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Mientras también se protesta por el índice de inflación publicado ayer por INDEC, la indignación por el anuncio de la importación de alimentos conmocionó a una parte de la opinión pública, y los medios no han dejado de hablar del asunto en ningún momento. Sin embargo, hace rato que Argentina compra afuera alimentos que tranquilamente podría elaborar en el país. Muchachos: vender comida es un negocio.

Redacción

Vamos con la información oficial respecto de los anuncios gubernamentales “estrella” del día de ayer.

Primero, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) publicó ayer el Índice de Precios al Consumidor (IPC) por el mes de febrero, que arrojó un resultado de 13,2% de inflación mensual. Un dibujo importante, que en parte refleja una realidad: secaron la plaza; se acabó el poder de compra. Por lo tanto, es probable que el número continúe bajando lentamente en los próximos meses.

De todas maneras, hay analistas del ámbito privado que sostienen que dicho índice aumentará entre 3 y 5 puntos en marzo y abril. Si bien “hay que vivir y dejar vivir”, para el caso es lo mismo: los precios aumentan en promedio bastante por arriba de esos porcentajes, y la población lo padece.

En segundo anuncio “estrella” fue la formal apertura de importaciones para los productos de la canasta básica, que son los que fundamentalmente mide el INDEC para conformar el IPC. Según la vocería presidencial, también esas compras externas implicarán el ingreso al país de medicamentos básicos.

Según el Gobierno Nacional, la implementación de la medida persigue el objetivo de “mejorar la competencia y apuntalar la baja de la inflación en los productos de la canasta básica y medicamentos”.

Una tomada de pelo, pero que está complementada con acciones de tipo financiero: el Banco Central reduciría el plazo de pago de importaciones de alimentos, bebidas y productos de limpieza, cuidado e higiene personal. Hasta el momento, las mismas poseen un esquema de pagos diferidos en 30, 60, 90 y 120 días; y ahora pasarían a cobrar en una sola cuota, 30 días después.

Otra medida complementaria para incentivar la compra externa, es la suspensión por 120 días del cobro de la percepción de IVA adicional e impuesto a las ganancias a las importaciones de estos productos y de los medicamentos.

Los principales productos beneficiados serían banana, papas, carne de cerdo, café, atún, productos de cacao, insecticidas, shampoos, pañales, y conservas. De todas formas, tales productos se vienen importando desde hace un tiempo considerable; aunque no se perciba en el Área Metropolitana Buenos Aires.

En el resto del país – al igual que el desabastecimiento – la oferta de productos importados en super e hipermercados es algo normal y habitual. La diferencia esta vez tiene dos elementos: se trata de importación de bienes de la canasta básica; y su repercusión central estará en las grandes plazas de consumo.

Otras explicaciones respecto a la decisión gubernamental, provinieron de supuestas reuniones entre el ministro de Economía, Nicolás Caputo, con los supermercadistas de las cadenas más grandes de alcance nacional, tanto mayoristas como de consumo final. En las mismas se les habría solicitado que “bajasen los precios” dadas sus ganancias supraextraordinarias obtenidas en el último semestre.

Evidentemente mucha pelota no le dieron. Porque justamente el negocio es mantener la tensión entre una tasa de ganancia extraordinaria y una supra extraordinaria, aplicando solamente el mecanismo de la botonera que mide el flujo de dinero en la calle. Supuestamente, con la importación de estos bienes básicos, los supermercadistas tendrán “precios competitivos”.

Eso es una burrada técnica, teórica y práctica. La realidad en Argentina y la región, no funciona de esa manera.

Una explicación en criollo del mecanismo inflacionario

Rápido… la industria de la alimentación en nuestro país, está fundamentalmente llevada adelante por PyMES, más allá que haya un puñado de empresas que también producen y elaboran alimentos que tiene “posición dominante en el mercado”. Tres o cuatro de ellas son: Molinos, Arcor, Mastellone, Quilmes. Sin embargo, estas empresas también se abastecen con proveedores de menor escala de producción, según el caso con materia prima – ejemplo, leche -; o producto terminado que luego solamente envasan con su marca – ejemplos, fideos secos o papas fritas -.

