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Fuentes Seguras. Sistema Financiero: el quiebre interior

Los ejes de la pelea. Ley Glass-Steagall y Ley Gramm-Leach-Bliley. Crédito productivo, crédito especulativo. El rol de los Estados. El dólar. Wall Street y Londres. Los contrastes en Davos y en la Reserva Federal. La conciencia. Nuevas rubias rebeldes. La pugna en republicanos … y demócratas.

Por Gabriel Fernández *

A raíz de la fuerte repercusión del artículo presentado la semana pasada [NdelE: el autor se refiere al artículo “Todo pasa, todo queda”, al que puede acceder aquí.] desde esta secuencia, se estimó conveniente una zambullida en aguas profundas, pese a las dificultades que eso puede implicar. La admisión generalizada de la desaparición o reorientación del esquema financiero mundial conocido y la tambaleante situación de la moneda que lo ha comandado, ameritan comprensión para la elaboración de opciones. Una y otras no pueden estar desligadas de los intereses materiales en desarrollo pues lejos quedaría la concreción si solo se asentara en el deseo de una justicia integral.

LA GRAN PARADOJA. Sobre 1971 el dólar fue impuesto como moneda de reserva y de intercambio, consagrándose una sola nación en el planeta como emisora. Su envoltura resultó el mecanismo de tipos de cambio flotantes y su deriva el arrasamiento de las economías periféricas con un traslado de recursos formidable. ¡Qué curioso lo acaecido antes y después en el centro occidental!: el control financiero caracterizado programáticamente Consenso de Washington, se articuló adoptando como combustible impulsor el crecimiento productivo aquilatado por los Estados Unidos y las potencias aliadas en la primera mitad del siglo XX; lograda esa hegemonía se desplegaron los mismos planes económicos sobre los territorios de los vencedores.

(Esto se podría representar con escenas bien paradojales. Los referentes tercermundistas genuinos clamaron alguna vez “hay que emular a los países desarrollados, proteger la industria y ampliar el mercado interno”. Los rivales locales, con identificación liberal, indicaron “hay que hacer como los países desarrollados, privatizar y lograr equilibrio fiscal”. Los dirigentes primermundistas parecen haber sintetizado su propuesta en “hay que seguir el camino de los subdesarrollados, priorizar los intereses privados y recortar el gasto”. Por supuesto que a diferencia de los anteriores, no lo expresaron así, pero así lo hicieron, créase o no.)

Las consecuencias, a la luz de los resultados expuestos por los indicadores duros y la misma realidad observable, fueron semejantes. La sorpresa que esos resultados generaron en tantos lectores y oyentes se basa en que los medios concentrados a nivel internacional, que responden al modelo rentístico puntuado, difuminan su volumen e intentan enfocar, como el Hubble, la imagen de lo que ya pasó. Así, muchos suponen que no hay tal catástrofe humanitaria puertas adentro de la nación del Norte y que la misma sigue regenteando un orden al cual es preciso adscribir disciplinadamente para no quedar aislado. El problema radica en que ya no es así y en que la elaboración de políticas asentadas en diagnósticos caducos contiene el error como factor directriz.

LEY GLASS-STEAGALL. A partir de allí es que la inmersión exige profundizarse. Es que lo que aparece como opción con el panorama en verdad existente es la separación del crédito productivo y la “inversión” especulativa, entre instituciones relacionadas con el circuito producción – venta – consumo y las que acumulan en base a la destrucción del mismo. Los antecedentes están a disposición: La Ley Glass-Steagall de 1933 había dispuesto una separación entre las actividades comerciales y la banca de inversión. Antes de su implementación, J.P. Morgan & Co. operaba en actividades de banca comercial y valores. Posteriormente, se dividió en dos partes; banco de inversión Morgan Stanley y el banco comercial JPMorgan.

Pero los que percibieron la reducción de su campo de tareas (y el crecimiento económico productivo, vale insistir), reptaron hasta revertir la resolución: tras varias décadas, en 1999, las disposiciones centrales de la Ley fueron derogadas por la Ley Gramm-Leach-Bliley bajo la administración del Presidente William Clinton. Esto permitió a la banca universal estar bajo una sola estructura. La derogación dio lugar a un período de mega fusiones. Los nuevos seis bancos de mayor importancia aumentaron sus activos del 20% del PIB en 1997, a más del 60% del PIB en 2008. El porcentaje de prestatarios que incumplieron sus hipotecas casi se duplicó de 2006 a finales de 2007, en gran parte debido a los estándares de préstamos calificados como imprudentes. Por así decir, resguardando la elegancia. La hecatombe detonó en 2008 y sus secuelas, inmersas en el presente, llevan a la redacción de este material.

