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No señor. No son los Di Palma, ni los Castellano, Canapino o De Benedictis. Son los corredores bioceánicos pensados para vincular cada centímetro cuadrado de nuestro territorio donde se pueda extraer riquezas, con las grandes factorías industriales del planeta.

Redacción

Días pasado hablamos del impulso al transporte ferroviario que La Rioja pretendía darle a su región Sur Sureste, y la relación que intentaba impulsar con las provincias cuyanas de San Juan y Mendoza. El proyecto consiste en recuperar desde la localidad de Serrezuela (Córdoba), dos ramales del Ferrocarril Belgrano que unan a dos localidades riojanas. Por una Chamical – Patquía (pocos kilómetros al sur de la capital provincial); y por la otra la línea Serrezuela – Chepes, distante a poca distancia con el límite con San Juan y con todas las posibilidades de continuar hasta Caucete.

Un lindo proyecto al que le apareció un hermanito hace pocos días en Catamarca; y que si hilamos finito hace unos cuantos meses también le apareció un primo desde Santa Fe.

Sucede que con esto de la Liga de Gobernadores del Norte Grande, los Corredores Bioceánicos, el litio, la hidrovía, la Ruta de la Seda y el multipolarismo, ninguno se quiere perder la fiesta de “integrarse al mundo” como boca de expendio de materias primas sin valor agregado, y receptores de manufacturas industriales terminadas.

La moda son los puertos secos. ¿Qué son los puertos secos? Playas de transferencias multimodales logísticas donde confluyen rutas, ferrocarril, transporte aeronáutico, fluvial y marítimo si el territorio lo permite.

¿Está bien que existan los puertos secos? Por supuesto que sí; de la misma manera que sería realmente una maravilla que Argentina pudiera unificarse íntegramente desde Ushuaia a La Quiaca mediante todos los modos de transporte posibles.

¿Y entonces cuál es el problema? El problema es la “gran discusión gran” entre dos visiones de país: desarrollamos el país logísticamente para integrarnos de forma autónoma equivalente, ampliando al máximo la capacidad industrial de cada cadena de valor a todo el territorio nacional; o bien, cortamos el país en fetas, unimos por todas partes Atlántico con Pacífico, y vaciamos las entrañas de la tierra a dos mangos, para comprar al mundo lo que podríamos hacer acá con esa misma materia prima.

Lo que proponen los catamarqueños está muy bien: integrar vía ferrocarril, la región del noroeste con la cuenca del Paraná; con proyección hacia Chile y Bolivia. El proyecto implica, fortalecer el nodo de Recreo con un puerto seco, mediante el cual vincular Rosario, con Tinogasta, San Fernando de Valle de Catamarca, y San Miguel de Tucumán.

Leyendo y escuchando testimonios, nos acordamos de aquel proyecto que pretende unir Tostado (Santa Fe) con Recreo, pasando por Santiago del Estero. Una forma de llegar más rápido con las cargas ferroviarias desde Rosario. Si no, las mismas deben dar “toda la vuelta” hasta Córdoba y por Ruta 9.

Como días atrás también cubrimos el tema riojano que ya mencionamos; está también el desarrollo de unir el Puerto de Buenos Aires con Alvear y Malargüe en Mendoza, pasando por el norte de La Pampa con proyección a Chile. Si mencionamos este proyecto, no podemos olvidarnos el recién reactivado ramal Buenos Aires – Mendoza (el que pasa por La Picasa al Sur de Santa fe) del cual también mencionamos detalles hace unas semanas atrás.

La joda es que no se les ocurre ni siquiera por casualidad, reactivar o hacer ramales que integran el territorio verticalmente, sólo para la mera circulación de la producción y la población dentro del mismo. Los proyectos hasta aquí mencionados (hay varios más) van de este a oeste con la sola intención de sumarse a la exportación masiva y barata de recursos nacionales.

¿Hay que detener la construcción y reactivación de los ramales y puertos secos? ¡No, ni se les ocurra! Háganlos, y bien por favor; que duren y perduren. Son muy necesarios.

Lo que proponemos es que se reflexione sobre los fines e inmediatos usos. Los proyectos son para trasladar materia prima sin valor agregado. Esto se comprende claramente con la minería: si es necesario van a hacer entrar al tren al socavón. Habrá laburo a rolete y bien pago.

Pero cuando el mineral se acabe, se termina el tren, el ramal, el puerto seco y toda la música. Proponer un modo de producción y desarrollo autónomo, implica generar los mismos trenes (o mejores), los mismos y mejores puestos de trabajo porque tendrán al lado la cadena industrial asociada (que hoy está en China, Europa y Estados Unidos), y la explotación de los recursos será a demanda de la capacidad industrial nacional.

No hay que oponerse al tren, la ruta, o el puerto. Todo lo contrario: hay que usarlos para los fines que le darán seguridad por generaciones al pueblo trabajador.

Argentina será industrial o no será. Para eso hacen falta trenes, barcos, aviones, camiones y tractores.

Fuente: Gobierno de Catamarca / AGP / Aduana Argentina

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