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Los mallines son territorio

INTA continúa trabajando en las capacitaciones en cuanto al manejo y conservación de estos “humedales” patagónicos. Su importancia es estratégica para la región.

Redacción

Insistimos en un concepto que desde esta Redacción consideramos de máxima importancia para cualquier pueblo del mundo y por ende para el nuestro: las cuencas hídricas compuestas por las aguas superficiales y subterráneas, son territorio. Por tanto, son de suprema importancia estratégica para la vida y los sistemas productivos cualquiera sea su complejidad y grado de desarrollo.

De allí que constantemente intentamos dar cuenta de su estado de situación, su uso, explotación y conservación sustentable. Allí, hay y debe haber, un sistema institucional involucrado en esa tarea. En Argentina, esta dimensión no se aborda seriamente. Ya hemos comentado en múltiples ocasiones sobre cierto “abandono” sobre las cuencas hídricas o directamente su entrega; sea ésta a los capitales privados -nacionales y extranjeros – tenedores de tierra, o mediante convenios con otros Estados, como los vigentes en 14 provincias con la empresa israelita Mekorot.

Pero, a pesar de todo esto, hay cosas que se intentan hacer bien. Una de ellas es el trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) sobre los mallines de la meseta patagónica.

Los mallines son humedales. Sitios estratégicos para la biodiversidad, para la producción y el desarrollo socioeconómico. Deben ser manejados responsablemente con criterio de sustentabilidad hacia el futuro. En Patagonia, sólo ocupan el 4,5% de la superficie total de la región, y su estabilidad siempre es delicada.

Recientemente, el organismo realizó trabajos de capacitación para el manejo y conservación en la zona de Trevelin, provincia de Chubut. Los técnicos de INTA afirman que los mallines son ambientes productivos y tienen la característica de contener agua de forma permanente o semi permanente. Lo mismos se ubican en lugares bajos del paisaje y son muy importantes desde el punto de vista ambiental y productivo.

¿En qué contribuyen? En varias cosas que por su escasez y fragilidad los hace demasiado valiosos. Por un lado, apuntalan la diversidad de flora y fauna regional; y por ende regulan los ciclos del agua, los nutrientes que se aportan a la tierra, y su correspondiente contribución a la provisión de forraje para la ganadería. Esta, vale decir, es una de las principales actividades productivas de la región precordillerana.

Hablar de mallines, forraje y ganadería, supone al mismo tiempo poder incorporar parapara el manejo integral de ese sistema productivo, el uso racional del agua en ciclos de riego y uso del suelo. Los verdeos patagónicos no tienen ni la abundancia ni la frondosidad de los pampeanos; y el uso climático es un condicionante, pero al mismo tiempo una ventaja si se combinan con el criterio adecuado.

De hecho, años atrás, en varias regiones de la meseta, se obtuvieron índices de rendimientos en pasturas superiores a la media, a partir del manejo de los mallines y del ritmo y sectorización del pastoreo.

Para el ojo no habituado, podemos dar una clave de observación que ayude a comprender la importancia de estos humedales patagónicos. En zonas relativamente cercanas a ríos y lagos, los mallines son de más fácil conservación. Alejándonos hacia el centro de la meseta, la realidad es diferente, ya que el agua que en ellos se acumula, es aportada por las escasas lluvias, pequeños arroyos, hilos de agua, o directamente vertientes intermitentes o de bajo caudal.

Por último, un factor que pone en riesgo la conservación de estos humedales es la minería irresponsable; o mejor, la netamente extractivista. El problema va un poco más allá de la posible contaminación. El agua es territorio, pero en esa región al mismo tiempo es escasa. Por lo tanto, la tecnología aplicada en la actividad minera, debe tener como parámetro ese factor.

Lógicamente, para canadienses, australianos y afines, dicha lógica no aporta rentabilidad al negocio. Además, los gobiernos provinciales no recaudarían regalías y otros conceptos. Por ende, el pato lo pagan los mallines.

Da para largo el asunto. Tengan en cuenta nomás, que para los habitantes de la meseta es la vida misma.

Fuente: INTA / Archivo Chasqui Federal

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