ESTADO, CRÉDITO Y DÓLAR. ¿Qué puede ocurrir en los próximos años si la objetividad proclamada por China se instala en los vínculos económicos internacionales y el mundo no es destruido por quienes están quedando atrás pero cuentan con un espectacular poder de fuego? Por un lado, el retorno de la dualidad indicada para limitar el potencial del capital parasitario, con garantía firme desde los estados para orientar el crédito en particular y la economía en general con sentido productivo. Por otro, la anulación del dólar como moneda de reserva e intercambio y de toda convertibilidad esbozada hacia las demás divisas. En línea, una ligazón de tipo de cambio fijo entre las monedas nacionales y la nueva moneda general.

Sucede que de hecho, los tipos de cambio flotantes han sido una herramienta de especulación financiera desde agosto de 1971, y son impedimento de cooperación comercial y de inversión a largo plazo entre naciones soberanas. Por eso la responsabilidad del rumbo debe recaer sobre los Estados y las asociaciones de los mismos, hoy crecientes ante las confluencias de los emergentes multipolares. Ellos, si persiste la dinámica hoy visualizada, enfatizarán los proyectos de infraestructura, sobre todo energética, la investigación en ciencia y nuevas tecnologías, y la generación de bienes de producción y consumo con estrictas pautas relacionadas con las necesidades humanas genuinas y el cuidado medio ambiental.

(Si la situación actual no se resuelve en esa dirección, “ahora, y en cien años más, las cosas, van a ser igual” como apunta la canción. O peor. Sucede que ciertos aspectos del deterioro planetario van llegando a un borde de riesgo. La presencia de los estados en el despliegue científico técnico es la clave del progreso, por un lado, y de la sobrevivencia, por otro, como explicamos en Terraformar la Tierra. En un costado del debate, pero con influencia sobre el conjunto del mismo, es necesario desplazar a Greta, las ONGs y sus orientadores del capital financiero para pasar a aplicar los adelantos humanos en beneficio de los humanos. Muchos de esos logros ya existen, están a disposición de los gobiernos y pueden resolver problemas que hoy parecen inmanejables).

SALTAR DEL TITANIC… Y DEL TITAN. Los investigadores Dennis Small y Mary Jane Freeman afirmaron pocos días atrás, al respecto: “Un punto de entrada útil es reconocer que un retorno a la Ley Glass-Steagall de 1933 de Franklin Roosevelt en Estados Unidos, o la separación bancaria como se conoce en Europa, es esencialmente la misma política que el impulso actual del Sur Global hacia la ´desdolarización´. Ambas son formas de saltar del Titanic que se hunde –y del Titán que implosiona, añade este redactor-. En ambos casos, se abandona y se amuralla al dólar especulativo de Londres, mientras que el sistema bancario de cada nación se reconstruye en base a activos no especulativos e inversiones en actividades productivas no especulativas, creando así de facto una nueva moneda. En el caso de Estados Unidos, esta ´nueva moneda´ adoptaría la forma de un retorno al dólar estadounidense productivo o billete verde de Lincoln, a diferencia del especulativo dólar londinense, o ´Londólar´, que rige al sector financiero transatlántico en la actualidad”.

Al igual que aquél acuerdo registrado en estas páginas entre China y Europa, cuando el coloso asiático ofreció al Viejo Continente convertirse en una potencia multipolar próspera pero no imperial, “este enfoque abre la puerta a una alianza funcional entre el Sur Global y un Estados Unidos libre del dominio de Wall Street y de los intereses de la City de Londres. Éste es el Estados Unidos de George Washington, John Quincy Adams, Abraham Lincoln, Franklin Delano Roosevelt y Lyndon LaRouche. Esa alianza funcional es la base para evitar la guerra y lograr el desarrollo universal”, indicaron los especialistas citados.

