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La sequía y la pavota

No hay que ser especialista para darse cuenta que está lloviendo poco. Tampoco, debemos alcanzar niveles de abstracción de un profesional astro-físico, para saber que las secas y las épocas de excesos de lluvias poseen cierto carácter cíclico y de alguna manera, previsible. Sin embargo, como cada día es un volver a empezar, aquellos que el viernes bramaban en contra de la posibilidad de un Estado “más presente” en el proceso de producción, hoy piden al llanto que las autoridades pongan guita por las dudas si no llueve…

Redacción

Más allá de que la alianza electoral gobernante no tiene una propuesta siquiera insuficiente para cruzar y terminar con la lógica centenaria expuesta en el encabezado, hay algo que es cierto: la sequía va a continuar.

El informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) fue contundente, y de él se están agarrando las bolsas, consultoras y las entidades del agro: la sequía asola al NOA y NEA, y tiene niveles preocupantes en la demás regiones, alcanzando un número que hectáreas comprometidas cercanas a los 10 millones.

Así, el SMN consignó que con las lluvias de agosto hubo una mejora en el Litoral, los impactos vinculados a la sequía del verano pasado siguen vigentes; registrando bajos niveles de humedad en suelo para Córdoba, sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires. El mismo estudio afirma que las fuertes caídas de los indicadores ganaderos de Formosa y Corrientes, sumados a las pérdidas en cultivos y forrajes se deben al mismo motivo.

La situación vino como anillo al dedo para el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que advirtió a las autoridades por los daños potenciales que implica la sequía, y reclamó por la Ley de Seguro Agrícola. Según el CAA, “las pérdidas en la producción serán muy significativas”; y que hace nueve meses que existe un proyecto de ley para atender la situación, oportunamente motivado por la seca del año anterior.

Para la entidad, las consecuencias que podría traer la denominada “tercera fase de La Niña” para la próxima temporada estival, podría traer consecuencias económicas y sociales, dados los daños que el fenómeno climático “en el normal funcionamiento de las cadenas de valor agropecuarias, agroindustriales y principalmente de las economías regionales”.

Además de lo estimado por el SMN, la CAA agrega que los primeros rindes estimados para el trigo apenas alcanzan el 50% de lo esperado; que la gruesa – girasol, maíz, soja – arrancaría en la mayor sequía desde 1995 causado por el “efecto arrastre” de la falta de lluvias en otoño y verano; que las más afectadas serán las provincias del NEA, donde las producciones yerbateras, cítricas y forestales aún se están recuperando de los incendios; que en el centro del país la producción de legumbres, la floración para la producción de miel, y la disponibilidad de pasto para algunas cuencas lecheras está en un punto crítico; y que en las áreas de riego por canalización, el agua no es suficiente.

Así la CAA se apoya en todos esos indicios para asegurar que las empresas agroindustriales se verán afectadas no pudiendo mantener el nivel de exportaciones – lo que afectaría el ingreso de divisas y la recaudación general -, y tendrá graves consecuencias sobre la caída de empleo en las economías regionales.

Entonces, la propuesta de la CAA, no reside en proponer una planificación de la producción de la campaña que se avecina en caso de que la sequía efectivamente llegue. Tampoco se está anunciando desde el sector empresario que no vana tocar un sólo puesto de trabajo si la cosa no viene bien. Mucho menos están diciendo que van a cortar con la importación de insumos innecesarios si los niveles de lluvias son bajos – el paquete tecnológico utilizado funciona si hay agua disponible; de lo contrario juega en contra; y por eso mismo no sirve, no es conveniente -. Ni que hablar de “donar” mercadería para abastecer el mercado interno y proponer un equilibrio en la cadena general de precios de cara a afrontar el comercio exterior; etc, etc; etc.

Podemos escribir posibles propuestas del sector que siempre gana – llueva o no llueva – dos semanas seguidas.

La propuesta del mundo agropecuario para el Gobierno es una ley de política integral para la “gestión de los riesgos”. Es decir, una Ley de Seguro Agrícola y la actualización de la Ley de Emergencia Agropecuaria.

En criollo: subsidios; piden subsidios. Directos o indirectos; pero subsidios al fin. Los reyes de la libertad de comercio, están pidiendo más Estado; más intervención gubernamental obviamente a su favor – en ese caso, el Gobierno no estaría adoptando posturas cercanas al comunismo.

Gente, en un país donde la tontería de que “con una buena cosecha nos salvamos”, reina en las cabezas del oficialismo, la oposición y los sectores afines a ganar mucha guita sin poner un mango, no podía esperarse un disparate semejante.

Por supuesto: algo hay que hacer para contrarrestar la sequía. Pero para levantar la fina faltan 60 días; y para la gruesa entre 90 y 180 según se trate. No hay demasiado tiempo para las obras que garantizarían el agua llueva o no llueva.

De todas formas, ni este Gobierno, ni el anterior, ni los anteriores a ese, les vimos uñas de guitarrero como para encarar el conflicto que implicaría conducir el proceso productivo: qué se produce, cómo se produce, dónde se produce, y para qué vamos a usar sus resultados.

Lo que está sucediendo es un tire y afloje permanente entre oficinistas: unos del lado del “campo” y otros del lado del Gobierno.

Nos van a hacer la pavota de nuevo…

Fuente: Servicio Meteorológico Nacional / INTA / CAA

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