El pasado miércoles, pescadores chaqueños y correntinos, en sus botes realizaron un piquete de río, interrumpiendo la navegación del canal principal. La razón: reclamar que los dejen trabajar, y que se genere un acuerdo entre ambas provincias y prefectura.
Redacción
Nos enteramos el miércoles por la tarde que un grupo de pescadores habían realizado “un piquete de río” en el Paraná, frenando la navegación de barcazas y causando los horrores y adhesiones de toda la vida en las riberas chaqueñas y correntinas. Empezamos a averiguar, y resultó ser que los malloneros resolvieron cortar el río debajo del puente que une Resistencia con Corrientes, para visibilizar el reclamo que no había tenido efecto en tierra.
Para los que no conocen la región o las formas de sobrevivir de miles de argentinos en la cuenca del Paraná (y de todo gran río y espejo de agua en Argentina), los malloneros son los pescadores que hacen la tarea con redes, con mallas. Algunos los llaman pescadores “artesanales”, otros de “subsistencia”. Se los conoce como malloneros para bien y para mal.
Hay quienes les indilgan prácticas depredatorias de la fauna del río. Cosa extraña porque para ello sería como darse un tiro en los pies. Normalmente han sido impulso de sectores que les disputan el recurso, pero acompañados por algunos capitales y favores administrativos. También desde agrupaciones ecologistas, aunque como es tradicional en ellas, ninguna viene con la alternativa de supervivencia en la mano – y para “hoy” -. Otros los combaten en algunos tramos de la cuenca, porque compiten con los pescadores turísticos, tanto por las capturas como por la disposición del paisaje: no es lo mismo una foto en una super lancha, con la pilcha indicada y compañía suficiente, donde esté el Paraná de fondo; que la misma fotografía pero con malloneros desprolijos al lado.
La cuestión es que según las épocas, los malloneros han pasado de ser un símbolo federal de aquellos lares, a prácticamente delincuentes; para luego – antes o después – ser “legalizados” con licencias de pesca. Como se imaginarán, a partir que el interés económico por el uso del río fue creciendo, las trabas y los peros fueron cada vez más prolongados o complicados de sortear.
Otro factor es la falta de criterio común entre jurisdicciones provinciales y nacionales: el mismo río, las mismas aguas, pero criterios distintos para su manejo. No hay que ser un especialista universitario en ciencias sociales para darse cuenta que si no se establece un mecanismo permanente para ir generando acuerdos, los conflictos son la comida del día.
Lo que sucedió esta vez – bah, otra vez – fue que tanto como desde Chaco como desde Corrientes está planteada una veda parcial de pesca dada la época de desove. Las provincias tienen criterios distintos en la implementación de la misma. Además, como si fueran dos continentes que se hubieran encontrado de repente luego de miles de años de vivir separados, los pescadores registrados por Corrientes no son reconocidos por Chaco y viceversa.
A todo esto, la Prefectura se divierte con todo tipo de tropelías sobre los botes y herramientas de trabajo. Convengamos que en aras de controlar el río, una cosa es decirle al mallonero que pegue la vuelta y otra diferente es sacarle las herramienta de trabajo.
¡Ojo! Entre los malloneros tampoco las cosas son color de rosa. Hay diferencias entre organizaciones e intereses creados que también tallan en la acumulación de factores y que llevan décadas.
La cuestión es que pescadores de ambas provincias se reunieron el miércoles en la Costanera Sur de Corrientes para reclamar por la unificación de licencias de ambas orillas, y denunciar hostigamientos por parte de las fuerzas de seguridad. Se concentraron allí y luego desplegaron el “piquete náutico” o “piquete fluvial”.
El tema de los diferentes criterios para la veda es simple. Corrientes redujo a tres días por semana la pesca comercial, autorizándola para los días lunes, martes y miércoles entre el día 7 de noviembre hasta el 23 de diciembre. Los fines de semana, quedan para que pesquen los turistas (esto no se dice pero se hace).
En la otra orilla, desde Chaco, dicen que no hay causas que justifiquen ese régimen. Explicaron que la provincia tiene un sistema de cinco días semanales de habilitación; y que a raíz de la gran bajante d elso últimos años, implementaron un sistema de señales (semaforización).
Desde Corrientes le respondieron que “Chaco debería readecuar su situación para resolver el conflicto”; porque no dejan pescar a ningún mallonero que no tenga licencia chaqueña; y que Corrientes sí lo hace.
¿Quién tiene razón? Las dos provincias y ninguna, justamente por las diferencias de criterios sobre prácticamente las mismas aguas, sobre la misma actividad y sobre el mismo recurso ictícola. En criollo: los peces no son chaqueños o correntinos, sino que viven en el río y se mueven acá y allá según la época o la hora del día. El pescador, que conoce ese movimiento, va hacía donde está el pescado. Por otra parte, la situación afecta directamente a tres mil personas que viven de la actividad.
Según se informó, finalmente, durante la tarde del miércoles, las partes llegaron a un acuerdo. Ambas provincias permitirán la pesca de parte de todos los malloneros que posean licencia, sean estas de Chaco o Corrientes. La Prefectura por su parte, deberá ejercer la función de control respetando el parto vigente.
Veremos qué sucede. Viene de años y años la cosa.
Fuentes: Diario El Litoral / Diario Norte / Archivo Chasqui Federal