La compulsión impuesta por la misma dinámica acumulativa –acelerada, sin costos- del capital financiero, está impidiendo la experimentación de salidas razonables mediante una adecuación paulatina. A través de sus ejecutores, el bloque anglosajón y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), impusieron sanciones contra Irán y Rusia que forzaron a esas naciones –y obviamente a sus relaciones en la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la Unión Económica Euroasiática, y parcialmente en BRICS, ASEAN y la OPEP+- a lanzar sistemas informáticos independientes del centro occidental, a utilizar las monedas locales como factores de intercambio comercial y a dinamizar las políticas inversoras sobre infraestructuras.

BOXEANDO EN DAVOS, Y EN LA FED. Como ejemplo, vale recordar que inmediatamente después de que el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, anunciara la operación militar especial del 24 de febrero de 2022, las sanciones occidentales contra ese país se intensificaron drásticamente: se confiscaron unos $300.000 millones de dólares de las reservas de divisas extranjeras de Rusia, la parte mantenida en el extranjero; se bloqueó el comercio; y el tándem Londres – Washington hizo todo lo posible por forzar a Rusia a incumplir sus obligaciones de deuda en el exterior. Se declaró que el objetivo estratégico era “arruinar a Rusia”. El presidente norteamericano Joseph Biden anunció en marzo de ese año que su objetivo era “reducir el rublo a escombros” y asegurarse que la economía rusa quede “reducida a la mitad”. Enseguida, tras la negativa china a sumarse a las sanciones y a compartir semejantes objetivos, se lo declaró “enemigo sistémico”.

Llegado a este punto del análisis, cabe invocar el sentido común del lector. ¿Qué pensaban las autoridades atlantistas que iban a hacer los damnificados? ¿Autodestruirse para facilitar esos proyectos? Como documentamos aquí, el estratega Henry Kissinger, sin un ápice de humanismo pero con una dosis relevante de realismo, se cansó de indicar que esas ideas de confrontación, que parecían inspiradas en el Zbigniew Brzezinski que diseñó la invasión a Irak, carecían de lógica y de posibilidades de aplicación. Al escuchar el silencio de sus propios socios en Davos y Bilderberg, apuntó que “ya no quedan estadistas”. A decir verdad se trata de un vínculo dialéctico hondo entre las referencias y sus bases de sustentación.

Las naciones centrales desterritorializadas apenas si pueden mostrar dos puntos en el mapa que no están sujetos a los ajustes: Wall Street y la City de Londres. Pocos metros más allá, el asfalto se hunde; algunos kilómetros más y la tierra se reseca. A medida que las sanciones se expandían a lo largo del 2022, la Reserva Federal de los Estados Unidos comenzó a subir las tasas de interés con ese fervor compulsivo que se mencionó. La brutal orientación destinada a fomentar la especulación y deteriorar la inversión productiva hizo crujir la interioridad misma del esquema y este 2023 estalló la discusión puertas adentro de la FED. Aunque el debate se realiza con sordina para evitar reverberancias sociales, los parásitos recurren a remanidos argumentos para sostener el disparate: quienes objetan la suba, quienes proponen retomar la Ley Glass-Steagall, quienes llaman a reducir los envíos de recursos a Ucrania, quienes piden atemperar las sanciones sobre Rusia y cooperar en la elaboración de semi conductores con China, son minoría y están acorralados por acusaciones de populistas, pro rusos, pro chinos.

La cúspide del sistema financiero fundamenta su acción en “la lucha contra la inflación”. Dígase de una buena vez: les importa un pepino la inflación. Por un lado lucran mediante el traslado de recursos que ello implica, con víctimas sociales claramente identificables, y por otro la aprovechan como argumento para imponer programas desindustrializadores.

CONCIENCIA DE CLASE EMPRESARIA. Los autores mencionados brindan su visión de esta batalla interior: “El punto fuerte de estos debates ha sido que se están considerando seriamente cambios fundamentales. El régimen mundial de sanciones, en especial las aplicadas a Rusia, dejó en claro que: a) el tóxico ´londólar´ ya no era una moneda de reserva internacional digna de confianza; y b) las sanciones habían fracasado, incluida la llamada ´opción nuclear´ de expulsar a las naciones del sistema internacional de liquidación bancaria SWIFT. Resultó que la City de Londres y Wall Street ladran más que muerden, salvo, por supuesto, la amenaza muy real del uso de una fuerza militar abrumadora para imponer su voluntad a las naciones sometidas, hasta llegar a la guerra nuclear con Rusia y China”.

