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La importación de un volumen pequeño de vinos desde Chile por parte de una de las principales bodegas del mercado interno nacional, generó una serie de cruces entre los distintos actores de la cadena. Algunos relativizaron la situación y otros hicieron sonar las alarmas. La apertura comercial perjudicaría a la vitivinicultura.

Redacción

La apertura de las importaciones comienza amostrar sus consecuencias también en la vitivinicultura. Días atrás se conoció que el Grupo Peñaflor realizó una compra de vino tinto a Chile de entre 4 y 5 millones de litros según las fuentes.

Desde la cadena se esgrimieron diversos argumentos. No tanto por las consecuencias que dicha importación tendría para el mercado interno – es un volumen pequeño respecto a los totales que se mueven en la actividad -, pero marca para el futuro una serie de pautas que no serian beneficiosas para el sector.

En principio, se planteó una cuestión lógica: si la bodega fue a comprar a Chile habiendo vino disponible en el mercado interno, eso implica que hubo una condición de precio o facilidad comercial no contralada por el Estado que permitió a la empresa realizar dicha importación. Eso puede generar un lento empuje de los precios argentinos a la baja, o bien mayores “flexibilidades comerciales” hacia el interior de la cadena. Por ejemplo, alteraciones en el ritmo y dinámica de la cadena de pagos. En criollo, desregulación de la actividad.

Los productores vitivinícolas, que son los que proveen a las bodegas, insisten en que de por sí los precios por la uva o el vino están muy deprimidos y que no hubo una actualización acorde a los costos en esta última vendimia.

De hecho, dado el stock existente, no habría razón de ser para ir a buscar vino afuera. Si bien la cosecha de esta temporada no fue la mejor, tuvo números por arriba de la anterior. Sin embargo, dadas las medidas del Ejecutivo nacional, al no requerirse autorización especial para ingresar vino, uva u otros subproductos de la cadena, es factible que estas operaciones puedan realizarse.

Si la desregulación avanza y se consolida por intermedio de las grandes empresas, los eslabones de la cadena que serán perjudicados son los productores, las pymes vitivinícolas, y todo el entramado de esta economía regional.

Hay otro factor que también puede perjudicar al complejo. Recientemente, el Ejecutivo Nacional habilitó la venta e ingreso de vino sin alcohol, además de autorizar el ingreso de productos con mayores proporciones de agua. En criollo, vinos de peor calidad y más baratos entrarán a competir con la industria local.

Otro de los factores que marcan los productores, es el atraso que registra respecto del aumento de costos el precio que se paga por el kilo de uva o el litro de vino. De hecho, consignan que uno de los problemas, es que aun sector de productores destinó la uva al mercado de la venta en fresco con tal de asegurarse la cobertura de los costos; así como otros no cerraron precio y aún no han cubierto con la totalidad de las cuotas de entrega.

Por el lado de los bodegueros, alegan que Peñaflor importó porque no había stock disponible en el mercado interno. Agregaron también que antes también estaba permitido el ingreso de vino extranjero, pero, dada las reservas internas, no hacía falta realizar esas operaciones.

Los viñateros contraponen a ese argumento, que se ha dado una caída importante en las exportaciones estimada en un 30%, además de la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores argentinos, que provocó que la demanda de vino también descienda un 10%. Por lo tanto, hay vino disponible para las bodegas.

Otro dato que pusieron sobre la mesa desde el sector, es que en 2023 hubo un total de 105 bodegas produciendo. Mientras que durante el 2024, sólo lo hicieron 95. Es decir, casi la misma proporción que la caída del consumo interno.

Es esperable que esta discusión no termine acá. Debe esperarse cómo reaccionará la actividad en las próximas semanas. Es decir, si estamos ante una operación comercial eventual y aislada; o bien, ante el comienzo de un nuevo proceso de desarticulación interna de la cadena vitivinícola.

De algo estamos seguros: la vendimia 2025 no será igual a las demás.

Fuente: INV / Huarpe / Diario de Cuyo

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