La producción de esa materia prima y/o producto terminando requiere de insumos y gastos varios. La leche sale de las vacas; pero las vacas tienen que comer, y requiere asistirlas en determinado tipo de instalaciones y proporcionarles medicamentos y suplementos varios.

El forraje está dolarizado porque es un commodity; por tanto, el tambero paga casi el precio internacional por un equipo completo de maíz. La energía, el combustible, los arriendos, también están tasados en dólares a la vez que concentrados en pocas manos. Los medicamentos veterinarios, en general, son importados.

¿Qué pretendemos decir con esto? Que el costo de producción es altísimo de entrada, porque mucho de los elementos que componen la matriz de costos de los productores primarios, se producen en Argentina en forma suficiente y a bajo precio. Sin embargo, las proveedoras de esos insumos trasladan al mercado interno los precios internacionales obteniendo por lo tanto ganancias extraordinarias.

Además de eso, vemos que ya estos productos tienen “encima” una serie de variables importadas. A veces es un insumo que se trae de afuera, pero en general son supuestos “costos de oportunidad” que se sobrefacturan: “podría vender el maíz afuera a tanto, pero te lo vendo a vos para las vacas, al mismo precio menos los impuestos”.

Una vez terminados los productos tiene dos destinos posibles dentro del mercado interno: o el distribuidor mayorista con el cual se abastecen los negocios “chicos”; o bien – si el volumen operado lo justifica -, “bajan” la mercadería directo en el supermercado. Al precio que “bajan” ya hay que sumarle el costo logístico: traslado, almacenamiento, conservación, fraccionamiento, etc.

El paso siguiente es la góndola o el mostrador. Ahí entra el margen del supermercadista, del almacenero, pero previamente del mayorista. Salvo excepciones, saquemos al almacenero del medio; ellos hacen lo que pueden para abrir el negocio todos los días. Los otros dos, sin embargo, se jactan de  “remarcar” todos los días por una cuestión simple: están cartelizados, no tienen competencia comercial real, y fundamentalmente, saben mejor que nadie cuánta guita hay en la calle y que cierto tipo de productos las familia nunca dejan de comprar: yerba, azúcar, leche, aceite, fideos, arroz y una decena de productos más tiene demanda permanente y casi constante.

Así, mediante “manijazos” arbitrarios en los productos más demandados, combinados con la distribución de los porcentajes de incremento en el resto de los productos, los tipos de alzan con una bolsa de utilidades descomunal todos los días y cada día.

¿Qué va a pasar con el asunto de las importaciones?

Fundamentalmente cuatro cosas. Los precios van a bajar en mayor o menor medida. Los productores chicos y pequeños fabricantes y comerciantes van a quebrar; no podrán competir en costos además de que las ventas han disminuido en forma alarmante. Los costos de producción no van a bajar. Aumentará la concentración y posiciones dominantes de mercado; es decir, más cartelización.

Si alguien que produce fideos, envasa, distribuye y tiene la mayor parte del mercado de los fideos secos en la palma de la mano, posee un costo por kilo de 1 pero lo vende a 3,5, hay un margen del 250% adicional y supraextraordinario.

El Gobierno le llama la atención, pero le responde que por el bien del prójimo el mercado es libre; entonces el ministro abre las importaciones.

El empresario alimenticio deja de producir localmente, cierra la línea, despide personal, se retira de las instalaciones, etc.; y comienza a traer fideos a los que le pone su marca y su envase, sigue teniendo 1 de costo, y continúa vendiéndolo al 3,5. No dejará de vender fideos porque son un bien básico.

¿Qué cambiará entonces? Que el desempleo y la mal nutrición crecerán a pasos agigantados, y habrá empresarios más poderos.

Fuente: Gobierno Nacional / INDEC

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