Sin embargo, añaden que “el punto débil de las deliberaciones hasta la fecha, ha sido que los críticos siguen sin tener muy claro qué se necesita para proporcionar un respaldo sólido a esa nueva moneda: es decir, cuál es la verdadera fuente de valor económico. Se han concentrado demasiado en los dimes y diretes de tecnicismos financieros y muy poco en los principios científicos de la economía física. Por muy importante que sea liquidar los intercambios comerciales en moneda local, por muy importante que sea establecer mecanismos de permuta financiera distintos del dólar e incluso cámaras de compensación bien establecidas, lo decisivo es poder emitir créditos productivos en monedas que no sean el dólar, para la inversión en infraestructura productiva y otras inversiones, y esto vale tanto para Estados Unidos y Europa como para el Sur Global”.

(Vale decirlo con más transparencia: los grandes empresarios, grandes empresarios son. Así como se dejaron birlar por los financistas el control de la gran locomotora mundial que fueron los Estados Unidos, y aunque están corcoveando en la FED, en Davos y en Bilderberg entre otros foros debido a la ostensible quiebra que se les impone, no terminan de limpiar su mirada y ante las arremetidas propagandísticas se cuidan de quedar identificados con el comunismo, el populismo y vaya a saber qué sambenito surge en cada discusión. Por eso el eje de la batalla presente exige que los estados se posicionen en su conducción. El vínculo político de los intereses geoeconómicos con las grandes masas, debe situarse en la cúspide institucional para llevar adelante el proceso de transformación multipolar en marcha. Nada releva la acción política, en tanto y en cuanto se encuentre bien asentada en un poderío económico a la altura de las circunstancias. Por eso, aunque todas las potencias emergentes tienen un rol que cumplir, la presente pugna sobre Eurasia es decisiva.)

EL LOBO DE WALL STREET, EN SUIZA. Estos cruces, que resonaron en los espacios económicos de muy variados países, tuvieron su expresión más nítida en Suiza. Donde si no. Fijese. En marzo, algunas voces se hicieron públicas. El grupo mediático Tamedia planteó la separación bancaria en su diario insignia, el Berner Zeitung: “La gestión de activos y los bancos comerciales deberían separarse de los bancos de inversión… Hace unos años se aprobó en el Consejo Nacional con los votos de la UDC [Partido Popular Suizo], el PS [Partido Socialdemócrata] y los Verdes, y luego se echó por tierra en el Consejo de los Estados”.

Rápidamente, Thomas Matter, del Partido Popular Suizo (SVP), y el presidente del Partido Verde, Balthasar Glättli, se pronunciaron a favor de un sistema de separación bancaria en una entrevista televisiva. “Hay que separar las áreas de negocio de alto riesgo”. Luego, Benjamin Fischer, miembro de la UDC en el Consejo Nacional (cámara baja), pidió una legislación Glass-Steagall (Trennbanken)”. Expresó sobre la quiebra de Credit Suisse: “Un día negro para el centro financiero suizo. En el pasado, perdimos la oportunidad: en lugar de un sistema estable de separación bancaria, ahora no sólo tenemos un banco demasiado grande para quebrar, sino un gigante demasiado grande para ser rescatado”.

Y ahí nomás, el periódico Neue Zürcher Zeitung precisó: “La solución más obvia que alguna vez propuso la izquierda y hoy está ganando adeptos entre la burguesía, es dividir los grandes bancos. Una parte albergaría la banca de inversión ‘arriesgada’, como el comercio de acciones, bonos y derivados. La otra parte se concentraría en el ´aburrido´ negocio de depósitos y créditos, como los bancos cantonales o los bancos Raiffeisen”.

