Si bien el proceso de la oleaginosa no registra condiciones óptimas, la condición de humedad se ha vuelto más favorable en las zonas de cultivo; la siembra avanza y el precio sube – lento – pero sube. Más allá del clima, el factor “guerra” es determinante. Si Argentina estableciera los términos de negociación, sería diferente, pero la situación de la colonia próspera es la que es.
Redacción
Hay esperanzas puestas en el girasol para esta temporada. Mientras la guerra continúe en Ucrania – el principal productor de la oleaginosa a nivel mundial – se espera que el cultivo argentino sea altamente demandado. Por estas semanas se encuentra en proceso de siembra, y más allá de la sequía y lo oscilante del precio, se estima que se plantarán 2 millones de hectáreas para la campaña 2022/23.
Con las lluvias caídas los últimos días de octubre en el sudeste bonaerense – una de las zonas fuertes del cultivo – se estima que cierto retraso que registraba la siembra, se recuperó y durante la semana superará ampliamente la mitad de la implantación programada. Por otra parte, según informes del sector, más del 85% del girasol ya plantado se encuentra en buenas condiciones, tras el frente frío tardío que atravesó la zona sur bonaerense.
Asimismo, los informes aseguran que en la región noreste, las precipitaciones han mejorado las reservas hídricas de los lotes, y los cuadros se encuentran la situación adecuada en las zonas Centro-Norte de Santa Fe y Centro-Este de Entre Ríos, la sanidad de los cuadros relevada es adecuada. Más hacia el sur de la región, se informó que los productores estaban esperando a “tener piso” para completar la siembra.
Según los registros de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA), que depende de la Secretaría de Agricultura de la nación, las reservas hídricas y condiciones de humedad en suelo han disminuido notablemente desde la campaña anterior. Sin embargo, la proyección de siembra para el girasol, oscila entre los 2 y 2,2 millones de hectáreas. Esto es, la mayor superficie destinada a la oleaginosa desde 2007/2008.
En cuanto a los precios proyectados, lejos se está en este momento del pico de 690 dólares la tonelada de fines de mayo pasado. Es simple: la demanda derivada de la guerra genera expectativas en el productor argentino; pero el precio no lo pone el chacarero ni tampoco Argentina (ojalá). Las cosas dependen de Estados Unidos, de los resortes geopolíticos y de los antojos de las exportadoras multinacionales.
Además, ellos saben perfectamente de las dificultades de la sequía, el aumento de costos generales, la escasez de semillas previo a la siembra, y la expectativa de precios en relación con la superficie implantada. Casi, casi, que la planificación de nuestra producción la van realizando ellos, moviendo las distintas bazas que motivan las decisiones de los productores. Hoy, un precio estimado sería 470 o 480 dólares por tonelada. Pero no es algo estable ni mucho menos definitivo.
La verdad se conocerá finalizando diciembre o bien entrado el mes de enero cuando la guerra esté por cumplir un año.
Fuentes: SAGyPN / ORA