Columna que existe para difundir y divulgar hechos y reflexiones sobre la historia, desde una visión, federal, popular y latinoamericana. A 48 años del fallecimiento de Juan Domingo Perón, vayan las siguientes líneas publicadas oportunamente por el portal Pensamiento Discepoleano.
El Editor Federal
Tres veces presidente de los argentinos, creador del movimiento peronista, el mayor partido de masas del mundo occidental, luchó incesantemente por mejorar el destino de los desposeídos y establecer la justicia social, alterando la base productiva agraria y dependiente del país y promoviendo su acelerada industrialización.
Las transformaciones producidas en tan sólo nueve años de gobierno fueron tan significativas y de tal magnitud que, mientras fue principal obsesión de todos los gobiernos posteriores a 1955 anularlas y volverlas atrás, al mismo tiempo garantizaron, a pesar de las persecuciones y las campañas de silenciamiento y difamación, la vigencia tanto del movimiento peronista como de su líder, quien pudo regresar al país recién tras 17 años de exilio. La proscripción que pesaba sobre él se prolongó un año más, y fue recién en 1973 que en las elecciones convocadas tras la renuncia a la primera magistratura de su delegado Héctor J. Cámpora, pudo presentarse a elecciones presidenciales, en las que se impuso con más del 60% de los votos.
Lamentablemente para el país, su salud se encontraba seriamente deteriorada y su edad era muy avanzada, por lo que pudo gobernar apenas unos meses. El país igualitario, justo, pujante e industrialista que creó sólo pudo ser destruido tras 45 años de dictaduras, masacres, asesinatos y gobiernos débiles y sólo gracias a la defección de hombres de su propio partido.
Con motivo de la conmemoración – en 2020 – de los 46 años del fallecimiento de Perón, el historiador Norberto Galasso, escribió una breve reseña que compartimos con las lectoras y lectores:
Este 1ro. de julio se cumplen cuarenta y seis años del fallecimiento de Juan Domingo Perón. A partir de ese día, los argentinos hemos vivido diversas experiencias políticas, algunas con ciertas formas democráticas, otras bajo formas dictatoriales. Pero cualquiera que ya haya participado de ese casi medio siglo no puede ignorar las enormes dificultades presentadas para concretar objetivos que influyen positivamente en la vida de nuestro pueblo.
Paso a reseñar algunos: alcanzar deuda externa “cero”, lograr una redistribución del ingreso del 56% para el sector trabajo, nacionalizar el comercio exterior y los depósitos bancarios, otorgar un importantísimo lugar en el escenario político a los trabajadores, elevar la condición de las mujeres, desde el derecho a votar hasta administrar sus bienes y desempeñar cargos públicos, mantener una política exterior independiente, bregar por la unidad latinoamericana, brindar la gratuidad en la enseñanza universitaria, proteger la salud pública a través de la medicina preventiva erradicando enfermedades endémicas como el paludismo, planificar la economía con cierto grado de inflación necesaria para el desarrollo industrial y controlarla hasta el 4% anual cuando es necesaria la estabilización, modernizar la Constitución asegurando los derechos del niño, la mujer y el anciano, los derechos del trabajador rural y preservar las riquezas naturales ante la codicia de las multinacionales, fundar y/o desarrollar empresas de gas, teléfonos, transporte aéreo y controlar el transporte ferroviario con orientación nacional, disminuir la desocupación, bajar la mortalidad infantil y el analfabetismo y prolongar el promedio de vida de los argentinos, en fin, concretar una política de soberanía política, independencia económica y justicia social.
En ese casi medio siglo, la historia nos convenció que resulta difícil alcanzar esos objetivos –con algunos errores o vacilaciones inevitables- porque poderosos intereses internos y externos oponen enormes obstáculos, sea con campañas electorales financiadas para impedir las transformaciones como así también medios de comunicación oligopólicos que desinforman o tergiversan los hechos. Pero esos avances los logró la Argentina con un gran frente nacional, entre 1945 y 1955, bajo, el liderazgo de Juan Domingo Perón. Por esta razón, las mayorías populares consideran que el primero de julio es un día de congoja. Más aún, si entre los cultores del tango dicen que “Gardel cada día canta mejor”, cuanto más tiempo transcurre, podríamos afirmar, que “Perón cada día gobierna mejor”.
Fuente: Pensamiento Discepoleano