NUEVAS RUBIAS REBELDES. La milonga, se sabe, retumba en el Norte Norte. Ya se vivió la esgrima a través de la dualidad entre el republicanismo perot – trumpista y el atlantismo demócrata clinton – barack – bideniano. Por estas horas re emerge (en medio de una maraña de publinotas sobre las costumbres sexuales de Donald Trump y su afición a leer documentos oficiales en casa) a través de la disidencia ¿tercerista? en la Cámara de Representantes: El 19 de abril la legisladora Marcy Kaptur (demócrata de Ohio) presentó su Ley de Retorno a la Banca Prudente de 2023 para restablecer las disposiciones esenciales de la Ley Glass-Steagall de 1933, como la restauración de la separación entre la banca comercial y la banca de inversión. Su declaración destaca: “La legislación ha sido respaldada por el Instituto Schiller y la Federación Americana del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO)”.

Kaptur fundamentó su postura explicando que “El colapso financiero de 2008 casi derribó toda nuestra economía y condujo a la gran recesión que acabó con los ingresos y ahorros de muchos estadounidenses. La reciente quiebra del Silicon Valley Bank en California y del Signature Bank en Nueva York es un eco del colapso de 2008, donde los especuladores se cuelan por todas los resquicios de la regulación para encontrar una forma de engañar al sistema. En 2023, aquí estamos de nuevo, viendo corridas bancarias, quiebras y compras masivas. Wall Street ha demostrado que no puede controlarse a sí mismo, y es sólo cuestión de tiempo que conduzca a Estados Unidos a la próxima crisis financiera”. Pero qué interesante la argumentación; releamos “Wall Street ha demostrado que no puede controlarse a sí mismo”. Esa es la clave.

La propuesta causó revuelo al interior de la administración pero no trascendió con vigor en los medios. Sin embargo, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, se apuró en llegar al Capitolio para apaciguar los ánimos. Portando una manguera simbólica destinada a extinguir el fuego, relativizó la iniciativa y sostuvo, entre otros, este diálogo de significación intensa. En audiencia de la Comisión de Finanzas del Senado, Maria Cantwell (demócrata de Washington) preguntó a la funcionaria “¿Qué pasa con Glass-Steagall? He sido una gran defensora de Glass-Steagall y cuando llega este momento, y sigo pensando, ¿por qué permitimos que se mezclara la actividad de la banca comercial y la de inversión? En realidad, sólo le pregunto si cree que se habría producido la misma situación [la quiebra del Silicon Valley Bank], de la forma en que se produjo, si en el año 2000 no nos hubiéramos deshecho de Glass-Steagall”. Yellen respondió: “Creo que habrá mucho tiempo para analizar lo ocurrido y considerar si son necesarios o no cambios regulatorios o de supervisión”.

El concepto de tiempo, claro, es relativo. Alguna vez Benjamín Franklin apuntó “tiempo es dinero”. Muy occidental; bien representativo de la filosofía que ha campeado en los Estados Unidos.

Yellen -y Biden-, quizás tengan menos tiempo del que anhelan.

EL ANÁLISIS Y EL INVIERNO. Es de suponer que las legisladoras rebeldes, de filiación demócrata, saben que la normativa anulatoria (Ley Gramm-Leach-Bliley) fue impulsada por su partido y, en la actualidad, sostenida por el mismo en el gobierno norteamericano. Vale la consideración pues hasta ahora las voces más cascadas habían manado de las filas republicanas, alineadas con el rubicundo. La crisis es tan profunda que surgen, en ese mundo político constreñido, ligazones transversales que darán que hablar. ¿Qué pensará Hilary?

Lo ofrecido hasta aquí es solo una parte de la información aquilatada por este periodista sobre el dilema del esquema financiero mundial. Extender el artículo no mejorará la comunicación. En estas páginas se pueden hallar los rasgos esenciales.

Quien los absorba, estará en condiciones de comprender el núcleo duro de la pulseada que protagonizan las distintas franjas que configuran nuestra civilización.

A decir verdad, los centros de análisis planteados acompasan el conjunto de nuestras Fuentes Seguras y componen la columna vertebral del libro que, bajo ese título, está en circulación.

El volumen del desafío amerita un poco de serenidad, la preparación del mate para adentrarse en la reflexión y algo de abrigo destinado a afrontar el fresco creciente. Es cierto que la temperatura promedio sube en el globo, pero también que el invierno sureño sostiene su rigor.

Qué mundo este.

Los pibes, Manolito, no le pegan a los maestros. Pero las transformaciones van llegando.

*Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

Fuente: Radio Gráfica

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