extensiones marítimas, las Islas Malvinas, el paso bioceánico y la Antártida. Mientras la República Popular China había cooperado con inversiones concretas y no asentadas en condiciones leoninas, la delegación estadounidense no ofreció nada (nada) a cambio de semejante ofrenda.

(Ni siquiera, hasta el presente, los escuetos 15 mil millones que brindarían un oxígeno relativo a la miserable gestión)

Al respecto, cabe considerar estas precisiones del analista Guillermo Martin Caviasca: “En este sentido parece haber pocas barreras a la presencia de los EEUU, sin dudas creemos que la general Richardson debe haberse sorprendido de esta iniciativa, que debe superar sus expectativas. Su presencia, como las de otros enviados, tanto de EEUU como de Inglaterra, que circularán por nuestro país, tendrán el mandato de ver como en este nuevo escenario de absoluta falta de política nacional y de apertura militante a los intereses occidentales, pueden sacar el mayor partido posible. Sólo debemos pensar que en el futuro cercano ya no solo habrá una base estratégica de Inglaterra en Malvinas, sino que habrá otra norteamericana en Tierra del Fuego. Se debe notar al enunciarlo que queda en claro el nuevo retroceso de nuestra capacidad nacional de ejercer la soberanía real”.

Como si eso fuera poco, la nación austral, uno de los referentes planetarios en la generación de energía nuclear, aceptó paralizar el desarrollo de sus elaboraciones en el rubro. Milei se puso a disposición de los Estados Unidos para detener el proyecto de Atucha III y la construcción del Reactor Carem y del Reactor Argentino Multipropósito RA-10.

Lo hará de modo sencillo, eliminando sus partidas presupuestaras. Las autoridades de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) emitieron una carta en la que señalan que “Si bien la Institución ha realizado todos los esfuerzos necesarios para proyectar y transmitir a las áreas superiores pertinentes las necesidades mínimas de crédito para garantizar el funcionamiento durante todo el año 2024, todavía no se ha podido consolidar este requerimiento y no hay certeza de fechas en las que pudiera concretarse”.

El derivado de la decisión es dramático. Por un lado, la Argentina tendrá que realizar un esfuerzo singular para interrumpir el funcionamiento de los centros nucleares y sus plantas tecnológicas en varios distritos. Por otro, prescindirá de un gigantesco aporte a la energía local, y de decisivos beneficios en materia de medicina nuclear, entre los variados aspectos sobre los cuales incide la actividad. Las autoridades de CNEA indicaron que además de constituir un error significativo, la anulación acelerada de las instalaciones origina un riesgo nuclear apreciable.

La Argentina ha logrado construir tres centrales nucleares. Se trata de Atucha I, Atucha II y Embalse. Las centrales Atucha están ubicadas en la localidad de Lima, partido de Zárate, provincia de Buenos Aires y Embalse en el Embalse de Río Tercero, provincia de Córdoba. La compañía estatal Nucleoeléctrica SA suscribió con la Corporación Nuclear Nacional de China una prórroga del contrato para la construcción de Atucha III. Se trata de gestiones iniciadas una década atrás y que deberían prolongarse hasta abril de 2025.

Es posible que se trate de una deserción definitiva de la bandera albiceleste en el plano regional y en la dimensión internacional. No es seguro, porque laten historias vibrantes. Pero es posible. De concretarse, implicará introducir un problema significativo, en los órdenes geo político, económico y científico técnico, para los emergentes que han resuelto alzar la testa.

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Si va a reflexionar sobre el último tramo, lector, este periodista le sugiere incluir los segmentos previos. Y revisar las sugerencias para abordar asuntos colaterales, en los subrayados.

El proceso de transformaciones en el orden global, pervive y se relanza.

No todos participan.

*Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal.

Fuente: Radio Gráfica

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