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El Gobierno nacional a través de la cartera de Agricultura volvió a ampliar los productos que podrán exportar con el “dólar soja 3”, al mismo tiempo que estableció – para los mismos – cupos de exportación. Una contradicción instrumental que fortalece la especulación y revienta el aparato productivo.

Redacción

En el marco del barril sin fondo y sin tapa que implican las corridas cambiarias y especulativas propias de los regímenes liberales, el Gobierno nacional, amplió el menú de “dólar soja 3”, incluyendo en el mismo a el girasol, el sorgo y la cebada (tanto forrajera como cervecera). Al mismo tiempo, incluyó a estos cultivos, en el régimen de cupo de exportaciones.

La primera medida, va de la mano con la aplicación del resto del paquete cambiario para la liquidación de las exportaciones de productos primarios. La segunda, para que en aras de obtener un mejor margen de venta, los tenedores de estos granos y oleaginosas, no desabastezcan el mercado interno y destinen la mayor parte de la producción a las exportaciones.

La medida fue comunicada mediante la resolución N° 156/23 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGyPN). En el anexo de la misma, constan los productos alcanzados por la medida, entre los que se incluyen al sorgo granífero (a granel o embolsado); la cebada, (a granel y embolsada); la semilla de girasol, aceite de girasol (tanto en crudo como refinado); tortas y semillas de girasol. Asimismo, todos esos rubros que antes no tenían limitaciones para la exportación, ahora sí la tendrán.

El cupo de ventas externas, para el girasol ya estaba vigente, a partir del denominado “fideicomiso aceitero”. El de la cebada es novedad. Se estableció en 2 millones de toneladas, de las cuales ya se han comercializado el 65% en lo que va de la campaña. Esto rompe con las expectativas del sector, más allá de que sus precios y demanda internacional para la cebada argentina, venía a la baja.

Además, existe una “curiosidad”, que dada la cantidad de evidencia reiterada y reunida solamente en los últimos dos años (pero podemos remontar hacia atrás todo lo que quieran), no deja de sorprender que todavía se sigan implementando este tipo de medidas, sin previamente trabajar en las cadenas de valor.

Es evidente que las mismas van apuntadas a favorecer al sector exportador, pero no para proteger el mercado interno por más cupos que establezcan. Es simple: si hay un horizonte de mejor precio para exportar, los tenedores internos de granos intentarán ir hacia allí. Por lo tanto, toda la cadena se encolumna atrás de esos precios, con sus buenas y sus malas.

Sucede que más allá de los cupos, no siempre se exporta toda la producción, porque una parte de guarda -como respaldo de valor y/o stock -; pero otra gran parte, forma parte de la demanda interna. Si todos esos movimientos fronteras adentro se referencias en el precio de exportación, pero al fin de cuentas no se exporta, va de suyo que la cadena de precios internos se encarece. Todos muerden.

¿Quién paga? El que compra en mostrador el producto final. Sea aceite, harina, cerveza, alimentos procesados, carnes y demás derivados de la industria del balanceado.

Así, además del abuso intermediario, vemos como las medidas gubernamentales dan paño para que esto suceda. Porque esa especulación es legal.

Fuente: SAGyPN / Boletín Oficial

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