Dado que los posibles “renunciamientos” colmaron la agenda pública, el tema pasó inadvertido. Pero las multinacionales – y la propia YPF cooptada por Chevron -, intentaron sacar ventaja de la conmoción inflacionaria de cara al cumplimiento por parte del Gobierno del acuerdo de aumentos para el mes de mayo.

Redacción

Repitiendo la dinámica de meses anteriores, se anunció oficialmente el tramo del acuerdo entre el Ejecutivo Nacional y las petroleras para el aumento del precio de los combustibles. Si bien el “superministro” casi presidente y tal vez candidato ma’ non tropo, Sergio Massa, había amagado con suspender el nuevo aumento del 4%, finalmente lo terminó anunciando.

Sucedió que tan pronto como se intentó el amague, las petroleras y sus grupos de presión asociados comenzaron a divulgar durante la mañana del martes, la “inminente parálisis de la actividad en Vaca Muerta”, “despidos”, “rompimiento de la cadena de pagos”, y una serie de calamidades adicionales.

El amague de Massa, fue una reacción al lance que se tiraron las empresas para que el incremento fuera del 6%, argumentando la escalada inflacionaria, mayores costos, paritarias, etc. El superministro pronunció la palabra “congelamiento” y se desataron las operaciones.

Tras la reunión de las principales firmas con la secretaria de Energía, Flavia Royón, se dio curso al incremento tal como estaba establecido desde abril. Las empresas que participaron del encuentro, fueron las que poseen actualmente mayor capacidad de ferino: YPF (con alta influencia de Chevron en su conducción), Raízen (Shell), PAE (Axion Enery) y Trafigura (Puma Energy).

Tras la autorización, durante las primeras horas del miércoles, comenzaron a verse en pizarras los nuevos montos. Así, YPF – el líder nacional en ventas con más del 60% del volumen comercializado -, Axion y Puma aumentaron un 4% los combustibles.

Fuente. SEN / Econojournal / La Mañana de Neuquén