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Las inundaciones en lo alto de las cuencas del Paraná y Uruguay preocupan sobremanera. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pendientes de las consecuencias. Población, producción y energía.

Redacción

A la sequía, la baja de caudales de ríos y bañados, le sucede generalmente una época de crecidas, inundaciones, y lluvias por encima de los promedios habituales. Son las dos caras de cierto equilibrio climático natural combinado por la obra del hombre a lo largo del tiempo, y que fue realizada por varias generaciones con conciencia o desidia. Los resultados están a la vista y las consecuencias también.

Las inundaciones en lo alto de las cuencas del Paraná y Uruguay preocupan sobremanera. La contracara de lo discutido y analizado durante el lustro anterior. La seca o la inundación no deben analizarse como fenómenos separados, sino como cosa complementaria.

Lo urgente hoy son las poblaciones colapsadas por el agua y los desastres productivos asociados. Insistimos: a la seca, los incendios y la mortandad; le sigue la lluvia interminable, las inundaciones y el colapso de la vida comunitaria.

A esta altura de los acontecimientos, ambas podrían prevenirse y abordarse responsablemente. Evidencias e información recolectada es lo que abunda. Como ahora el agua; y como hace unos meses atrás, el fuego.

Atenderemos algunos casos solamente para brindar panorama. Por un lado, el Instituto Nacional del Agua (INA) publicó la semana pasada un informe sobre la altura en distintos tramos del Paraná, y las expectativas para las próximas semanas. El organismo dijo que los valores de ascenso de caudal eran “normales”, existe la probabilidad de “empuntamientos por encima de los niveles de alerta”.

Las dudas, según el informe, depende de los factores meteorológicos y también humanos en el tramo “Corrientes-Goya entre el 4 y 7 de noviembre”. Acompañando el informe con una tabla en donde se detalla la altura del río Paraná en sus distintos tramos de Argentina, el INA advierte que puede que pueden darse niveles de alerta a la altura de Santa Fe.

Desde el organismo también explicaron que, desde el aspecto meteorológico, “El Niño” se preveía que tendría impacto en la cuenca del río Uruguay; es decir, los grandes ríos del sur de Brasil, Santa Catarina, el este de Corrientes, parte de Misiones, y en la república oriental del Uruguay.

En este sentido, el pronóstico fue acertado, la sucesión de lluvias motivo una crecida en septiembre y otra en octubre, lo cual no permitió que la cuenca regularice los caudales normales. De allí, parte de los problemas en Misiones, en Paso de los Libres y en Salto Grande donde estuvo el máximo del caudal.

Más allá de los aspectos técnicos, el correlato para la población no es tan lineal: solamente en la provincia de Corrientes, más de 600 personas tuvieron que abandonar sus hogares en los últimos días por las inundaciones. Además, auguran que será un “verano llovedor”, y por ende, complicado en este sentido.

Como se dijo más arriba, también influye la obra del hombre. Esto no sólo está vinculado a dónde las poblaciones se establecen. También a las obras e infraestructuras que se construyen.

Por ejemplo, el caso de la central hidroeléctrica de Yacyretá, afincada sobre el Paraná al norte de Corrientes cerca del límite con Misiones, liberó días atrás 35.000 metros cúbicos por segundo – equivalente a casi el triple del caudal medio del Paraná -. A causa de lo “cargado que venía el río Iguazú – recuerde las imágenes difundidas de las Cataratas -, la represa había liberado agua río abajo para llegar a su caudal mínimo, de cara a “esperar” toda la masa hídrica que venía de aguas arriba.

Pero esto estaría lejos de estabilizarse según la información que proviene de Brasil. A los volúmenes de lluvia, la represa de la central hidroeléctrica de Itaipú, decidió dar la apertura de los vertederos, inyectando otros 4.300 metros cúbicos agua por segundo durante aproximadamente 10 días consecutivos, dependiendo de las condiciones hidrológicas generales.

Ahora imaginan lo siguiente: según los informes, las lluvias son recurrentes en la frontera de Brasil y Paraguay – donde está Itaipú y la alta cuenca del Paraná -, sumado a las lluvias sobre el Iguazú que habrían aumentado su caudal promedio en casi 20 veces.

Será inevitable que toda esa masa de agua, descienda por el Paraná en su mayor parte, y también por el Uruguay. La cuenca del Iguazú está complicada según afirman en Brasil, y varios afluentes desembocan en aguas vinculadas el río Uruguay.

A esto súmele la combinación de las aperturas de las represas. Tanto Yacyretá como Itaipú, deberán actuar en combinación y complemento para evitar mayores desastres en las poblaciones y consecuencias en los sistemas productivos.

Hace un año, desde esta Redacción se analizaban aspectos varios de la contracara de la situación actual: la sequía. Ahora estamos abocados con el otro extremo.

Tal vez el factor climático sea imposible de prevenir con exactitud para el hombre. Pero en función de los antecedentes, los factores pueden combinarse y planificarse racionalmente.

Eso depende de los Estados Nacionales involucrados en el sistema de aguas. Población, producción y energía. Las tres cosas afectadas en este tipo de crisis, y demasiado importantes como para dejarlas en manos privadas.

Fuente: INA / Yacyretá / Itaipú / Gobiernos de Corrientes y Misiones / Clarín / Nuestro Mar / UNO

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